El desafío político de revertir la decadencia argentina

Es necesario que el próximo gobierno vaya más allá del republicanismo light y del gradualismo económico que caracterizaron la experiencia de Cambiemos

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Por republicanismo light entiendo aquel
Por republicanismo light entiendo aquel que se conforma con el cumplimiento de los aspectos formales de una democracia mientras tolera la ausencia del imperio de la ley, la extorsión piquetera en las calles, la extorsión de las huelgas docentes, la injerencia política de los sindicatos, la ausencia de independencia de la justicia, la permanencia en sus cargos de jueces corruptos (Gustavo Gavotti)

Si pretendemos que Argentina tenga chances de revertir la decadencia económica, social y cultural que nos agobia y deprime, se tienen que cumplir dos condiciones ineludibles: 1) que en las próximas elecciones y en 2023 el kirchnerismo sea derrotado y quede aislado; y 2) el gobierno que lo reemplace en 2023 vaya mucho más allá del republicanismo light y del gradualismo económico que caracterizaron la experiencia de Cambiemos con Mauricio Macri.

Por republicanismo light entiendo aquel que se conforma con el cumplimiento de los aspectos formales de una democracia mientras tolera la ausencia del imperio de la ley, la extorsión piquetera en las calles, la extorsión de las huelgas docentes, la injerencia política de los sindicatos, la ausencia de independencia de la justicia, la permanencia en sus cargos de jueces corruptos, el uso de fondos públicos para hacer política, el uso del poder del Estado para recaudar coimas, la ausencia de igualdad ante la ley, para mencionar algunos ejemplos importantes de los vicios de nuestra vida pública.

El gradualismo económico de Macri no cambió desde el inicio los principales problemas heredados. Se mantuvo un déficit fiscal de 7% del PBI, un gasto público aumentado en 12 puntos del PBI durante el kirchnerismo y una presión tributaria que ahogaba al sector productivo; se mantuvo el cierre de la economía en perjuicio de los sectores de mayor productividad; no se cambiaron las leyes laborales que ocasionan la extendida informalidad; no se atendieron los problemas estructurales que explican la decadencia educativa, etc.

En lo inmediato, el primer paso parece posible. El hartazgo con la pandemia y el pésimo manejo económico pueden erosionar la base política del Frente de Todos para bajarla del 40%. Esto podría ocurrir si Florencio Randazzo capitaliza al electorado peronista desilusionado que se fue con Sergio Massa al Frente de Todos en 2019. También es posible que la buena performance de Randazzo ocurra sobre la base de una propuesta más cercana a la oposición, abriendo las chances para el 2023 de un frente amplio opuesto a un kirchnerismo aislado.

Pero es evidente que, para contrarrestar el imán político de la franquicia peronista unida, hará falta también que los peronistas moderados se convenzan de que un peronismo unido detrás de las banderas chavistas es garantía de desastre para todos.

Falta también que los peronistas moderados se convenzan de que un peronismo unido detrás de las banderas chavistas es garantía de desastre

Pero la evolución política dentro de Juntos (por el Cambio) es también una pieza clave para llegar a una eventual alianza en 2023 que genere una verdadera oportunidad de cambio. La interna de Cambiemos decidirá próximamente si la orientación de esa agrupación política será hacia el republicanismo light y el status quo estructural de Horacio Rodríguez Larreta, María Eugenia Vidal y Diego Santilli; o hacia un republicanismo en serio y reformas económicas de fondo que son afines con el pensamiento de Ricardo López Murphy y Facundo Manes.

Los acuerdos de un frente común en 2023 no serán los mismos si en el componente no peronista de la eventual alianza predomina el pensamiento de Rodríguez Larreta. Es para ello imprescindible que Manes, López Murphy, José Luis Espert y los demás libertarios hagan una muy buena elección en 2021.

¿Es siquiera imaginable que un frente no kirchnerista en 2023 asuma una agenda de reformas republicanas y económicas de fondo? De la misma manera que después del fracaso de los 80, Carlos Menem tuvo apoyo para el programa de la Convertibilidad, ahora es posible que, tras la decadencia de la última década y el ejemplo negativo de Venezuela, un cambio parecido genere también el consenso necesario.

