El nuevo enemigo. El colapso ambiental (Sudamericana, 2021) describe los signos de la crisis ambiental, social y política. Se refiere a los desequilibrios en la Naturaleza y su repercusión en las personas, las nuevas enfermedades, los alimentos, los incendios masivos, la crisis del agua, el deterioro del paisaje o de la cultura.
Es el momento de superar la polarización cotidiana basada en disputas menores entre los seres humanos porque hay un enemigo superior y es urgente pasar del diagnóstico a la acción.
El diagnóstico es que asistimos a una crisis climática, social y económica que afecta a los ricos y a los pobres, a los partidos de izquierda y a los de derecha, a los jóvenes y a los adultos, a los hombres y a las mujeres, a los que viven en las ciudades y en los campos.
No habrá distinciones ni lugar donde esconderse si el planeta explota.
Estamos cambiando. Hace muchos años era costumbre salir a cazar pájaros o elefantes, derrochar el agua, tirar basura en la calle; pero ahora somos conscientes de que eso no debe hacerse.
El cambio no debe ser sólo declarativo. La gravedad de la crisis ambiental requiere conciencias alteradas que pretendan cambiar el mundo sin conformarse con afirmaciones abstractas, destinadas a tranquilizar, pero no a transformar.
El dispositivo cultural que adormece a los individuos se reproduce en las acciones de gobierno ya que es políticamente correcto declarar que se desea cuidar el ambiente. Sin embargo, no hay cambios sustantivos. El resultado es una discordancia muy fuerte entre lo que se dice y lo que se hace en términos de gobernabilidad, generándose un ciclo de desconfianza generalizada cuyas consecuencias estamos viviendo.
Argentina es un país donde se habla permanentemente de grandes acuerdos que nunca se concretan, y donde no hay políticas públicas de mediano plazo y por eso los grandes temas no se resuelven, sino que se trasladan.
Argentina vive en la tragedia del encierro en lo inmediato.
Por eso la cuestión ambiental es mucho más que el cuidado de las ballenas o de los pájaros o de los glaciares.
Es un nuevo paradigma que se propone ajustar el funcionamiento del sistema económico, el social y el ambiental.
La polarización es un discurso antiguo, que sirve para la autoconservación pero no para cambiar.
Es necesario un nuevo “relato”, y por eso el libro propone cambios económicos, culturales, políticos, institucionales necesarios para superar este estancamiento.
Por eso es necesario construir un “nosotros” que reúna a todas las personas comprometidas con la solución de la desigualdad, la pobreza, la crisis ambiental, frente a un “ellos” que son todos los que por imprudencia, negligencia o egoísmo personal nos están llevando a la catástrofe.
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