No hay forma de escapar de la tormenta

Cuando todas las variables se alinean para el estalle final

Guardar
Vamos con fuerza hacia una
Vamos con fuerza hacia una de las mayores crisis de los últimos 50 años

De todo esto no se saldrá indemne. Suena apocalíptico, pero sinceramente lo es. Vamos de proa y con fuerza hacia una de las mayores crisis de los últimos cincuenta años. Muchos creen que ya estamos en la tormenta misma, pues se equivocan. Estamos en esos tiempos previos donde los vientos comienzan a tornarse lentamente en huracanes, el cielo se cansa del sol, al tiempo que comienza a sentirse más cómodo con esos tonos de grises cada vez más intensos. El camino hacia la salida mágica no aparece. Y los señores que comandan, ya sean los del “Jardín de la Bobería”, como sus antagonistas, los de los globos (ahora escondidos) de color amarillo, no se animan a presentar planes fundacionales y a cambio nos llenan de frases vacías: “hay que volver a trabajar”, “hay que educar”, “la Justicia debe cambiar” y miles de tristes etcéteras. Nadie explica el cómo, ni nadie nos cuenta lo que habrá que sufrir para salir de este pozo. Por un lado, porque no tienen los proyectos y, por otro, en caso de que los tuvieran, saben que contándolos no ganarían elecciones. Por lo tanto, de esto no se sale más que con una flor de piña.

En mis líneas siempre intento hurgar conocimientos (tributos) y también estimular pensamientos en el lector, para que cuanto menos pueda ir a límites distintos de los de sus posiciones habituales (provocaciones). Si usted es fundamentalista o conservador a ultranza, difícilmente se llevará bien con mis escritos. Si en cambio, se permite a sí mismo repensar y cuestionarse viejos axiomas, quizás le atrapen mis ideas. Alexander von Humboldt (1769-1859) fue un impresionante científico alemán al cual le debemos gran parte de las ciencias que analizan la meteorología (entre muchísimas más contribuciones). Humboldt desarrolló el concepto de isobaras e isotermas, esas líneas que van uniendo puntos de igual presión o temperatura y sobre todo (esto me fascina) descubrió que cuando las condiciones ambientales son iguales (aún en diferentes puntos del planeta) tendremos semejanzas en la biodiversidad de esos espacios. ¿Qué tiene que ver el genio alemán con nuestra crisis? Sencillamente que si es grandote, tiene larga trompa, es pesado, tiene cuatro patas, enormes orejas y anda en manadas, sin duda que estamos hablando de un elefante. Si no hay educación, la justicia se tomó el pire, vamos para veinte millones de pobres, las reservas del Banco Central están por el piso, nos gobiernan los de siempre y los atracadores salen de cacería, es que estamos ante una crisis fenomenal donde absolutamente todas esas variables unidas están ejerciendo una enorme presión sobre la sociedad en conjunto. Una hipotética isobara nacional que uniera todas las funciones económicas, sociales, culturales, ambientales, salud y nutrición, coeficiente intelectual, nos mostraría total correlación estadística con aquellas otras naciones que ya han caído en la marginalidad. Desde mis escritos siempre recomiendo visitar www.gapminder.org y analizar los comparativos de nuestro país con doscientos países más. Las isobaras sirven para darnos información acerca de la fuerza de los vientos y las direcciones que los mismos pueden tomar. Los máximos huracanes ocurren cuando diversos puntos de baja presión convergen en poca distancia y es allí donde los vientos alcanzan más de ciento veinte kilómetros por hora, llegando así a la categoría de huracán. ¿Cuáles son nuestros puntos de presión que convergen cada vez más en forma más cercana?

- Reservas del BCRA. Son absolutamente insignificantes para un país con nuestro PBI, no excediendo los 2.500 millones de dólares (netos). Nada. Para que tomemos un comparativo casi absurdo, Estados Unidos gasta anualmente en adornos, juguetes, disfraces para Halloween, cuatro veces más. No tener reservas no es solo no tener pelotas de tenis. No tener reservas es no poder pagar insumos médicos, equipamientos de tecnología y sistemas, materias primas para la producción y, por ende, tener que contentarnos con la pobre oferta en calidad y cantidad de la industria local.

