El Presidente tiene que decidir si asume su condición y gobierna

El diputado nacional por la UCR analizó la crisis que enfrenta el oficialismo y el desafío que debe asumir Alberto Fernández

La última foto de unidad de Alberto Fernández con los distintos sectores del Frente de Todos.

La elección pulverizó la coalición de gobierno. Mantuvieron el voto duro que no alcanza para ganar elecciones ni para gobernar y perdieron lo que el presidente les había aportado. El presidente tiene que decidir si asume su condición de tal y gobierna.

No veo un golpe, veo un gobierno que en la derrota demuestra la razón de esta. No tienen idea para donde ir, no saben cómo manejarse cuando no tienen recursos y boicotean a los que pueden producirlos. Se miran el ombligo e ignoran a la sociedad. Es una lucha palaciega que por su intensidad tiene gran importancia institucional.

Luego de caracterizar como catástrofe política el resultado de la elección, la vicepresidenta en un mensaje que tiene contenido de proclama opositora, le reclama al presidente que honre la decisión que ella personalmente tomó, de proponerlo como candidato. Termina afirmando que por sobre todas las cosas, tomando sus palabras y convicciones también… que honre la voluntad del pueblo argentino.

No nos corresponde a la oposición meternos en las discusiones internas de la coalición de gobierno acerca de cómo se integra, como funciona y cuáles son sus caminos.

Sin embargo, cuando el debate o las diferencias en el oficialismo se expresan con irresponsabilidad e imprudencia, generando incertidumbre y zozobra, cabe desde la oposición llamar a la prudencia y a la responsabilidad.

Al gobierno la magnitud de la derrota los encierra en la lógica de pensar como se recuperan en las elecciones de noviembre, sin tener en cuenta que la desmesura de sus acciones dificulta la posibilidad de abocarse a lo que quedó en claro en la elección, que es la enorme preocupación por el deterioro de la economía, la falta de un programa que efectivamente ponga a trabajar a los argentinos.

Las PASO del 12 de septiembre fueron para la gran mayoría de los argentinos, una bocanada de aire fresco, la posibilidad de la apertura de una puerta a la esperanza. La expresión de un pueblo que hace de su voto el instrumento para cambiar las cosas. La idea de la alegría volvió a aparecer en millones de argentinos luego de un par de años muy duros de desazón, incertidumbre y fragilidad causada por la pandemia y el mal desempeño del gobierno para enfrentarla.

Los liderazgos se aprecian en los momentos difíciles, entre ellos las derrotas. Peor no puede ser lo que están exhibiendo el presidente en su pasividad y Cristina Fernández de Kirchner en su imprudencia y falta de ubicación.

El disparador de esta lamentable situación fue la renuncia acordada y presentada en conjunto por los ministros alineados con la vice presidenta

Como con casi todo lo que hace el kirchnerismo, cambia el sentido a las palabras y a los hechos. Casi siempre la presentación de la renuncia de los ministros frente a una derrota electoral de importancia es una forma de colaborar con el presidente para que reorganice su gobierno. Nadie puede inferir de lo sucedido que esto fue así. Por el contrario, es una maniobra tendiente a tomar el control de áreas decisivas del gobierno por parte de un sector.

Se vuelven a equivocar en una situación y un momento donde no hay lugar para la persistencia en el error.

El Presidente y los que en el Frente de todos expresaban alguna moderación, se fueron mimetizando con el kirchnerismo duro y fueron perdiendo identidad y sentido ellos y votos el Frente como se acaba de ver.

La vicepresidenta se empecina en su mala lectura del resultado electoral, de la situación del país, y sobre todo del camino para la salida.

El presidente, campeón mundial de la procrastinación sigue sin asumir su condición de tal.

Es una decisión que tiene que tomar solo él. Pero solo no podrá. No es la oposición la que lo debe acompañar en esto, es el peronismo que, apelando a las reservas de buen criterio que aún mantiene, debe dejar la pasividad y la indiferencia. Debe animarse a respaldar al presidente y esta vez ser ellos los que pongan en orden la casa que una vez más desordenan.

Mientras tanto, desde el lugar en que nos puso el pueblo, seguiremos trabajando para la consolidación de una alternativa consistente capaz de sacar al país de su decadencia.

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