La gestión del gobierno hasta aquí ha sido, en el mejor de los casos, desastrosa. El sinsabor de los primeros tres meses de gobierno sin pandemia, el manejo de la misma a partir del 20 de marzo del año pasado y lo que vino desde la flexibilización casi total de las restricciones hasta aquí ha sido un rotundo y absoluto fracaso.
La mitad de la Argentina pobre, un sector privado que lejos de avanzar y crecer, va cerrando lentamente sus persianas (quienes han logrado evitarlo hasta ahora), el empleo que no para de destruirse, la pobreza que cada vez se aleja más de la dignidad humana y se acerca cada vez más a la miseria, donde la mayoría de los chicos no se alimentan como corresponde, donde hay un conurbano bonaerense con más personas pobres que no pobres, con una educación devastada, con una política que parece estar de espaldas a la realidad y con un futuro al menos incierto hacen de este un perfecto resumen de la Argentina que estamos a duras penas intentando transitar.
La sociedad argentina ha atravesado lo que probablemente sea uno de los peores gobiernos de la historia
Nos quiere obligar a vivir en un país donde ante la degradación total de la calidad de vida, Alberto Fernández se comunica con su vicepresidenta, Cristina Kirchner, a través de Twitter y ella le contesta con una carta, ambos con reproches y sin nada que indique que unirán la razón para sacarnos del más absoluto pobrismo.
Los ciudadanos ya no esperan demasiado de todo esto. La sociedad argentina ha atravesado lo que probablemente sea uno de los peores gobiernos de la historia. Un Presidente que con su dedo elevado nos ha indicado sin ningún complejo que diez por ciento más de pobres no le importaban y que nos debíamos encerrar mientras él se dedicaba a infringir sus propias normas de aislamiento obligatorio. Un Presidente que intentó ir contra la propiedad privada e incluso invitó a todo aquel que no sienta culpa por delinquir, a apropiarse de lo que él considera “tierras improductivas”. Un Presidente que ante semejante desacierto en el manejo de la pandemia, la existencia del vacunatorio VIP que mostró lo más ruin de la clase dirigente y ante un faltante de vacunas que ocasionó miles de muertes que se podrían haberse evitado, lo único que atinó transmitirnos ante la inevitable salida de su Ministro de Salud de aquel entonces fue su sentimiento de pena por el alejamiento de su amigo del ministerio.
Sin embargo y a pesar de cada uno de los errores, las atrocidades y los desatinos que se fueron sucediendo a través de los meses, lo cierto es que aún se encuentran por delante algo más de dos años donde el Presidente será (y así debe serlo) Fernández, donde el país no puede seguir transitando este camino de degradación crónica. Este pedido de sentido común fue lo que los argentinos transmitieron a través de su voto y que exige toda la clase política empezar dar un giro y empezar a mirar los problemas de frente y no a gobernar suponiendo que hay detrás de sus espaldas.
No necesitamos más piquetes ni presos en libertad. No necesitamos que nos quieran dependientes
No necesitamos que nos llenen de planes sociales, de bonos a los jubilados, de precios congelados. No necesitamos que sigan hostigando a los empresarios, que carguen las culpas a los supermercados y que sigan hablando de gobiernos pasados. No necesitamos su máquina de imprimir billetes ni sus empleos públicos inventados para cubrir su propia negligencia. Tampoco necesitamos que nos prohíban exportar, ni carne ni ningún otro producto. No necesitamos caminar hacia Venezuela, Nicaragua o Cuba ni necesitamos que nos digan que somos más divertidos que Suiza y que por eso padecemos. No necesitamos más piquetes ni presos en libertad. No necesitamos que nos quieran dependientes.
Necesitamos que piensen en un país con inversión, producción y empleo. Con libertad e igualdad ante la ley. Necesitamos que nos bajen impuestos, que nos desregulen la economía y que nos dejen de asfixiar. Necesitamos que dejen de actuar con negligencia, soberbia e irrealidad. Entendemos que no saben gobernar sin dilapidar recursos, pero deben entender que esos recursos con los que supieron contar, ya no están. No queremos una Argentina populista como la plantean, ya no hay lugar. Nos han vuelto tan indignos que nos hicieron ver que este no es el país que queremos, no es el país que necesitamos y no es el país que queremos ver cuando imaginamos el futuro.