“Todo pasa”, decía el anillo que usaba en el dedo meñique de su mano izquierda el ya mítico presidente de la Asociación de Fútbol Argentino (AFA), don Julio Grondona. Se lo había regalado su amigo Noray Nakis y lo usó hasta el día de la muerte de su esposa. El escándalo de las fotos (y ahora videos) por la fiesta de cumpleaños de la primera dama, Fabiola Yáñez, en la residencia de Olivos dejó grogui -no nockeado- al elenco estable de la Casa Rosada. Mientras Alberto Fernández recupera aliento y se aferra a la frase del anillo de Grondona, el poder negocia el futuro de la Corte Suprema de Justicia y define el rumbo del gobierno el día después de las elecciones.
La política argentina tuvo muchos lodazales en su historia. Pero ver a la primera línea de dirigentes tirándose con fotos inapropiadas de uno y otro lado de la grieta (y todas de políticos “enfiestados” mientras la gente sufría la pandemia), o discutiendo los carpinchos de Nordelta, logró convertir el hoy en un chiquero nauseabundo y de baja estofa en el que solo saben moverse los chanchos.
La primera en resbalar fue Elisa Carrió. Experta en el arte de la denuncia, sentirse por primera vez sentada en el banquillo de los acusados y por una “nimiedad” tan “absurda” como mariachis y 70 invitados a su último cumpleaños en Capilla del Señor, hirió su ego como nunca. A tal punto que confesó en público haber pensado por primera vez en irse del país.
Por suerte para la República, Lilita ya se arrepintió de emigrar. De lo que aún no se arrepintió, y mucho menos pidió perdón, es por la fiesta.
No era Julio, era Diciembre. No eran 10 sino 70. No era en el Interior sino en el exterior (aunque hay fotos que demuestran lo contrario). Y no estaba Dylan sino un grupo de Mariachis. Pero lo que sí está claro es que 48 horas antes de ese día la sociedad argentina pasó Nochebuena contando un máximo de 20 cubiertos si tenían la suerte de vivir en algún lugar con patio o terraza. Ese era el limite que marcaba para el AMBA y el resto de los municipios bonaerenses el DNU presidencial.
Así que Carrió como organizadora, y sus invitados Horacio Rodríguez Larreta, Mario Negri y Diego Santilli, entre otros, deberán declarar ante la Justicia en la misma calidad y por el mismo delito que el Presidente y Fabiola. 🤦🏻♀️😱🤷🏻♀️
Que discutan los panelistas de televisión y los influencers de redes sociales quién tiene mayor culpa. Y que, en todo caso, lo dirima la Justicia. Culpables o inocentes, el debate y la futura sentencia quedará en el orden de lo superficial. Cuando baje la espuma, y a los efectos electorales, las aguas seguirán divididas en los mismos porcentuales previos de la grieta, según especulan los encuestadores.
En el mientras tanto, el Poder está discutiendo el verdadero Poder. Un partido se juega en el Congreso pero su resultado define el nombre del futuro presidente de la Corte Suprema de Justicia.
El lunes 9 de agosto, sin mucho anuncio y como si fuera un trámite mas, los diputados de la oposición Cristian Adrián Ritondo y Emiliano Benjamín Yacobitti presentaron ante la mesa de entradas de la Cámara de Diputados un proyecto de ley (expediente 3365, trámite parlamentario 110) que deroga implícitamente el articulo 21 del decreto ley 1285/58.
La iniciativa propone que de ahora en más el presidente de la Corte Suprema no sea elegido por sus pares sino por herencia alternada: los primeros tres años el miembro más antiguo del tribunal y así sucesivamente. Esto evitaría, de acuerdo argumentaron los diputados opositores, ordenar la sucesión y “terminar con la rosca política”. Pero, ¿cuál es el verdadero objetivo final?
