Chiquilín de Bachín

Dejen sus carromatos con choferes y amantes y salgan a combatir la pobreza

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Según el INDEC, la pobreza supera al 40% de la población
Según el INDEC, la pobreza supera al 40% de la población

Los diarios titularon “La Pobreza llega al 40.6% y alcanza a 18.800.000 de habitantes”. Los números y las estadísticas tienen la piedad de esconder nombres y apellidos, vuelven anónimas a las personas, las que fácilmente quedarán escondidas detrás de cuadros cartesianos con curvas y fórmulas extrañas. No hay “platita” que alcance para poder pagar millones de sopas y café con leche todos los días a infinita cantidad de pebetes que comen salteado. Vana y casi estúpida será la discusión en determinar el día y la hora exacta en que el país comenzó a sumirse en este lodazal. Ninguno tendrá la capacidad de mirarse al espejo para darse cuenta que este es un proceso que lleva décadas y del cual, en mayor o menor medida, todos somos responsables. Ojo, todos lo somos. Sin embargo, los que deben estar en la portada de los máximos responsables, son esos eternos señores y señoras que, encaramados en el poder, hacen del “gasto público” su “gasto privado”. Con que falsa hidalguía pueden subirse esos funcionarios a un auto multicolor y con chófer devenido en custodia para llegar en un santiamén a su protegida casa? O más aún, ¿con qué poder berreta pueden decidir escoger entre un helicóptero o un avión “a” o “de chorro” y volar así sobre la hambruna, para llegar a tiempo a esas reuniones de las discusiones vacías y de los choripanes repartidos?

La pobreza pasó el 40% y la indigencia (directamente casi no comer) está arriba del 10%, o sea cerca de los 5.000.000 de habitantes. Juanes, Pedros, Marías andan descalzos mangando una moneda para poder morfar. Mientras del otro lado tenemos a los escuderos de las supuestas defensas de los marginales, analizando como poner “billetitos” en los que ni bolsillos ya tienen. Ser pobre e indigente hoy es crecer sin alimentos. Y crecer sin comer es falta de desarrollo mental y físico en pocos años. Cuando nos preguntemos, desde nuestra tilinguería burguesa, “¿como es posible que estos chicos hablen mal y no se les entienda?”, la respuesta la debemos buscar en su falta de nutrición. Nos hemos convertido en una fábrica gigante, siete días por veinticuatro horas, de millares de chicos que al no comer, directamente no pueden desarrollarse. Y el no desarrollo, por fuera que nos pega en la jeta hoy, en el mañana será peor, ya que no tendremos cerebros como para poder salir de este pozo. El país está fundido y los fundidores gozan de buena salud, todos ellos, desde cualquier bancada o partido. Y, si hay excepciones, son los menos.

Largas discusiones hemos mantenido, cual falsos entendidos, acerca de si el modelo económico de crear riqueza desde arriba y esperar el efecto “derrame” hacia abajo era justo o no. Sepamos que finalmente ese modelo triunfó, ya que los arribistas a los Altos Tronos del Estado están haciendo exactamente eso, repartiendo pecunia, chapas y heladeras que no se pueden enchufar, entre un pueblo abatido, sin fuerzas y sin esperanzas. En el primer caso, desde el liberalismo y respeto a los derechos de las personas, por lo menos existe un orden de mérito, un esfuerzo, generación de riqueza y una paga de impuestos. En el segundo caso, desde el lado de los angurrientos que tapan puestos y cargos con hijos, primos, amigos y entenados no se produce ninguna fertilidad, ni se prepara el campo para sembrar, ya que todo es compra de clientelismo. Todo se convierte en un marketing canalla donde la dádiva es condicionada para ser parte de un Plan de Fidelización del Pobre (“The Argentine Loyalty & Poverty Plan”, diría algún canchero publicista). El slogan es “tomá estos regalitos, vótame y así podrás seguir estando en la cadena de la felicidad”. Siniestro por donde se lo mire.

“Chiquilín de Bachín”, fue creada hace cincuenta y dos años por los maestros Astor Piazzolla y Horacio Ferrer. No fue escrita por grupos de operaciones, prensa hegemónica ni alcahuetes pagos. Es fruto de dos sensibles del tango. Eran tiempos donde los caras sucias andaban por las noches vendiendo flores entre las mesas de miles de Boliches de Bachín. Y si tenían suerte, y la luna brillaba, sobre la parrilla podían comer retazos de ella con algo pan de hollín. Siguiendo su mágica y triste prosa, eran pibes que enterrados en su tristeza no querían amanecer. Jamás tendrían un 6 de enero. Desde el tango, nadie como el Polaco la cantó y, desde el folklore, solo la Negra. Todos sabemos de quiénes hablamos. Hay unos versos, que traigo a cuento, ya que los quisiera arrojar en la cara de los funcionarios (los que no funcionan y los que están de más): “Chiquilín dame un ramo de voz / así salgo a vender mis vergüenzas en flor / baléame con tres rosas que duelan a cuenta / del hambre que no te entendí”. Los burócratas atornillados en sus poltronas y en su alegre “pasa puestos”, no entienden el hambre ya que nunca la sufrieron ni tampoco la quisieron mirar. No vienen de tiempos donde la tostada a veces y solo a veces, tenía escuálidos y delgados hilos de manteca y como máximo dulce, se coronaba con un poco de azúcar arriba, para delicia de la purretada.

Los pibes de Piazzolla y Ferrer con sus delantales de aprender solo sabían de ceros y con pedazos de pan y tallarines se fabricaban barriletes para poder volar, sin darse cuenta que siempre se quedarían allí. Eran niños de mil años. Ser pobre es no comer. No comer es no crecer. No crecer es tener cada vez menos capacidad cognitiva. No desarrollarse es ser cada vez más bajo y más débil. En suma, ser parte de la manada de derrotados, es estar condenado al fracaso y su primo hermano, el sometimiento. Es necesario balear con tres rosas a los que dan vuelta la cara a esta caída, que no tiene dueño más que a nosotros mismos. Cada uno desde su puesto de combate deberá luchar por estos chicos. En ellos estamos todos. La lucha contra la pobreza será combatida con miles y miles de rosas arrojadas contra los patrañeros de siempre. Rosas en forma de votos, rosas en formas de ejemplos, rosas en formas de respetos, rosas en formas de no callarse, rosas en felicitar al que crece en base al trabajo, rosas al maestro que enseña con perseverancia. Quizás con las rosas, deberemos pegar algún que otro grito también, pero no podemos permitir que nos lleven puestos.

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