Feminista en falta: Garchar y adoctrinar

El exabrupto de la docente en la secundaria de Ciudad Evita, filmado por los propios alumnos, puso el foco en los grandes olvidados de la pandemia y terminó por “abrirle la cabeza” a los jefes de campaña: casi un tercio del padrón electoral tiene entre 16 y 29 años. Entre el acierto de tratar de hablarles, finalmente, y la falta de escucha y registro de los temas que les importan, ¿quién subestima a quién?

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Victoria Tolosa Paz y María Eugenia Vidal: en busca del voto joven
Victoria Tolosa Paz y María Eugenia Vidal: en busca del voto joven

Tuvieron que filmar a una profesora fuera de sí en plena clase para que a alguien se le ocurriera registrarlos. Pero la discusión ni siquiera fue sobre ellos, ni sobre su derecho a una educación de calidad y libre de violencia, sino sobre el peligro de que fueran adoctrinados. Porque nadie registró tampoco que habían sido capaces de evitar con sus propios recursos que eso ocurriera: fueron ellos los que respondieron a la docente, y también ellos quienes hicieron el video en el que se la ve maltratándolos.

Algunos de los alumnos de cuarto año que, después de más de un año sin clases, tuvieron la fortuna de participar de lo que el presidente entendió como un “debate formidable”, votarán en diez días por primera vez. Y que se los haya excluido hasta de la conversación sobre su supuesto adoctrinamiento es bastante consecuente: los adolescentes y los jóvenes fueron los grandes olvidados de la pandemia. Los que tuvieron que postergar la etapa clave de su formación de vínculos sociales sin que se los mencionara, los que relegaron su educación, sus actividades físicas, el contacto real con los amigos y los primeros amores en el preciso momento en el que se define la identidad. Los últimos en recibir vacunas, y respuestas.

La profesora de la escuela técnica que se exaltó con su alumno

A quienes sí pareció “abrirles la cabeza” la difusión del video de la escuela secundaria de Ciudad Evita fue a los jefes de campaña, que, en la recta final, parecen haber caído en la cuenta de que casi un tercio del padrón electoral tiene entre 16 y 29 años. Y en que no alcanza con hacer Tik Toks: a esos votantes también hay que hablarles de cosas que les interesen. Algo de eso debe haber querido hacer la precandidata a diputada bonaerense por el kirchnerismo Victoria Tolosa Paz, cuando dijo en el programa de YouTube de Pedro Rosenblat y Martín Rechimuzzi que “en el peronismo siempre se garchó”.

La precandidata –que se presenta en un spot como madre de tres hijos y otro al que distingue curiosamente como “del corazón”, además de ser abuela de dieciséis nietos, ¿razón demás para posicionarse como una buena interlocutora con el sector?–, dijo algo que fue tema tanto de reacciones jocosas como solemnes entre los adultos, tal vez sin medir el efecto que iba a generar entre sus verdaderos destinatarios: “Nosotros vinimos para hacer posible la felicidad de un pueblo y la grandeza de una patria, y no hay felicidad de un pueblo sin garchar”.

El problema no es el garche ni que lo diga una mujer. O no debería serlo cuando hay precandidatos varones que se pasan el decoro por las mismísimas bolas enfrente de quien quiera verlo, y además lo justifican. Que se juzgue a Tolosa por hablarle a los chicos de sexo por su nombre, o por querer hablarles, realmente no debería ser un problema cuando hay señores que parecen haberse acostumbrado al zoom, al onanismo y a rascarse los genitales sin que nadie se de cuenta, después de tanto tiempo confinados a la pantalla, y ahora atacan con virulencia misógina a quien se los haga notar –basta con leer la inefable columna en la que Fernando Iglesias pretende distinguir (¡él, víctima como hombre junto a otras minorías!) entre un supuesto feminismo válido y otro “trucho”–. No, el problema no es ese.

