La agencia, coloquialmente llamada la “Fed”, es tal vez la organización más poderosa del mundo: sus decisiones afectan a todo el planeta. Los doce bancos regionales que la componen tienen más de 20.000 empleados y unos 400 PhDs, contratados con sueldos competitivos (sus economistas ganan USD 187.000). Pero no todos creen que sea infalible. El premio Nobel Milton Friedman sostenía que: “Ninguna otra agencia de los Estados Unidos ha mostrado tan pobres resultados por un período tan largo de tiempo, y sin embargo mantiene una alta reputación”.
La Fed tiene un doble mandato: conservar una moneda sana con una inflación controlada y tasas de interés moderadas de largo plazo y, al mismo tiempo, mantener el pleno empleo (nótese que no está dentro de los objetivos de la FED tener en cuenta lo que les ocurra a terceros países, salvo si esto afecta de rebote a los EEUU). Aún sin considerar la alerta de Gary Becker sobre las posibles contradicciones de intereses de quienes la gobiernan, debemos recordar que Hayek explica que esta no cuenta con las herramientas necesarias para llevar a cabo su tarea. Con todo esto, no debiera extrañarnos que los resultados de la Fed en sus 106 años de historia no sean especialmente halagadores.
Está claro que no logró la estabilidad de precios de largo plazo. El índice de precios más utilizado muestra un aumento promedio de 3,1% anual, lo cual implica una duplicación de los precios cada 22 años. Con los datos de Ian Webster (Official Data), podemos ver que desde 1776 hasta la creación de la Reserva Federal el índice de inflación había sido de 0,12% anual. Se mantuvo el mismo nivel en el largo plazo con períodos de carestías y rápidos aumentos de precios (por ejemplo, durante la guerra civil) seguidos por períodos de deflación. En cuanto a la volatilidad del empleo, entre el período anterior y posterior a la creación de la Fed el debate aún no ha sido saldado. Sí se puede decir que tal vez la Fed ha logrado evitar pánicos bancarios masivos (ver: Selguin, Lastrapes and White, 2010. Has the Fed been a failure?).
Lo que está claro es que la Fed ha tenido mejores y peores momentos. Aún economistas neokeynesianos como Bernanke aceptan que la política de bajas tasas de interés durante los 60′s, utilizadas para financiar enormes déficit-fiscales, tuvieron como resultado una nociva aceleración de la inflación. Paul Vaulcker (1979-1987) logró domarla con altas tasas de inflación, permitiendo que se generara la mayor expansión del PBI con menor volatilidad. Esta continuó hasta el final de la era de Alan Greenspan (1987-2006). Pasaron 25 años de tasas de interés declinante, inflación controlada y recesiones moderadas.
Lamentablemente, desde la asunción de Ben Bernanke (apodado “Helicopter Ben” por su metáfora de arrojar dinero desde los helicópteros para reactivar la economía), continuando con Janet Yellen y, actualmente, Jerome Powell, la política monetaria a sido extraordinariamente laxa. Esta fue complementada con sucesivas oleadas de “cuántitative easing” (QE), es decir, de expansiones del balance del Banco Central comprando bonos a lo largo de toda la curva de diferentes plazos. Esta política está diseñada para compensar los movimientos de los “bond vigilants” que venden los bonos de largo plazo provocando subas de los rendimientos de largo plazo cuando prevén un aumento de la inflación futura. De este modo, las políticas expansionistas e intervencionistas se han ido acrecentando.
La FED tiene un doble mandato: conservar una moneda sana con una inflación controlada y tasas de interés moderadas de largo plazo y, al mismo tiempo, mantener el pleno empleo
Además, con la pandemia hemos visto al gobierno de EEUU cada vez más activo, interviniendo con ayudas, sin cuidarse de limitar el déficit fiscal. La deuda pública pasó del 57% en 2000 al 128% del PBI en la actualidad. Por eso, desde año pasado venimos alertando sobre la probable aceleración de la inflación. Hoy vemos que eso ya ocurrió.
La economía de EEUU se recupera muy rápido: se espera un crecimiento del PBI del 7% frente a la caída de 3,5% del año anterior y la tasa de desempleo descendió al 5,9% (la Fed espera que caiga a 4,5% para fin de año). Recordemos que la tasa de desempleo promedio de las últimas dos décadas fue 6%, aunque hoy en día la Fed cree que el pleno empleo está más cerca del 4% debido a las mejoras de la tecnología de la información. El problema es que la inflación está creciendo bien por encima de lo esperado por la FED, incluso está subiendo por encima del aumento promedio de los salarios americanos. El índice de inflación (core CPI), que excluye los precios volátiles de alimentos y energía, subió 4,5% en junio, el récord de las últimas tres décadas. Si tomamos el aumento acumulado de dos años estamos frente al mayor aumento en 25 años. Los precios de las casas aumentaron un 15% el último y la bolsa generó nuevos récords.
A pesar de estos datos, Powell sostiene que mantendrá la política expansiva de tasas de interés negativas hasta 2023 y seguirá, por ahora, con la idea de comprar bonos por 1,4 billones de dólares adicionales este año. Además, sigue inflando una posible burbuja inmobiliaria comprando USD 40.000 millones mensuales de bonos asegurados con hipotecas. Powell insiste en que según sus economistas la alta inflación se debe a cuellos de botellas en la producción de chips y de autos y que, por ende, será transitoria y caerá sola.
Ocurre que las proyecciones de la FED usualmente son erróneas. Por ejemplo, un año atrás proyectaba que la inflación del consumidor sería del 1,6% en 2021. En diciembre aumentó esa proyección a 1,8% y ahora la pasó a 3,4% anual. Y probablemente volverá a revisarla hacia arriba ya que en este primer semestre viene creciendo al 6,1% anual.
El problema es que la inflación está creciendo bien por encima de lo esperado por la FED, incluso está subiendo por encima del aumento promedio de los salarios americanos
En suma, es bastante probable que la Fed esté equivocada. Es probable que tenga que subir las tasas de interés antes de 2023 y que además tenga que subirla más arriba de lo que se espera. La inflación es un animal que es difícil de encerrar una vez que se escapa.
Si es así complicará mucho el último año del mandato de Alberto Fernández, como complicó el 2018 a Macri. Recordemos que el gobierno de Fernández no ha solucionado ninguno de los problemas de la economía y Martín Guzmán lo único que ha logrado es patear para adelante los vencimientos de una deuda impagable, mientras el BCRA acumula una deuda explosiva.
Se torna vigente en estos días la vieja crítica de Friedrich Hayek a los economistas expresada en su discurso de aceptación del Premio Nobel en 1974, “La pretensión del conocimiento”:
“La teoría que ha venido guiando la política monetaria y financiera durante los últimos treinta años, y que en mi opinión proviene en gran medida de esa concepción errónea del procedimiento científicamente adecuado, consiste en la afirmación de que existe una correlación positiva simple entre el empleo total y la magnitud de la demanda agregada de bienes y servicios; ello conduce a la creencia de que podemos asegurar permanentemente el empleo pleno manteniendo a un nivel adecuado el gasto monetario total. Entre las diversas teorías propuestas para explicar el gran nivel de desempleo esta es probablemente la única a cuyo favor pueden aducirse fuertes pruebas cuantitativas. Sin embargo, yo considero esta teoría fundamentalmente falsa, y creo muy peligrosa la actuación basada en ella, como ahora ocurre”.
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