Según un estudio de la oficina de estadísticas nacionales británica, 1 de cada 6 personas en actividad laboral sufre de ansiedad, depresión u otro problema en la salud mental. Este número escala a 1 de cada 5 si se tiene en cuenta la dependencia al alcohol y a las drogas. Sin embargo y más allá de su frecuencia, los problemas en la salud mental suelen ser subestimados por las organizaciones como también es subestimado el impacto que estos problemas pueden tener en la productividad de sus colaboradores y de sus negocios.
Más allá de que para algunos continúe tratándose de un tema tabú, lo cierto es que con los datos que contamos resulta imposible no pensar en organizaciones del futuro que promuevan ambientes de trabajo saludables y cuiden la salud mental de sus colaboradores. Teniendo como evidencia el contexto actual, la vorágine en la que convivimos cotidianamente, los cambios en la forma de trabajo, la globalización y la inseguridad laboral producen que se intensifiquen los niveles de estrés y ansiedad de los trabajadores ante estos nuevos paradigmas. Y la realidad es que esta situación no es estática y continuará cambiando por muchos años.
En contraposición, así como el trabajo puede causar emociones como la ansiedad y el estrés, la falta del mismo puede ser igual de perjudicial para nuestra salud mental. La pérdida de empleo afecta directamente en las relaciones sociales ya que repercute en la pérdida de contacto. El trabajo representa no sólo un medio económico, sino que también es un medio para relacionarse y generar vínculos. Esto implica que, a nivel psicológico, el desempleo puede traer consecuencias como disminución de la autoestima, depresión, etc.
En la previa de un nuevo Día de la Salud Mental (10 de octubre), este es un tema que las organizaciones no debieran ignorar. No deberíamos sorprendernos con aquellas empresas que cuidan y evalúan la salud mental de sus colaboradores. Pasamos un tercio de nuestro día trabajando, por lo que es evidente que las organizaciones deberían ocuparse y cuidar la salud integral de sus colaboradores, incluyendo la salud de su mente.
Para hacerlo, las empresas cuentan con una serie de alternativas que van desde la realización de mapeos de la salud emocional que permitan generar estrategias de intervención basadas en la evidencia, la capacitación de líderes en materia de salud mental y la incorporación de actividades protectoras de la salud de la mente como el ejercicio, la alimentación saludable y el buen descanso; la flexibilidad laboral, el fomento de la autonomía y la ayuda en la búsqueda del propósito.
Entendiendo que por no tratar el problema el mismo no desaparece y entiendo a la salud como algo más que la mera ausencia de enfermedad, es necesario que las empresas tomen conciencia de la importancia de poner el tema en las mesas de discusión en la planificación del futuro que se viene.
SEGUIR LEYENDO