Está claro que si el proyecto se aprueba los más perjudicados serían los jueces nombrados por Mauricio Macri. Carlos Rosenkrantz y Horacio Rosatti quedarían últimos en la lista de sucesión del máximo tribunal. A simple vista, el trono quedaría para Juan Carlos Maqueda, que viste el traje de ministro de la Corte desde época de Eduardo Duhalde. Al menos eso dicen los autores. Pero Maqueda nunca tuvo esa pretensión y quienes lo conocen bien saben que pretende cuidar antes que nada su salud física que tiene algunas fragilidades.
Le sigue Elena Highton que, a sus 78 años, no pareciera estar dispuesta. Y de esta manera queda en “pole position” Ricardo Lorenzetti. ¿Quien podría haber imaginado un retorno más triunfal a la presidencia de la Corte Suprema?
Otra cosa que dirá el tiempo es el rumbo del gobierno post elecciones. Mientras juntan las esquirlas del “Olivos Photo Video Gate” no hay integrante del gabinete nacional y de la coalición oficialista que no proyecte o anhele un cambio rotundo para el 15 de noviembre. Hasta los amigos de Alberto tienen ese deseo. El único que lo niega es el Presidente.
Pero la dinámica de funcionamiento de la coalición en el poder estaría llegando a un punto sin retorno. Si bien la muletilla de hoy es “primero ganemos, después veremos”, está claro que en los últimos tiempos —en términos literarios— el rey quedó desnudo.
Y, más allá de los nombres, hay cosas de fondo que no están definidas. El acuerdo con el FMI es una de ellas. En la superficie los planetas se están alineando. Martín Guzmán sigue haciendo los deberes (¿no debería aparecer más para bancar discursivamente y con números a los candidatos en campaña?), y Cristina ya uso dos tribunas de campaña para mandarle mensajes de paz a Kristalina Georgieva, titular del órgano de crédito internacional.
Pero, por debajo, ni el Instituto Patria ni La Cámpora ni el equipo de Axel Kicillof están tranquilos.
El crecimiento que está teniendo la economía exige dólares. Mínimo para importar los insumos de las fábricas. Y Miguel Pesce pasó de su parsimoniosa quietud a decir “no va más”.
El gobernador es hoy quien más habla con Guzmán. Esta semana almorzaron y repasaron números. En La Plata preocupa que la demanda de dólares que está requiriendo la economía no se condice con el ritmo de crecimiento.
Adecuando a nuestra realidad, la frase de Bill Clinton en nuestro caso no sería la economía sino “la fuga, estúpido”. Es que en la Argentina de la democracia las disputas sangrientas de otros tiempos entre los sectores populares y la represión que sostenía el sistema se transformaron en fríos números de mercado. La fuga de capitales es la nueva manera de dominación.
Guzmán sabe que corre con la más fea. Pero se muestra seguro. Lo que en un monje shaolin no significa mucho. Cree poder domar el dólar y la inflación hasta fin de año (este mes se proyecta la mitad de inflación que en marzo) y después un acuerdo triunfal con el FMI.
Si yo fuera él estaría diagramando el Plan B. La lectura fina de las piezas dice que la resistencia al FMI será aún más fuerte después de las elecciones.
Bonus Track 1
La Ley de Etiquetado frontal fue paseada por los escenarios electorales en los últimos días por los lideres de la coalición oficialista. Pero sigue siendo tema caliente en el Congreso.
El viernes uno de los empresarios más encumbrados del sector alimenticio llegó en persona a ver si lograba morigerar parte de la redacción de la ley tal como salió del Senado.
Había conseguido por fin la entrevista con quien, le habían dicho, tenía en sus manos la llave principal. El diputado lo recibió amable. Lo invitó con café y lo escuchó casi en silencio.
El empresario convertido una vez más en lobista de su sector por un momento sintió que no se iría con las manos vacías.
“Mirá —le dijo el legislador mostrándole su atado de cigarrillos— ves como el paquete me asusta y yo igual sigo fumando? De eso se trata. Quédate tranquilo que la gente va a seguir comiendo grasas y químicos. Solo que nosotros queremos que sepa lo que está comiendo…”
PLOP. Que pase el que sigue…
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