En 2021, el nivel de crecimiento económico va a ser del 7%, tenemos saldo positivo de exportaciones, hay una importante recuperación del empleo industrial, de los servicios y la construcción y hay una caída de la tasa de desempleo abierto. A pesar de todas estas son buenas noticias, los problemas estructurales siguen siendo importantes.
Tenemos el 30% de la población que, sin contar los empleos regulares no registrados, está desocupada o desalentada o realiza trabajos de indigencia.
La economía informal reúne al 45% de la fuerza de trabajo. Las transferencias de ingresos como asistencia alimentaria y los programas de empleo atienden casi al 40% de los hogares. Esto, si bien ayuda, no constituye una solución estructural. Está paralizada la inversión y no hay capacidad justamente de proyectar un plan para invertir ni para generar contratación de fuerza de trabajo en un contexto recesivo e inflacionario.
Tampoco hay señales de reformas estructurales que permitan mostrar un horizonte distinto. Son necesarias reformas en el terreno laboral, tributario, fiscal e incluso de la administración pública, pero también en los sistemas de crédito para las pymes y el desarrollo local y regional, a través de una banca capaz de promover ese desarrollo.
Hoy por hoy, la incorporación de un salario universal de emergencia sería parte del mismo problema si no está vinculado a actividades laborales, a contraprestaciones efectivas y a la creación de riqueza al interior de los sectores pobres, en términos ambientales, económicos y a nivel de inversión en capital humano y social. Una mega transferencia de recursos que atiende una emergencia pero no resuelve los problemas estructurales, sino que incluso los agrava.
El país está necesitando más inversión, más crecimiento, más riqueza y más producción de bienes y servicios. La pobreza es la punta del iceberg, es la fiebre de problemas más estructurales. Y bajar la fiebre o la pobreza en términos funcionales puede ser transferir ingresos, pero eso no se sostiene en el tiempo en cualquier economía de mercado si no están basadas en la creación de bienes y servicios.
Cómo salir de este nivel de pobreza
En ese sentido, la única forma que se sale de la pobreza es a través de la creación de riqueza y de valor a través del trabajo. Y que eso se revierta en término de ingresos para la población que está trabajando. Resulta poco probable que eso ocurra en la Argentina, pero en todo caso la salida está en la inversión y en el crecimiento.
Hay que apuntar a una estrategia en donde crezcan tanto los sectores dinámicos proveedores de divisas que usan poca mano de obra como los que, por el contrario, son intensivos en el empleo y están vinculados al mejoramiento de la calidad de vida de la población a nivel interno. Es decir, la producción de bienes y servicios de consumo alimentario y en materia de infraestructura, de vivienda, de calidad ambiental y de inversión en capital humano. Esta dupla virtuosa podría tener un efecto de reducción sistemático de la pobreza.
Como un añadido de este análisis, es importante destacar que las proyecciones que nosotros hacemos en materia de crecimiento de la pobreza dependiendo del crecimiento del PBI indican que con un crecimiento del PBI del 1% anual no sería suficiente. Estaría acompañando el crecimiento demográfico y mantendríamos niveles de 38 o 39% en 2030. Necesitamos crecer más. Con un crecimiento de 2,5%, en 2030 recién llegaríamos al mismo nivel de pobreza de 2015 con un 29 o 30%. Con solo un crecimiento del 4% anual, nos acercaremos a niveles de pobreza del 24%, cercano a los pisos que hemos tenido en los años de burbuja electoral de consumo como 2011 o 2017. Y recién atravesaríamos esto con un crecimiento sistemático del 4% de aquí al 2030.
Qué se puede esperar para el próximo resultado
Puede esperarse que para el semestre actual el resultado sea algo mejor, justamente porque está operando un sistema de obra pública, de mejoramiento de paritarias a nivel salarial a través de bonos y de aumentos a las jubilaciones. El primer semestre se compone de dos situaciones distintas: una de 38 o 39% de pobreza que dejó el primer trimestre y otra de de 42% que dejó el segundo trimestre. Este promedio, de 40,7 es resultado de esos dos momentos.
Este tercer trimestre, que incluye el efecto aguinaldo y no tuvo un mes de confinamiento sanitario, va a generar una mejora en el nivel de actividad y de recuperación de empleo y de ingresos lo cual va a mostrar un tercer trimestre mejor que el segundo de este año y que el primer trimestre de 2021.
Una ayuda económica en el tercer y cuatro trimestre hace que la pobreza pueda terminar con un número menor a los del primer semestre, pero también se va a lograr esto con este contexto de burbujas de consumo que van a impactar eventualmente ex post en el año electoral. El año que viene podemos mantener niveles altos de inflación e inestabilidad económica y social que lo que hoy tenemos.
El autor es director del Observatorio de la Deuda Social de la UCA
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