Hace unas horas escuché a los ex presidentes del gobierno español Felipe González (1982-1996) -PSOE- y Mariano Rajoy (2011-2018) -PP-.
El intercambio, más allá de los puntos de partida ideológicos de cada uno, y de mis propias convicciones, debo decir, me dio un poco de envidia.
A ambos ex presidentes los juntó el III Foro de La Toja. Ese Foro es un espacio que, conforme se plantea en su propia difusión, busca construir un espacio de diálogo entre ambas orillas del Atlántico.
Allí, los representantes de los dos sectores más influyentes de la política española desde la reconstrucción democrática de la península ibérica fueron tan elocuentes en sus diferencias como en la definición de los espacios de consenso. La madurez, profundidad y respeto del diálogo me hizo pensar que nuestro país, sin renunciar a los caminos que cada uno vea para la construcción del bienestar común, debe ingresar mas temprano que tarde en un tránsito de construcción del oxígeno esencial de la vida en comunidad desde la propia diversidad de ideas.
En particular quiero rescatar una distinción que subrayó Felipe Gonzalez como sugerencia para atravesar este momento de “nuestro” lado del Atlántico. El ex presidente español, afirmó que mientras se cree que la solución es encontrar el “exacto punto medio” en el ir y venir entre cada propuesta ideológica o política, por el contrario él considera que lo que hay que buscar es el segmento de centralidad, de modo que en ese segmento (no focal) ingresen los acuerdos más puntuales de aquello que llamamos consenso basal.
La idea es mucho más importante de lo que parece. No es el centro visto como una inexpresiva concesión de cada una de las propuestas, sino que es la centralidad, como un espacio común en donde la comunidad deposita sus expectativas respecto de lo básico para vivir en una sociedad. La centralidad es el espacio de todos, ya que en cualquier proyecto comunitario debe haber un espacio de todos.
Ahora bien, tomando como disparador esta idea y propuesta del ex presidente español y una de las voces mas respetadas del pensamiento del PSOE, creo que es momento de definir con mayor precisión las ideas que integran esa “centralidad”: más allá de las condiciones de dignidad esencial de cada uno de los argentinos y argentinas (alimentación, salud, empleo, educación y vivienda: extremos en los que a mi juicio no puede ni debe haber dudas), se trata de que todos y todas tengamos la certeza de que tenemos derecho a vivir en la vigencia del Estado de Derecho. Se trata de que no puede haber diferencias entre derechas, centros e izquierdas a la hora del resguardo de la independencia judicial, la transparencia de los jueces, la objetividad de los magistrados, la no politización de la Justicia y la no judicialización de la política, la presunción de inocencia, el derecho a defenderse, la no presión mediática a los jueces para que fallen en ningún sentido, la no persecución judicial con fines de daño al opositor político, la utilización sólo excepcional del encarcelamiento preventivo y el no uso de los sistemas de inteligencia estatal para ningún fin político o partidario.
Ningún proyecto de país puede salir a andar sin que todos tengamos la convicción de que en ningún caso está en riesgo el sistema democrático y el Estado de Derecho.
Nunca debemos olvidar que la protección del Estado de Derecho se transforma lentamente en un circulo virtuoso, pero la actuación ilegítima del Estado se convierte en forma inmediata en el peor circulo vicioso.
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