La Ciudad Autónoma de Buenos Aires cumplió. En la primera semana de agosto los estudiantes volvieron a las clases presenciales en forma gradual, con protocolos estrictos. Pero además hubo un aliciente especial para madres y padres: 125 jardines maternales privados, donde asisten niños de entre 45 días y 3 años, que no recibían asistencia gubernamental y que vieron severamente afectada su inscripción y apertura, ahora pudieron volver a abrir.
El problema fue abordado por el gobierno de Horacio Rodríguez Larreta, quien implementó por tercer año el programa Apoyo Económico a la Primera Infancia e invirtió 53 millones de pesos destinados a bonificar, total o parcialmente, la cuota mensual para que los niños puedan asistir al jardín y madres o tutoras, e incluso sus abuelas, puedan continuar con sus actividades laborales.
Que la pandemia trajo consecuencias de distinta índole no hay dudas, en la economía, en la libertad de los movimientos individuales y en el encierro exagerado de una cuarentena eterna, que impidió ponerse a tono con la política de género para doblegar la desigualdad que genera la sobrecarga familiar al recaer en la mayoría de las mujeres.
El incentivo económico persigue además dar continuidad a la política de género y desarticular las desigualdades sobre las decisiones del gobierno nacional de no autorizar la presencialidad en las escuelas.
La educación siempre fue una oportunidad para reducir desigualdades, aprender a socializar, soñar con un futuro mejor y construir paso a paso el progreso personal y el de las familias que los contienen. En la ciudad de Buenos Aires existen los recursos para que las jóvenes generaciones se formen en las aulas con el propósito de constituirse en sujetos verdaderamente libres, con capacidad de discernir y ser dueños de decidir su propio futuro.
Es relevante tener presente el marco en que se inscribe la visión de la gestión gubernamental respecto de la formación educativa y la facilitación de mecanismos hacia las mujeres con hijos que aspiran a cobijarse en políticas de igualdad de género.
Ese es el caso de las madres y abuelas que se vieron limitadas para inscribir a sus hijos, llevarlos a los jardines maternales y pagar las cuotas correspondientes por la falta de trabajo y recursos. En esas situaciones extremas el gobierno porteño está presente y cumple esencialmente con lo que estipula la política de género, a través de acciones concretas como debe ser y no simple expresiones de deseos para la tribuna.
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