Sangre 1-11-14

Entre la explosión y la implosión, el ecosistema narcótico se constata en la villa del Bajo Flores en la Ciudad de Buenos Aires

Guardar
(https://soclauraetcharren.blogspot.com/)
(https://soclauraetcharren.blogspot.com/)

Dios te da la vida, y yo te la saco”. Texto grabado en un arma que le fue secuestrada a un menor en el enclave Conurbano Bonaerense y que se reproduce en el discurso omnipotente y empoderado de los hijos de la droga. Los que asisten desde hace años a la continuidad del negocio. No importa la regulación de tiros, importan los mercados. La lógica de la caja.

Ya llegará el momento de volver a derramar. Ya llegará el momento de volver a tirar.

“La paciencia en éste rubro es aliada”. “Nosotros sabemos que siempre nos pueden dar piso como dicen nuestros aliados colombianos pero nosotros también les podemos dar”. “Nunca nos guardamos, nos acomodamos a lo que vos llamas verso”. “Así nos movemos en éste territorio nuestro, y nada más que nuestro”. Son algunas de las voces de la 1-11-14. Voces articuladas y pensantes del universo delictivo del bastión.

Los hijos de la droga. Los 2.0. Los que son parte natural del ecosistema narco porque es lo único que les permitieron conocer. Para ellos el poder es la calle. Para ellos el poder lo han heredado, y también ganado. El poder les pertenece. Es que la administración del delito para ellos no es recorte sino garantía de una continuidad con cambio de modales.

En su retórica dejan ver que los gobiernos los han fortalecido. “Si vos ves el verso que no estás todos los días acá, imagínate lo que vemos nosotros”. “Para nosotros cuando llega Gendarmería no cambia mucho. Cambia la rosca. Pero no vamos a pérdida’.

El bastión

La villa 1-11-14 es uno de los emblemáticos bastiones del narcotráfico de Argentina asentado en la Ciudad Autónoma de Buenos y se encuadra dentro del otro verso en materia de seguridad, Barrio Seguro. Ese slogan Cambiemista que fortaleció el tejido delictivo en detrimento del tejido social.

La 1-11-14 tiene distintas líneas internacionales operativas. La fundamental es la peruana. Línea que maneja el mercado de la cocaína y traza algunos nexos con el mercado de la marihuana colombiana (cripy). Con alta carga de THC y de costo más elevado.

La otra línea es la paraguaya. Maneja el mercado de la marihuana, y si bien es la más detectada en los procedimientos que se hicieron en el bastión, no es la más compleja.

La villa es una villa blanca que por falta de investigación criminal y de inteligencia criminal creció y crece de forma sistemática sin llegar a tocar la matriz subterránea del Narcotráfico. En dónde habiendo superávit de cocaína, lo que más se secuestra es marihuana.

La detención de Marco Estrada González fue un golpe duro para el entramado delictivo del territorio pero no definitorio. La estructura de “Marcos”, al momento de su detención, ya se había reconfigurado en redes por dentro y por fuera de la villa. El capo sabía que caería pero también sabía que tenía tiempo para rearmar el negocio más allá de su figura porque no había investigación criminal de rigor y muchos menos inteligencia de anticipación.

Con nexos con la criminalidad de Jujuy, desviados de la Tupac Amaru, Sendero Luminoso, y células mexicanas y colombianas, las redes se ajustaron a la ausencia física del líder condenado a una pena de 24 años de prisión.

La fortaleza 1-11-14 es a su vez albergue de prófugos y de sujetos con nexos interiores que vienen a hacer negocios a la Ciudad de Buenos Aires.

“Marcos” controló la venta de estupefacientes en la 1-11-14 entre los años 2009 y 2017 frente a la abulia de Nación y Ciudad. Su caja rondaba en los 14 millones de pesos mensuales.

Una postal del barrio Padre
Una postal del barrio Padre Rodolfo Ricciardelli, también conocido como Villa 1-11-14, en la Ciudad de Buenos Aires (EFE/Juan Ignacio Roncoroni)

Implosión, explosión

El tratamiento que se le ha dado a la 1-11-14 tiene dos fases que lejos de generar seguridad, es funcional a la inseguridad. Al delito complejo de narcotráfico. Y también del narcomenudeo. Allí conviven las dos expresiones del delito que se retroalimentan y necesitan. De hecho, esta última, es con la que se testea a la población en relación a las nuevas demandas, y los mercados que decantan.

La fase de la implosión convierte al territorio en un campo minado. Es la fase que llega después de la explosión.

Los “Barrios Seguros”, slogan berreta del verso en seguridad, se configuraron como campos minados. Es decir, con un slogan y el arribo de Gendarmes, comenzó un proceso de regulación de sangre en donde el narco adquiriría una forma de caracol. Se hacía invisible al tiempo que entraba en adaptación al nuevo “orden”.

En el estadío de la implosión -cuando se administra el narcotráfico/narcomenudeo- el delito complejo se reconfigura subterráneamente y abre satélites de enlace con otras bandas. Esto significa que opera sin disputa de territorio ni mercados. Se generan tácitos acuerdos. Y un fetiche de invisibilización.

Al terminar la etapa de la implosión, característica regulatoria del tratamiento de la criminalidad organizada, y la administración del caos, vuelven los muertos. Los heridos. Los tiros y la sangre.

Se asiste nuevamente al estadío de la explosión. Del derrame explícito y con jactancia. Los ajustes de cuentas. La disputa territorial. Se desarman los acuerdos tácitos. Se termina el velo de la paz. Con la nueva explosión el narco que se rearmó por debajo emerge voraz.

La política de estado que no es

Al no trazarse políticas de estado, los estadios de explosión/implosión se complejizan cada vez más dentro del universo criminal y dentro de la estructura del abordaje seguro.

Un sistema que genera inseguridad, y constata al Narcotráfico que a su vez fortalece alianzas con redes de todo el país que encuentran en el bastión 1-11-14 un tratamiento imaginario y de efectividad acomodada. Tratamiento, que por insustancial y mediocre, hasta logró corromper a sectores de Gendarmería que operaban allí. Por un lado, la venta en tiempos de implosión se mantuvo frente a la fuerza federal. Por otro lado, se halló droga dentro de la estructura edilicia de Gendarmería.

Es que administración y regulación no es luchar contra el narco. Regulación, derrame, regulación, derrame. No son políticas de estado sino parches y desidia investigativa.

Sin inteligencia criminal esto se replicará con cada paracaidista en seguridad que quiera ir a montar un show a la 1-11-14. El territorio donde “Marcos”, desde la omnipresencia carcelaria, maneja los hilos de un ecosistema intacto.

Esta nota fue publicada originalmente en el blog soclauraetcharren

SEGUIR LEYENDO:

Guardar