A tiempo de cambiar el tiempo

Lo que nos haya sucedido en el pasado puede ser una prisión, o una ventana abierta

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La historia del Rabi Shimon bar Abbah sólo había conocido de dolor y de pérdidas. Rabi Shimon nació hace unos 1700 años en Babilonia, pero debió dejar su casa a una edad muy temprana. Llegó entonces a la Tierra de Israel en búsqueda de un sueño para estudiar con los grandes sabios de la época. Sin embargo, la vida y la suerte siempre le fueron esquivas. Perdió a su primera esposa muy joven y también su segunda mujer falleció prematuramente. Sus dos únicas hijas desaparecieron de manera trágica. Nunca logró tener un ingreso que le permitiera sobrevivir. Marcado por la pobreza, sus compañeros solían dejarle algún dinero a escondidas debido a que se negaba a recibir ayuda alguna. La miseria lo llevaría en el final a un nuevo exilio, lejos de aquél sueño primero, en búsqueda del que vendría.

Conocedor de tiempos de sufrimiento, nos regala una perla de su sabiduría en una discusión entre los sabios del Talmud. El debate trata acerca del significado oculto de ciertas palabras de la Torá (en Midrash Tanjuma, Shemini 9:1). Los Rabíes se concentran en el término hebreo “VA-IEHÍ”, que significa “Y fue…”, palabra que se repite infinidad de veces como introducción a varias historias de la Biblia. Entonces enseñan: “VA-IEHÍ - Leshón Tzará”: “Cada vez que aparece la palabra ‘VA-IEHÍ' - ‘Y fue…', nos avisan que la historia que se narrará a continuación, hablará de angustias y de dolor”.

La palabra “VA-IEHÍ” es una palabra extraña. Contiene dos términos: “VA”: es la letra hebrea “Vav”, que en español conocemos por la letra “Y”; y, “IEHÍ”: que es el verbo “ser” conjugado en futuro, el cual significa: “será”.

Sin embargo, cuando al verbo “IEHÍ” se le anexa la letra “VAV” (por delante del término) cambia el tiempo de su conjugación. El futuro se transforma en pasado. “VA-IEHÍ”: en vez de leerse “Y será”, pasa a ser: “Y fue”.

Al pasado no lo podemos cambiar. Lo que sucedió ya es parte de la historia. Lo que haya sido doloroso o traumático no está en nuestras manos modificarlo, y lo que hayamos vivido como una bendición podremos guardarlo en la memoria. Pero el pasado queda anclado en algún lugar del tiempo. No podemos intervenir ni cambiar lo vivido.

Mientras tanto, el futuro está pintado de esperanza. Tiene los colores de las utopías. Todo puede ser, todo puede cambiar. El futuro habla el lenguaje de la renovación y la evolución. Depositamos allí nuestras ilusiones, inversiones y sueños. Es por eso que los sabios enseñan que cuando aparece la palabra “VAIEHÍ”, la historia que se relate a continuación, estará cruzada por la angustia. Porque “VAIEHI” es esa palabra extraña que transforma al futuro en pasado. Es el verbo que hace que nuestras expectativas y lo que teníamos soñado para mañana, queden atadas a algún ayer. Que nuestro destino se vea opacado por las sombras de lo que haya pasado alguna vez. Nos sucede en lo personal, en la relación de pareja o como sociedad. Cuando el futuro se hace pasado, deja de ser futuro.

Rabi Shimon escuchaba en silencio. Mientras los Rabíes traían sus ejemplos alrededor de esas letras que transformaban los tiempos, todos los fantasmas de su pasado volvían a su mente. Intentaba focalizar en los textos, en las palabras místicas y sus significados, pero los traumas de su historia se adelantaban a la música del sonido de esas letras. Entonces, cerró sus ojos para ver mejor. Ver más profundo. Ver el mañana. Con la misma lógica que sus colegas, concentró su atención en otra palabra muy similar, con la que empiezan tantas otras historias en la Biblia. Era el término “VE-HAIÁ”, que significa “Y será”. Entonces Rabi Shimon bar Abbah exclamó con un leve temblor en sus labios: “VE-HAIÁ - Leshón Simjá”: “Amigos, miren! Cada vez que aparece la palabra “VE-HAIÁ”, implica que la historia que nos contarán, hablará de alegrías”.

La palabra “VE-HAIÁ”, dijo, también contiene dos términos. “VE”: es la misma letra hebrea “Vav”, (la letra “Y”). La letra que cambia los tiempos. “HAIÁ”: es el verbo “ser”, pero conjugado en pasado, y que significa “fue”.

Al igual que con la palabra anterior, cuando al verbo “HAIÁ” se le anexa la letra “VAV” (por delante del término) cambia el tiempo de conjugación. Sólo que esta vez, el pasado se transforma en futuro. “VE-HAIÁ”: en vez de leerse “Y fue”, se lee: “Y será”.

Lo que nos haya sucedido en el pasado puede ser una prisión, o una ventana abierta. No se trata de vivir “del” pasado, sino “con” él. Atados a algún ayer, corremos el peligro de perdernos cualquier mañana. Pero cuando aprendemos a leer la memoria, es que empezamos a escribir nuestra historia. En el momento en que hacemos de las experiencias del pasado un proyecto de realización al futuro, podemos lograr incluso reescribir las páginas de cualquier ayer.

Amigos queridos. Amigos todos.

La primera palabra del texto que leemos esta semana es “Reé”, que significa “Mirá”. Nos piden alcanzar altura espiritual en la visión, para no quedarnos en lo que ven los ojos o en la manera en que hayamos leído el tiempo. “Reé” nos llama a mirar más alto, mirar más lejos.

A veces no se trata sólo de decidir entre lo bueno y lo malo, sino entre buenas decisiones o malas decisiones. ¿Cómo comenzar el día? ¿Con un “VAIEHÍ” mirando al ayer, o con un “VE-HAIÁ”, mirando al mañana? “Miremos” a Rabi Shimon. El sabio que aprendió a transformar su pasado, en mensaje de esperanza hacia el futuro.

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