Por una provincia municipalista

Es momento de darle institucionalidad y recursos a las autonomías locales para mejorarle la calidad de vida a la gente

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Si cada intendente se limitara
Si cada intendente se limitara a lo que la Ley Orgánica Municipal dice respecto a sus funciones y responsabilidades, los municipios estarían devastados

Es indudable que para poder comprender la realidad provincial, hay que entender primero a sus 135 municipios. Por eso es tan importante que el vínculo con los intendentes no esté condicionado por ninguna ideología ni distinción partidaria, ya que los alcaldes deben constituirse en los principales socios estratégicos para cualquier gobierno provincial. Cuando un gobernador trabaja con los jefes comunales lo que está haciendo, en definitiva, es acercarse a la gente de cada distrito y a sus problemáticas para llevar soluciones más rápidas. De eso se trata gobernar.

Asimismo, la descentralización cumple un rol fundamental para la eficiencia de la gestión local, teniendo en cuenta que impartir políticas públicas desde la lejanía del centralismo del Área Metropolitana de Buenos Aires ya ha fracasado sistemáticamente, sencillamente porque no es la misma la realidad de un distrito del Gran Buenos Aires que la de un pueblo del interior. En la provincia de Buenos Aires conviven necesidades y problemáticas muy diversas, así como también potencialidades distintas. La industria, el campo, el comercio, etc. Por eso es tan importante darle lugar a las autonomías y legitimar sus facultades, dándole los recursos que necesitan.

El municipio es el primer nivel del Estado y, con el paso de los años, ha ido incorporando cada vez más funciones de hecho. Si cada intendente se limitara a lo que la Ley Orgánica Municipal dice respecto a sus funciones y responsabilidades, los municipios estarían devastados, debido a que la provincia y la Nación muchas veces no llegan a tiempo o directamente están ausentes en muchos lugares. La seguridad es uno de los temas que más aquejan a los vecinos bonaerenses y un tema sobre el cual los intendentes han trabajado mucho y lo siguen haciendo, aún sin ser de su competencia. La salud lo mismo, la infraestructura escolar, etc.

Todo este cambio de paradigma de la responsabilidad de los municipios ha ido modificándose debido a que los vecinos entendieron que es injusto tener la primera ventanilla de reclamo tan cerca sin poder darle ninguna solución. De esta manera se fue invisibilizando la figura del gobernador, que quedó lejos y prácticamente exenta de los reclamos de la diaria en cada municipio. A partir de esto, los intendentes estuvieron obligados a responder frente a reclamos que no eran necesariamente de su competencia, y así fueron mejorando las distintas gestiones locales.

En tiempos de campaña todo esto se cristaliza de modo mucho más nítido. Los gobernadores de turno se acercan a los intendentes del mismo signo político para llegar a su electorado y asegurar la elección, y discriminan en términos de distribución de obras y fondos a los jefes comunales opositores, sin importar que en el medio esté la gente. Si bien existe un Coeficiente Único de Distribución, también existe una discrecionalidad paralela de reparto de fondos atada a las mezquindades políticas que dañan mucho a los vecinos de algunos distritos que por algún motivo eligen otra opción en las urnas.

En definitiva, mientras los dirigentes políticos no encontremos concordia para dirimir estas cuestiones, seguiremos perdidos en falsos dilemas y alejados de los problemas reales de cada persona. Es momento de darle institucionalidad y recursos a las autonomías locales para lograr una provincia municipalista y así mejorarle la calidad de vida a la gente.

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