Gobernar es complicado, más cuando se contraen los recursos disponibles

El valor de la base monetaria es un crédito de la sociedad para facilitar las transacciones deseadas de los mandantes, no las imposiciones forzadas de dirigentes incompetentes. Éstos prohibieron una enorme gama de actividades particulares, no siempre aplicadas en el seno de la burocracia del Estado.

Las trabas agobiantes, amparadas en la crisis sanitaria, encogieron recursos, encarecieron costos y restringieron actividades creativas. Cada prohibición conlleva aumentos de gastos. Lo suspendido, prohibido, era beneficioso. Se hacía porque generaba ingresos superiores. Las prohibiciones impiden competitividades. Los pagos y gastos improductivos elevan costos de producción.

Los mayores impuestos para conformar a privilegiados que no generan ingresos empobrecen al conjunto. Se cae en la conjunción de emitir por encima de lo demandado, por mayor gasto público y prohibiciones arbitrarias que sofocan las actividades productivas del sector privado

El gráfico compara la expansión de la base monetaria con la evolución del índice de precios al consumidor, tipo de cambio oficial (MULC) y dólar libre, desde el mes de inicio de la gestión del presidente Alberto Fernández.

Las explicaciones “multicausales” de la inflación no incidieron. Los precios, tipo de cambio oficial, copiaron el curso de la emisión monetaria, a pesar de los controles, cepos, traslados de transacciones, pérdidas de reservas internacionales y variaciones de activos. El dólar libre se despegó negociando transacciones excluidas en el MULC.

En las PASO, los votantes se rebelaron, demostraron no aceptar ser juguetes para entretener a los dirigentes. Los sufrimientos innecesarios, las restricciones a las producciones valiosas para favorecer arbitrariedades estatales, contraen los ingresos y disfrutes personales.

La incompetencia es también corrupción, ausencia de la Justicia. Y sin Justicia no existe competencia.

Los países progresan según la amplitud de la relación de negocios -transacciones privadas voluntarias vs. imposiciones- decisiones forzadas por gobernantes, sujetos poderosos o bajo amenazas. En ese sentido, los delincuentes que violan sorprenden, engañan, tienen cierta conexión con la política en el subdesarrollo.

La satisfacción de las personas se vincula con las oportunidades de disfrute, trabajo, seguridad contra sorpresas indeseadas. Las sociedades prósperas incorporan gran variedad de clientes, empleos, proveedores. Cubren de riesgos entramados institucionales estables, similares a gigantescos Apps - aplicaciones digitales- facilitan decisiones, negocios, individuales comunes a grandes multitudes.

Brecha con el mundo

Los negocios en la Argentina están encogidos por desconfianzas, incertidumbres y prohibiciones de todo tipo, no obstante el interesante mercado potencial de más de 46 millones de habitantes. Suiza, con apenas 8,5 millones, Irlanda y Noruega, con 5 millones cada una, negocian con todo el planeta en volúmenes cuantiosos y rica variedad de modalidades. No sufren cepos ni reglas eternamente provisorias. Sus gobiernos facilitan acuerdos, entendimientos, abriendo toda su gente a los mercados mundiales. Abrir, liberar, acordar, son los verbos usados que expanden negocios y recursos.

Las naciones avanzan proporcionando mayores ingresos incentivando los negocios competitivos. Atrasan, empobrecen, los países imponiendo gastos y empleos frustrantes, aleatorios, desplazando los negocios sostenibles. No sorprenden las diferencias de ingresos: el suizo o irlandés promedio gana diez veces más que el argentino, USD 86.000 por año por habitante en el país “aburrido” frente a USD 8.550 anuales en el país donde los funcionarios se entretienen, aunque su gente sufra. Mientras Nestlé puede contratar libremente en todo el mundo, Arcor está constreñida por normas estrechas y cambiantes de la Argentina.

Pregunta: ¿cómo consiguen las naciones exitosas actividades enriquecedoras? Con educación, el buen trato entre las personas, la especialización en oficios valiosos, es principal. La máxima de Confucio: “no hagas a los demás lo que no deseas que te hagan a ti”. Economistas y pensadores iluminaron este tema. El enorme Adam Smith, sus contemporáneos redactores de la Constitución de EEUU, en especial James Madison; el argentino J. B. Alberdi, inspirador de la Constitución de 1853/60; Ludwig. von Mises, los premio Nobel F. Hayek, Ronald Coase, Herbert Simon, Vernon Smith y Oliver Williamson. No puedo olvidar la influencia del gran Milton Friedman, mi profesor en la Universidad de Chicago. Normas competitivas, justas para todos, engrandecen la humanidad.

La libertad y seguridad de contratar en todo el mundo es el principal recurso de los individuos y sociedades. Las naciones son tan ricas como protejan la libertad, certeza, de negociar y disfrutar los beneficios de la propiedad.

La receta contraria es la de los países empobrecidos por sus líderes y partidarios, beneficiarios a costa de la población desvalida. Donde la pobreza avanza verás engordar a muchos políticos. Tales personajes tratan a los empresarios exitosos como rivales en la disputa de poderes y les restringen negocios. Su objetivo es opuesto al beneficio de la población. Porque las sociedades exitosas alientan libertades y competencias, amenazando el poder de los gobernantes desinteresados del bienestar de las personas.

Los gobernantes siguen sin entender. Emiten pesos para pagar expensas que la población no desea, intuyendo un porvenir aún más agobiante. Como toda imposición, empobrecen a quienes la sufren.

Pasadas las elecciones de medio término, asoma un futuro ennegrecido por gastos rechazados por quienes deberán afrontarlos. Millones de abusados en el juego de la política, temerosos de los ajustes por venir. Es el legado de los que impidieron actividades valiosas, activaron la emisión de dinero, exhibiendo su menoscabo por la población. Horizontes de tiempo y objetivos divergentes, desalineados.

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