La realidad económica que recibió el gobierno de Alberto Fernández era realmente mala, tanto en la situación interna como externa era muy delicada. Una economía en estanflación con una deuda externa impagable. Y siempre que asume un nuevo Gobierno la esperanza se renueva. Pero con una coyuntura marcada por el Covid-19, la coalición del Frente de Todos no pudo responder a las expectativas. El país tuvo un pésimo desempeño económico y cuestionable en lo sanitario, además de verse envuelto en diversos escándalos de índole moral, que terminaron de restarle seriedad y confianza. Todo eso definió la tremenda derrota en las PASO a nivel nacional.
Post-PASO el panorama se agrava ante la falta de seriedad institucional del kirchnerismo para asumir la derrota e intentar desestabilizar al Presidente de la Nación. Aquí la única víctima es el pueblo argentino que queda supeditado a los caprichos de la coalición de turno.
El país tuvo un pésimo desempeño económico y cuestionable en lo sanitario, además de verse envuelto en diversos escándalos de índole moral
Alberto Fernández cuando asumió ir en la fórmula con el aparato kirchnerista sabía a lo que se exponía: “Ahora hágase cargo”. Unos días después se dispusieron cambios en algunos Ministerios con mayor presencia kirchnerista aún, intentando radicalizar el Gobierno. De poco les servirá este maquillaje.
Ahora, la situación económica y social es realmente preocupante, peor que la heredada. Esta coalición ha llevado a mayor inflación, la pobreza, la indigencia y consecuentemente el gasto social a récords históricos, constituyendo estas variables un círculo vicioso del cual el Gobierno no sabe cómo salir.
El problema es que en vez de focalizarse en la producción y en la generación genuina de empleo, sigue las mismas recetas que nos han traído a esta realidad: controles excesivos del Estado, presión impositiva, confrontaciones sin sentido, emisión monetaria y elevado gasto social. Además de protagonizar situaciones que rozan la inmoralidad y la corrupción.
Frente a estos problemas, no se ve ningún plan serio para solucionar los problemas estructurales de la Argentina. Por el contrario, se siguen profundizando medidas y confrontaciones que no generan soluciones a los problemas de la gente. Cada día es más complicado vivir en el contexto que han generado.
No se ve ningún plan serio para solucionar los problemas estructurales de la Argentina
El Gobierno sigue apostando a una épica pasada que cada vez menos gente cree y a un relato que se vuelve incoherente cuando lo contrastamos con la realidad.
Otro peronismo
Lamento decir que el “peronismo” como lo entiende la coalición gobernante ha dejado de ser el partido de los trabajadores, simplemente porque en Argentina falta cada vez más el empleo remunerado. Se ha convertido, absorbido por el kirchnerismo, en el partido de las organizaciones sociales, unos pocos sindicalistas y un puñado de funcionarios y militantes fanáticos (como la docente de la Matanza). Y cualquiera que desnude esta realidad es considerado un traidor, desde su forma de entender la política. La lógica kirchnerista es simple: se es esclavo o traidor.
Ya no existe redistribución del ingreso, ni ampliación de derechos. En Argentina lo que hay es cada día menos producción, menos empleo, más inflación, más pobreza y más desesperanza. Las ayudas sociales con las que intentan tapar la deplorable situación económica son ya insuficientes, dados los niveles de inflación. Si están emparejando, lo están haciendo para abajo.
No hace falta agregar que la Argentina arrastra una recesión profunda. El PBI ha caído más de 15 puntos porcentuales durante los últimos 3 años, con niveles de inflación récord. Hace una década que se transita una profunda estanflación (recesión más inflación).
El PBI ha caído más de 15 puntos porcentuales durante los últimos 3 años, con niveles de inflación récord
Y podría ser peor si se devalúa el peso después de las elecciones de noviembre o continúa el proceso de descongelamiento tarifario. O deciden realizar una fuerte expansión fiscal basada en emisión monetaria.
En fin: “la única verdad es la realidad”. La Argentina tiene serios problemas económicos, que ninguno de los dos partidos que han gobernado durante la última década han sabido resolver. Por el contrario, ambos los han profundizado.
Se precisa retomar un camino racional, con objetivos claros a mediano y largo plazo, basados en la producción, la industria, las pyme, el empleo y la educación. Pilares básicos de cualquier país que quiera prosperar.
Como en toda economía, hay ciclos. La Argentina va a estar mejor, va a volver a crecer, siempre y cuando no esté al mando de políticos ideológicamente alineados con ideas castristas-chavistas.
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