Antes la gente se conocía por medio de presentaciones: el amigue del amigue, o en un bar o boliche, hasta caminando por la calle o en un viaje. Pero hace un tiempo ya que la forma más eficaz de conocer a alguien es por medio de una app de citas. Ni qué hablar desde que la gente empezó a recorrer las calles con las caras tapadas por barbijos y máscaras. Entre las prohibiciones, los protocolos y el miedo a la incertidumbre (que por ahora no se va y dudo se vaya pronto),más personas se animaron a probar el sistema de salidas por algoritmo. Y eso ha hecho que nos enfrentemos con más desconocides que con conocides.
El fin de semana pasado una amiga salió con un pibe con el que había matcheado en una de esas apps. Obviamente, en la primera cita se encontraron en un lugar público y luego de varios encuentros de birra y charla, ella se sintió segura (una seguridad absolutamente relativa y subjetiva), de poder hacer un plan más privado. Al otro día me mandó un mensaje que decía así: “Todo ok, un divino, me re tuvo en cuenta”. Por años, décadas y hasta siglos hemos naturalizado comentarios como este. “Me re tuvo en cuenta”... ¡Y claro! Si es de a dos mi ciela, ¿cómo podría no tenerte cuenta?
Mi amiga lo dijo casi que en piloto automático, la entiendo, ella quiso dejarme en claro que el chabón era un copado y no un misógino. Lo dijo como pudo, como nos enseñaron. Pero, ¿acaso debemos festejar al hombre que no nos mata? ¿Al que no nos humilla? ¿Al que no nos maltrata? Estamos tan (mal) acostumbradas a que no les importe nuestro goce y nuestro bienestar que cuando un pibe se preocupa de nuestro disfrute lo celebramos, casi como si fuera un diamante en bruto. “Boluda, me hizo acabar”, “Ay amiga, me preguntaba todo el tiempo si estaba bien, un amor”, “No sabés qué divino, re disfrutó de chupármela, le dio cero asco”, “Re bien boluda, trajo el forro él y todo”. Les juro por el amor de Dior y la vírgen de Gucci que este tipo de comentarios son muy comunes entre mujeres. Y la verdad, es muy triste que tengamos que venerar lo que en verdad debiera ser la forma natural de comportarse. No porque todes debamos manejarnos de la misma manera, ni porque todes debamos apreciar de igual forma, ni decir las mismas cosas, ni desear las mismas cosas, ¡para nada! Cuando digo “la forma natural de comportarse” me refiero a comportarnos desde la amorosidad.
La gente suele entender por amorosidad, amor y no bondad, respeto o buen trato. Yo creo que ser amoroso no implica, necesariamente, sentir amor y viceversa. No es indispensable estar enamorade de alguien para tratarlo con amorosidad. No es indispensable que el tipo quiera casarse, formar una familia y vivir felices para siempre para que disfrute y respete el goce de su compañera, compañero o compañere. A esto me refiero cuando digo que no encuentro el sentido de aclarar que soy feminista o que tal peli es feminista o que tal cosa o tal otra es feminista. El buen trato no tendría por qué aclararse.
El feminismo debería ser aquella “forma natural de comportarnos”, porque el feminismo es literalmente vincularnos desde la amorosidad e igualdad. Y la igualdad implica que no tengamos que sorprendernos cuando un macho nos trata bien, en cualquiera de los escenarios.
Nos hemos ido acostumbrando a la violencia, es muy triste, pero es cierto.
Hace unas semanas, era noticia en todos lados, tapa de todas las revistas y tema de todos los grupos, la tragedia de Afganistán. Y ahora es como si nada… el tiempo pasa, la vida sigue… ¡Pero sigue a pesar de! Y entonces agradecemos no estar en ese lugar… agradecemos que los que nos rodean a nosotras no nos hagan esas atrocidades, esa invisibilización total. Es rarísimo agradecer estar vivas, ¿no? Y no hace falta ir a extremos para que, en el fondo, siga siendo lo mismo; agradecer estar vivas.
Al final mi amiga volvió a ver una vez más a ese pibe y la pasaron súper bien. Y ahí quedó, sin pretensiones de nada más que un súper-bien. Una construcción desde la libertad y la amorosidad, como debe ser, eso es lo que en verdad importa. Entre sexos opuestos, entre los mismos, entre géneros fluidos, entre diferentes especies… ¡whatever! De novies, casades, chongueando, entre amigues, entre familia, maestres, alumnes, doctores, del bar o de Tinder, de la infancia o de Grinder… No importa quién ni qué sea le otre, todes valemos lo suficiente para ser tratades con amorosidad.
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