- Brecha Cambiaria. Con un gap de casi el 100% no hay economía que aguante. Los malabaristas de las finanzas inventan pases, rulos y demás artimañas, que en última instancia son técnicas de protección ante el marasmo. Quien escribe estas líneas debe hacerlo para poder pagar sueldos de más de cien profesionales mes a mes. Y dado que los ingresos se producen básicamente en el exterior, no crea el lector que es una autopista asfaltada ingresar dólares como aporte de capital u otros mecanismos al circuito local. ¡No estamos hablando de “sacar” dinero al exterior! ¡Estamos hablando de ingresarlo!

- Emisión de Letras Multicolores. Para poder absorber la catarata de pesos que se emiten y así bancar en parte el monumental déficit, luego el BCRA debe inventar alquimias de letras que tratan de secar el mercado de pesos. De estas maneras contienen artificialmente la inflación en rededor del 3% / 4% mensual, ya que si no sería cuanto menos de tres dígitos anuales.

- Pobreza al 50%. Cuando se produzca la devaluación mayor, cuestión de meses, la pobreza se disparará a cifras nunca sospechadas (60%/70%). Si bien siempre el país ha mostrado elasticidad en su músculo (¡gracias campo!), en esta oportunidad nos llevará mucho tiempo salir de índices de pobreza superiores al 40%. Simplemente observemos la historia de la pobreza. ¿Si estamos en las puertas de una devaluación y observando esta serie histórica y su correlativa con las crisis de 1989 y 2002, alguien puede dudar que la pobreza se disparará a niveles récords? Es ciego el que no quiere ver.

Por fuera de estas variables duras, tenemos las otras que hacen a una sociedad y que complementan los factores para la tormenta perfecta:

- Nunca fueron tan malos los índices de educación, entendimiento de textos, dictado de clases.

- Nunca hubo tantos jóvenes profesionales emigrantes. Mientras festejamos a los Inmigrantes Coreanos (¡bienvenidos sean!), por la puerta de atrás, miles de pibes que estudiaron en nuestro país se van con destino de otras tierras.

- La ausencia de nuevos liderazgos políticos que de alguna manera busquen romper la barrera de los que están perpetrados en el poder desde hace más de treinta años. A esta altura no dudo que prefiero algo nuevo por conocer que lo viejo que ya bien lo conozco.

- La Justicia que se acomoda según sople el viento. Cansado estoy de pensar que no todos los jueces son así. Por supuesto que debe haber muy buenos (como médicos, maestros), pero en los procesos que pueden marcar el destino del país, existe una suerte de arrugue temeroso y complaciente para el supuestamente culpable. Al que le quepa el sayo….

- La defensa de utopías muertas por gran parte de la dirigencia trasnochada que aún cree que el mundo está en los románticos 60/70 y se quedan buscando una tercera posición que ya no existe.

- La nada de importancia que significamos para las naciones avanzadas. No le importamos a nadie, ya que nuestro país dejó de tener alguna influencia geopolítica y hay una suerte de hastío hacia con nosotros. A eso debemos sumarle que toda la región está atravesando diversos niveles de crisis. Si quieren tomar nota, solo le importaremos al primer mundo si tenemos algo bueno y barato para ofrecer. Nadie nos vendrá a salvar. No peligra Occidente si Argentina cae. No somos un bastión de nada. Peor aún, somos un pasivo serio y comprometido del FMI y de otros acreedores.

Toda esta confluencia simultánea de presiones, cada vez más cercanas, me llevan a pensar que el huracán es inexorable. No es ser pesimista, es ser realista. Seguramente como no tengo nada que ganar ni que perder en las arenas políticas quizás mi desfachatez sea mayor. Estoy convencido que no todos se animan a decirlo frontalmente, ya que siempre hay una parte pacata en nosotros. Hablo para los que están anclados en perimidas tradiciones y que reaccionan con desprecio ante lo nuevo. De esto solo se sale con sangre, sudor y lágrimas… y con muchas décadas de trabajo y educación. Castañazos no faltarán. Yo ya estoy resignado a no ver el fulgor del país con el que me eduqué en los años cincuenta o los sesenta. Dudo que hasta mis hijos puedan verlo. La magia eleccionaria cada cuatro años no existe. Solo existen caminos de barro sobre los que habrá que manejar años y años para salir adelante. No es ser pesimista, por el contrario, es entender que hay un sendero, pero que llevará tiempo transitarlo. Si llegó hasta aquí se habrá dado cuenta que busqué la brutalidad para poder indicar la gravedad de la situación en la que estamos. Con palabras complacientes y pagando viajecitos de egresados de esto no se sale.

SEGUIR LEYENDO

Guardar