Si bien el presidente Alberto Fernández mostró cautela sobre el rol que podrían adquirir las criptomonedas, porque no toda la población conoce cómo funcionan, dejó en evidencia que no termina de comprender el problema monetario. Aunque se podría intuir que al decir que una criptomoneda podría frenar la inflación estaría reconociendo que se está frente a un problema monetario.
En primer lugar, lo que se conoce como criptomonedas no son dinero desde el punto de vista estrictamente económico, porque para eso tiene que cumplir con tres requisitos básicos: 1) ser una mercadería que sea ampliamente aceptada como medio de intercambio; 2) ser reserva de valor; y 3) ser unidad de cuenta para la fijación de los precios de los bienes y servicios.
La función de ser unidad de cuenta es clave para permitir hacer cálculo económico a lo largo del tiempo, esto es estimar ingresos, egresos y rentabilidades.
La volatilidad en la cotización de las criptomonedas no permite hacer cálculo económico. Es como si el metro un día tuviese 100 centímetros, otro día 50 centímetros y otro 200 centímetros.
La volatilidad en la cotización de las criptomonedas no permite hacer cálculo económico. Es como si el metro un día tuviese 100 centímetros, otro día 50 centímetros y otro 200 centímetros
Tampoco las criptomonedas cumplen con el requisito de ser aceptadas ampliamente como medio de intercambio. No son tantas las transacciones que hoy en día se realizan con esos activos. Es más, salvo algún caso excepcional, no se ven productos cuyos precios de venta se expresen en esas unidades. En todo caso pueden aceptarse criptomonedas como forma de pago, pero el precio está puesto en las monedas de amplia aceptación, no hay casi precios en bitcoins o en otras similares.
Si las criptomonedas no son ampliamente aceptadas como medio de intercambio y no son reserva de valor, no son dinero. ¿Qué son, entonces? Activos financieros de altísima volatilidad en el precio por bruscos cambios en la demanda.
En efecto, si bien el bitcoin es el más conocido, actualmente existen 8.500 criptomonedas, las más conocidos tienen una oferta monetaria casi permanente, es decir la cantidad en circulación virtual no varía todo el tiempo, por lo tanto, por definición, las fuertes fluctuaciones en su cotización con otras monedas fiat responde solo a la demanda. Basta con que Elon Musk escriba un tuit apoyando o rechazando el bitcoin para que suba y baje su cotización, como moverse en una montaña rusa.
De manera que lo que se conoce como criptomonedas, no son moneda, son activos de altísima volatilidad en su cotización y que es demandado por alguna razón subjetiva del comprador que, como en todas las otras transacciones, se desconoce.
De todo lo anterior se desprende que comete un grosero error conceptual el presidente Alberto Fernández cuando cree en la posibilidad de que la adopción de una criptomoneda, que no es dinero, podría ayudar a frenar la inflación.
El primer error es considerar moneda a algo que no es tal; y el segundo que la causa de la inflación es la expansión monetaria que genera el BCRA o el aumento espontáneo de la mercadería que se utilice como moneda más allá de lo deseado por la demanda.
Un poco de historia
Por ejemplo, en la segunda mitad del siglo XV y en la primera mitad del siglo XVI, España tuvo inflación en los precios medidos en oro como consecuencia de que el metal precioso se llevaba desde América. El descubrimiento en el nuevo continente y su traslado a Europa generó un fenomenal incremento en los precios. El metal se depreció frente al resto de los bienes por la mayor oferta.
Pero supongamos que se estableciera una criptomoneda en la Argentina, eso no asegura que el gasto público baje en términos reales y disminuya el déficit fiscal. En ese caso el BCRA tendría que emitir su criptomoneda para financiar al Tesoro, así como hoy emite pesos. Prostituiría a la nueva criptomoneda de la misma forma que prostituyó al peso. Tal vez a mayor velocidad porque ya no habría que recurrir a las imprentas para fabricar billetes.
Supongamos que se estableciera una criptomoneda en la Argentina, eso no asegura que el gasto público baje en términos reales y disminuya el déficit fiscal
El problema inflacionario tiene que ver con un gasto público que es infinanciable por el sector privado vía una grosera cantidad de impuestos que ya no se pueden pagar, y por lo tanto aparece el déficit fiscal que hoy se traduce en emisión de moneda.
No se ve la diferencia entre el papel moneda actual de curso forzoso y una criptomoneda que pueda ser emitida por el Estado sin ningún tipo de restricciones; o se establezca de curso forzoso.
Antecedente de la moneda privada
Cuando Friedrich Hayek publicó Desnacionalización de la Moneda en 1976, libro que escribió haciendo un alto en la monumental obra que estaba redactando en ese momento y que originalmente fue publicada en tres tomos y se llamó Derecho, Legislación y Libertad, ya estaba pensando en la moneda privada. Es más, pensaba en la competencia de monedas privadas e imaginaba que su uso se iba a ir concentrando en unas pocas.
De manera que los adherentes a las criptomonedas no están descubriendo nada nuevo. Esos temas ya se conocen desde hace medio siglo, con la diferencia de que la propuesta de Hayek era de tener monedas en serio y no criptomonedas que no lo son. Incluso hasta se podría dejar funcionando el BCRA, pero quitándole el curso forzoso al peso. De ese modo, si el ente monetario no produce una moneda de buena calidad se extermina. No hace falta dinamitarlo para que desaparezca.
En definitiva, si hoy el peso no es confiable porque las instituciones jurídicas, políticas y económicas argentinas no pueden darle respaldo a la moneda fiat ¿Por qué creer que una criptomoneda generaría confianza con las mismas deplorables instituciones jurídicas, políticas y económicas que tenemos?
Si Alberto Fernández comprendiera que el problema inflacionario es de origen monetario, le faltaría dar un paso más, que es reconocer que el problema de fondo sigue siendo el nivel y la calidad del gasto público. Si se tiene equilibrio fiscal con un fenomenal e ineficiente gasto público, los problemas de competitividad seguirán vigentes y los salarios reales no lograrán recuperarse.
En economía no hay magia financiera, monetaria o de criptomonedas que pueda resolver los problemas estructurales. Se puede hacer cualquier cosa, menos evitar las consecuencias.
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