La debacle del oficialismo ratifica que sin dólares no hay paraíso

Las distorsiones de la macro seguirán aumentando y, por lo tanto, nada de lo que pase en los próximos sesenta y tres días, conseguirá que haya ingreso de capitales, al menos en un monto que se note

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Para instrumentar un nuevo programa
Para instrumentar un nuevo programa económico, primero hay que reconstruir liderazgos (EFE/Rayner Peña R)

Sabrán disculpar, pero me resulta difícil escapar a la regla que indica que “después de cierta edad uno se vuelve autorreferencial”.

Empiezo entonces por citar un párrafo de mi habitual nota de los domingos en Infobae: “…Si el resultado se parece a lo que están diciendo la mayoría de las encuestas, triunfo modesto del oficialismo en la Provincia de Buenos Aires y triunfo modesto de la oposición en el total país, o si resultara aún peor para el oficialismo, es probable que se espere más descontrol fiscal y monetario instrumentado para tratar de revertir este escenario en las elecciones de noviembre. Coordinando expectativas negativas sobre el precio del dólar y sobre la tasa de inflación…”

El escrutinio de esta noche presenta un resultado que luce aún peor, que el previsto por los encuestadores.

¿Qué significa esto en materia económica? Como mencionara, es altamente probable que el Gobierno trate de acelerar el impulso fiscal de estos meses, aumentando el gasto. Aumentar el gasto, implica emitir más pesos. Pero, como usted ya sabe, esos pesos buscarán más bienes, presionando sobre la tasa de inflación y, sobre todo, buscarán dólares.

Es altamente probable que el Gobierno trate de acelerar el impulso fiscal de estos meses, aumentando el gasto

El problema es que hay pocos dólares. Por lo tanto, tendremos al Banco Central revisando la caja todos los días, y calibrando entre liberar más importaciones, poner más cepos, e intervenir en los mercados libres, y seguir manipulando la evolución del precio del tipo de cambio para desalentar expectativas de devaluación y evitar que la brecha se amplíe aún más.

De todas maneras, todo lo que se haga no incrementará la oferta de dólares, más allá de lo poco que aporten las exportaciones de los próximos meses. Porque las distorsiones de la macro seguirán aumentando y, por lo tanto, nada de lo que pase en los próximos sesenta y tres días, conseguirá que haya ingreso de capitales, al menos en un monto que se note. Es cierto que habrá alguna que otra apuesta a que este resultado electoral, sobre todo ante el crecimiento de los candidatos liberarles y no de los identificados con la izquierda, podría anticipar mayores chances de cambio de régimen en el 2023. Pero no es menos cierto que, alternativamente, este resultado, podría generar una reacción más extrema del ala dura del kirchnerismo, en el corto plazo.

¿Tiene tiempo el Gobierno de cambiar las cosas, apurando un acuerdo con el Fondo, e intentando un programa de estabilización? Mi modesta opinión es que no

Profundizar el populismo y el autoritarismo en un país con la estructura económica de la Argentina, que tiene la oferta de dólares privatizada y descentralizada, resulta afortunadamente muy difícil.

Y atención que, deteriorada la autoridad presidencial, y discutido aún más el poder a la interna del oficialismo, en las condiciones objetivas en que está la economía argentina, aumenta sustancialmente el riesgo de descontrol nominal.

¿Tiene tiempo el Gobierno de cambiar las cosas, apurando un acuerdo con el Fondo, e intentando un programa de estabilización? Mi modesta opinión es que no.

En síntesis, sin dólares en el Banco Central y con pocas o nulas perspectivas de que aumente ese stock en los próximos meses, la economía no va a cambiar demasiado, y puede empeorar mucho, si el oficialismo intenta forzar la máquina.

En otras palabras, las condiciones que “castigaron” al oficialismo en estas primarias difícilmente puedan revertirse antes de las elecciones de noviembre y para instrumentar un nuevo programa económico, primero hay que reconstruir liderazgos.

Y con esto se completa el círculo.

Sin liderazgo, ni programa, no hay dólares. Y sin dólares… no hay paraíso.

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