Se puede mirar la pandemia desde lo psicológico. Los argentinos somos carne de diván. Pese a que a veces no luce, somos una de las sociedades más psicoanalizadas del mundo. No por nada tenemos la mayor cantidad de psicólogos per cápita del planeta (198 por cada 100.000 habitantes). Hay otras sociedades que son más bien “prefreudianas” en las que si mencionás el concepto de “herida narcisista”, dicho con un poco de humor, piensan en cirugía.
Este tipo de heridas pueden afectar a hombres individuales, a conjuntos de hombres, o, incluso, a todos.
Estas “ofensas” -como algunos las llaman- de las que hablaremos disminuyeron, cada una en su momento, la autoestima del conjunto poblacional global a los largo de muchas centurias.
En efecto, “el narcisismo general, el amor propio de la Humanidad, ha sufrido hasta ahora tres graves heridas por parte de la investigación científica” dijo Sigmund Freud en “Una dificultad del psicoanálisis” (Obras completas, Tomo XVII, 1917).
Veamos.
La herida cosmológica: la Tierra no es el centro del Universo
El generador de ella fue Nicolás Copérnico con sus descubrimientos en el siglo XVI, aunque ya había estudios anteriores que desmentían lo que hasta entonces era una verdad inmutable.
La herida biológica: el hombre no es el soberano de todos los seres que poblaban la Tierra
En este caso el ofensor es Charles Darwin, quien por cierto -aprovecho para recordar- que se cruzó en la Patagonia con Juan Manuel de Rosas y da cuenta de ello en sus memorias. En sus estudios demostró que el
“hombre no es nada distinto del animal ni algo mejor que él; procede de la escala zoológica y está próximamente emparentado a unas especies, y más lejanamente, a otras” (Darwin en palabras de Freud).
La herida más sensible, la psicológica: el hombre y su inconsciente
El hombre se siente soberano en su propia alma, pero Freud estudió la fuerza del inconsciente en el individuo y su tensión con el consciente. Así, nos dice: “llegas incluso a identificar lo «anímico» con lo «consciente»; esto es, con lo que te es conocido, a pesar de la evidencia de que a tu vida psíquica tiene que suceder de continuo mucho más de lo que llega a ser conocido a tu consciencia (…). Lo anímico en ti no coincide con lo que te es consciente; una cosa es que algo sucede en tu alma, y otra que tú llegues a tener conocimiento de ello”.
La cuarta herida, inmunológica: la Pandemia del Covid 19
Luego de haber controlado y abatido muchas enfermedades a lo largo del siglo XX, aunque no a todas, la Humanidad se creía con un nivel alto de desarrollo de sus estudios sobre el sistema inmunológico de los hombres. Pero el Coronavirus ha venido a echar por tierra esa creencia generando, con ello, la cuarta herida narcisista, la inmunológica. Esta es una afirmación propia y novedosa.
Una crisis sanitaria global ha dejado postrado el amor propio de la Humanidad. Una caída de la que todavía no nos hemos recuperado.
Teníamos una sensación, solo una sensación, de invulnerabilidad que se ha perdido.
La Humanidad vuelve con modestia al diván.
Fin.
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