De la misma manera que
De la misma manera que después del fracaso de los 80, Carlos Menem tuvo apoyo para el programa de la Convertibilidad, ahora es posible que, tras la decadencia de la última década y el ejemplo negativo de Venezuela, un cambio parecido genere también el consenso necesario

Pero ¿cómo sería posible que un electorado peronista moderado o radical, tradicionalmente inclinado a las ideas social demócratas, termine apoyando una agenda de reformas liberales? La razón es que, estando nuestra realidad tan inmersa en la barbarie económica populista, la gran mayoría de reformas hacia la social democracia son coincidentes con las ideas liberales.

Tomemos por caso el modelo socialdemócrata de los países escandinavos. Ese modelo de país fundamenta su éxito económico en las oportunidades del libre comercio. Países pequeños como Suecia, Noruega, Dinamarca y Finlandia comercian mano a mano con las grandes potencias industriales.

Consecuentemente, esas economías son muy productivas y el capitalismo de amigos está muy limitado. La puja distributiva no existe, pues los sindicatos no pueden demandar aumentos salariales que no permitirían competir a la producción nacional. La educación no está dominada por el interés de sindicatos de raíz marxista como los existentes en nuestro país, a los que no les interesa educar a la gente para una vida independiente de la dádiva estatal. El subsidio directo a las familias pobres para financiar la educación privada de sus hijos ya son una realidad en varios de esos países. El sistema político es unitario y requiere un financiamiento responsable de los gobiernos locales. La seguridad social tiene garantizada su sustentabilidad con sistemas en los que el que no aporta, no se jubila; además, en el caso de Suecia, desde 1994 el principio de la capitalización individual rige en el sistema jubilatorio estatal.

El modelo socialdemócrata de los países escandinavos fundamenta su éxito económico en las oportunidades del libre comercio

El rol de las reformas estructurales

Si quisiéramos al menos emular la socialdemocracia escandinava, deberíamos hacer reformas estructurales como la apertura económica, la reforma laboral que condena a la informalidad y a la dádiva estatal, la eliminación de la coparticipación federal de impuestos que financia incondicionalmente feudos provinciales, la reforma de la seguridad social que ha sido quebrada nuevamente, la reforma de una política distributiva que entrampa en la pobreza y elimina el incentivo para trabajar y progresar.

Debemos además recuperar el equilibrio fiscal para llegar a la estabilidad de precios. Aunque obvio, no es posible ignorar la seguridad jurídica y el respeto a los derechos de propiedad que nuestro país debería asegurar y no asegura.

Debemos además recuperar el equilibrio
Debemos además recuperar el equilibrio fiscal para llegar a la estabilidad de precios. Aunque obvio, no es posible ignorar la seguridad jurídica y el respeto a los derechos de propiedad que nuestro país debería asegurar y no asegura (EFE)

Recién una vez que estas reformas nos hayan regresado a la normalidad de los países que progresan, quedará un margen para discutir entre liberales y socialdemócratas si la presión tributaria debe ser del 25% o del 35% del PBI; hasta dónde la solidaridad social debe reemplazar la responsabilidad individual, y hasta dónde debe llegar el rol regulatorio del Estado.

En conclusión, entonces, es mucho lo que se juega en las próximas elecciones, comenzando por las PASO de septiembre. La amenaza del cáncer venezolano, ahora con metástasis en Chile y Perú, es un riesgo cierto que no puede ignorarse.

Es mucho lo que se juega en las próximas elecciones, la amenaza del cáncer venezolano, ahora con metástasis en Chile y Perú, es un riesgo cierto

Pero para generar confianza no basta con ganar las elecciones de 2023. Es también necesario ejecutar un plan de gobierno exitoso que nos aleje definitivamente del populismo. Pero está claro que si el electorado sigue apoyando a aquellos que en Juntos por el Cambio están por la república light y el status quo económico se sumará un nuevo fracaso al que otra vez probablemente sucederá en 2027 un populismo cada vez más fortalecido políticamente por el crecimiento incesante de la pobreza.

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