Los efectos colaterales del COVID-19 en los niños

A pesar de que tienen una menor tasa de contagio y un cuadro más leve, hay que prestar particular atención a la salud psicofísica de los menores

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Hoy, a un año y medio de la irrupción en nuestro país de COVID-19, parecería visibilizarse “una luz al final del túnel”. Si bien aún estamos lejos de terminar con esta acechanza, los conocimientos adquiridos durante este tiempo y principalmente el avenimiento de las diferentes vacunas nos auguran un panorama más alentador. El SARS-COV-2 ha venido para quedarse, pero es muy probable que, como ocurre con otros virus (el de la influenza por ejemplo), aprendamos a convivir con él y podamos morigerar sus efectos nocivos para transformarlo en una enfermedad más acotada y de menor gravedad.

Como suele ocurrir cuando nos encontramos con un enemigo muy poderoso que ataca de imprevisto, es necesario responder en forma rápida y efectiva, diseñar estrategias nóveles y originales, modificar conductas establecidas y concentrar la mayor parte de nuestros recursos para enfrentar la situación y salir airosos. Esta forzosa adaptación es imperiosa para salvar nuestro bien más preciado: la vida. Pero este esfuerzo inusitado, desmedido, no resulta gratuito, tiene siempre efectos colaterales.

El Sistema de Salud es uno de los actores protagónicos en la contienda e, inevitablemente, acusa el impacto. Centralizado en la lucha contra COVID-19, ha tenido que multiplicarse para dar respuesta en todos los ámbitos. Frente a una situación sanitaria límite, como la que atravesamos desde la aparición de la pandemia, acontecen otros problemas que es necesario atender en forma oportuna.

Desde el punto de vista sanitario estamos comprobando un preocupante aumento de otras problemáticas médicas no relacionadas con la infección viral que es prioritario abordar. Un ejemplo paradigmático lo podemos visualizar en el incremento de las enfermedades cardiovasculares. Se estima que desde el comienzo de la pandemia, las afecciones que comprometen al corazón y a los vasos sanguíneos han aumentado más del 10%. “En 2020 hubo unas 10.000 muertes más de lo que debería haber habido por causas cardiovasculares”, aseguró el presidente del Colegio Argentino de Cardioangiólogos Intervencionistas (CACI), Diego Grinfeld. “La pandemia nos ha hecho retroceder 5 escalones de los 3 o 4 que habíamos logrado avanzar”, resumió Alejandro Cherro, director de la Especialidad en Hemodinamia, Angiografía General y Cardiología Intervencionista de la UBA.

En el caso de la salud de los niños y adolescentes, a pesar de que ellos tienen una menor tasa de contagio y un cuadro de COVID mucho más leve, también han tenido que pagar costes indirectos. Las dificultades en el acceso a los controles de salud, a la vacunación, a la rehabilitación de problemáticas crónicas, entre otras, sumadas a la limitación de las relaciones vinculares con pares tendrá, probablemente, repercusiones en la salud psicofísica a las que habrá que prestar particular atención y atender en forma oportuna.

Un aspecto muy positivo para destacar es que en la Argentina, a pesar de ser un país con alta tasa de contagios -aún en los momentos más críticos-, siempre hubo disponibilidad de camas para la internación de pacientes. La utilización de plazas extrainstitucionales (hoteles, establecimientos preparados ad hoc para la internación de casos leves y la Internación Domiciliaria, entre otros) fueron de innegable valor para evitar la saturación del Sistema de Salud con las terribles consecuencias que ello hubiese ocasionado. En el caso de la Internación Domiciliaria, esta estrategia permitió no solamente atender pacientes afectados por COVID en su propio hogar, sino que, al aumentar su capacidad operativa para recibir personas afectadas por otras problemáticas que necesitaban cuidados especiales (secuelas de accidentes, personas en recuperación de un ACV o de un Infarto Cardíaco, personas con problemáticas respiratorias crónicas, entre muchas otras), fueron un poderoso instrumento para liberar las camas de internación clásica que requerían los pacientes más comprometidos.

No es el objetivo de esta nota hacer una valoración cualitativa de las acciones implementadas para el manejo de la pandemia. Algunas intervenciones fueron oportunas, otras no tanto; pero estoy convencido que nos ha servido de aprendizaje y nos permitirá superarnos.

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