Victoria Tolosa Paz sobre el goce y el disfrute

El problema es que ahora se abre el cuadro y deja a varios en calzones o desnudos. El problema es que ya todos vimos las fotos de las fiestas del presidente, y los jóvenes también. Y el problema es que “siempre” es una palabra demasiado fuerte en términos de la vida de chicos y chicas que se pasaron encerrados en sus casas un año y medio de sus vidas. La precandidata oficialista debió haber sospechado que para muchos de los que votan por primera vez, la memoria del peronismo va quedar asociada, también para siempre, al año que pasaron sin garchar y por un decreto de su presidente.

No es difícil imaginar esta época resumida en el futuro más o menos así: “¿Te acordás de cuando el gobierno de Alberto nos dijo por el televisión que el sexo tenía que ser virtual, de cuando no podías ni encontrarte con tu novio porque hasta los vecinos te denunciaban, de cuando se prohibieron los amantes y los besos, y una vez por semana te retaban porque era tu culpa por irresponsable, mientras ellos se divertían igual?” Hay que reconocerle a Tolosa que en eso no mintió: a los peronistas les gusta divertirse aún cuando la fiesta es para pocos, como decía la vieja campaña de De la Rúa. Y ostentarlo de esta manera en una pandemia que obligó a la sociedad a aislarse es aún menos aceptable.

Tal vez quiénes más merecen hoy explicaciones, sobre por qué su diversión se canceló mientras los esenciales celebraban cumpleaños en Olivos como si nada, sean precisamente los que están en la edad por excelencia para hacerlo. Por eso no es subestimarlos hablarles de sexo, como dice la precandidata porteña de JxC María Eugenia Vidal. ¿O en qué deberían pensar acaso? Ni los focus groups ni los asesores aciertan a mostrarle a las candidatas lo que descubrirían por sí mismas apenas con algo de ganas de escuchar.

Vidal sobre el consumo de marihuana

Los chicos y chicas que votan por primera o segunda vez este año tienen claras muchas cosas: fluyen en gustos musicales, culturales; nacieron en la era de la diversidad sexual. Son las y los que se acostumbraron a llevar atado a la mochila el pañuelo verde del aborto legal. Tienen razones de sobra para valorar sobre todas las cosas su libertad y también para no ser indiferentes ante la desigualdad social. Por eso, esta semana la comparación de la ex gobernadora entre el porro relajado de Palermo con amigos o la pareja, y el “sin oportunidades” de la 1-11-14 o la 21-24 fue uno de los temas más comentados en chats de adolescentes, junto con el video en que el humorista Guille Aquino parodió esa postura por clasista en 2019.

Más sentido tiene quizá su idea (diluida en el mar de frases destinadas a llamar la atención) de exceptuar de impuestos por dos años a los menores de 29 en su primer empleo, aunque antes habría que ver cómo se generan las condiciones para que lo consigan. Como dijo la propia Vidal, se trata de no subestimarlos. Son una generación sobreinformada. En general, no es que no les interese la política, sino que no los seduce este panorama electoral. ¿Por qué habría de hacerlo? La mayoría de los adultos también llegamos hartos a las PASO.

Hay quienes después se sorprenden cuando, ante la llegada de un personaje que bien podría haber salido de Dragon Ball Z, pero les habla de algo que los interpela –y que está mucho más en línea con la agenda internacional y del futuro que discutir sobre el garche y el adoctrinamiento–, como minar criptomonedas, algunos se declaren libertarios. Y la verdad, no es tan difícil: se trata, ni más ni menos, de registrarlos. Estamos en problemas si el único en capacidad de hacerlo es un villano violento y misógino que pretende “aplastar” y “humillar” a sus rivales. Y no, tampoco es cuestión de cancelarlo, sino de tomar nota y afilar el discurso para que incluya los temas que les importan. Claro que ninguno de los precandidatos debería subestimarlos. Pero no como otro slogan de campaña, sino para no llevarse más sorpresas.

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