Nunca nos pudimos imaginar, cuando aquel fatídico 12 de junio firmamos la Declaración Jurada dispuesta por Migraciones para la salida del país, que nuestro viaje a España -planificado prepandemia y postergado en varias oportunidades- iba a derivar en esta pesadilla atroz en la que se ha convertido esta estadía forzosa, indefinida y sin recursos en tierras extranjeras.
Jamás, ni en los contextos pesimistas a los que nos ha acostumbrado a imaginar la pandemia, pudimos prever los argentinos que por motivos de distinta índole tuvimos que llevar a cabo un viaje al exterior que, cuando firmamos la aludida declaración, nos estábamos sentenciando a asumir los costos personales, laborales, económicos y familiares de viajar por el mundo durante más de un mes (y quién sabe cuántos serán) sin el apoyo ni el acompañamiento de ninguna de las representaciones diplomáticas argentinas en el exterior, a pesar de que resultan competentes y en su constitución están dispuestas para ello.
Con mi pareja somos abogados, es decir, nos exceden muchísimas cuestiones, especialmente las atinentes al orden público y al sanitario. No tenemos capacidad alguna para evaluar la necesidad, pertinencia o conveniencia de que el Poder Ejecutivo en Argentina lleve a cabo una medida tan restrictiva y lesiva como esta. Sin embargo, lo que como afectados y quizás también como letrados fuimos observando todos los días desde que estamos en esta situación son las verdaderas consecuencias y afectaciones a nuestros derechos constitucionales que venimos sufriendo.
Esta situación no nos restringe solamente para ejercer el legítimo derecho de ingresar a nuestro país: este estatus en el que hemos caído también nos impide regresar a todo lo demás, nos priva del ejercicio de todos derechos necesarios para desarrollar una vida normal. Estas restricciones, quizás hasta necesarias, por el modo en que se han llevado a cabo nos exponen a permanecer sin el acceso a una vivienda, nos dificulta enormemente poder ejercer nuestros relativos trabajos, nos complica el acceso a la salud (a pesar de que hemos cumplido con la contratación de un seguro médico) y priva a la niña menor de nuestro grupo familiar de poder continuar con su educación, incluso en su institución educativa nos han comunicado que a partir del próximo lunes comenzarán a computarle las inasistencias por lo que tememos que indefectiblemente en las próximas semanas quedará libre.
Atravesar esta pandemia no ha sido fácil para nadie, para unos menos que para otros. Todos hemos perdido familiares, amigos, compañeros, en pos de un bien común nos hemos privado de muchísimas cosas, desnaturalizamos nuestras forma de vivir de muchas maneras. Sin embargo, nos preguntamos si siempre es tan difícil encontrar un punto medio, si a la par que se planifica llevar a cabo estas medidas, teniendo en cuenta la magnitud de lo que implican, no sería razonable que el Estado previese a la par alternativas o brindar algún tipo de solución, de ayuda, una mínima certeza de cuándo podríamos volver o mínimamente de contención, de información a quienes nos encontramos afectados del otro lado.
Creo que como nosotros, ninguno de los otros varados en el mundo pretende que nadie nos resuelva la vida ni conseguir volver a nuestros hogares sin afrontar distintos tipos de costos. Lo que nos duele como argentinos es el permanente desprecio que hemos recibido por nuestra situación, la forma en la que hemos sido ignorados sistemáticamente a pesar de la situación de vulnerabilidad en la que hemos caído frente a estas decisiones.
En nuestro caso, el Consulado de Vigo apenas se ha dignado a contestarnos un mail 30 días después de ser notificados de nuestra situación vía correo electrónico (y llamadas telefónicas mediante) y lejos de brindarnos algún tipo de orientación solamente se han limitado a respondernos todo lo que nos han dejado en claro que no hacen: “No está aprobada ningún tipo de ayuda ni de gestión que nosotros podamos realizar…. No participan del armado de los listados de pasajeros de los vuelos, tampoco elaboran listados de ciudadanos argentinos…. que se encuentren -a raíz de las reprogramaciones en curso- en situaciones de vulnerabilidad, ni realizan gestiones formales ante las aerolíneas comerciales”.
Por su parte, la Embajada Argentina en España se ha limitado a respondernos que se están comunicando con algunas aerolíneas pudiendo solucionar solamente algunos casos, pero que no pueden colaborar con nosotros porque se encuentran agotados frente a tantos pedidos manifestándonos a su vez de que mucha gente viajó sabiendo que esto podía suceder.
Esta última respuesta no es la primera vez que la hemos escuchado, ha estado presente prácticamente en todas las comunicaciones que establecimos con cada operador de las distintas instituciones argentinas y ha sido uno de los principales reclamos de quienes se manifiestan en contra de nuestro regreso.
Por eso, hemos comenzado la nota de esta manera, para tratar de mostrar cómo es nuestra situación, para tratar de aclarar que nadie se merece esto, que los argentinos varados no cometimos ningún delito, que todos nos comprometimos a adaptarnos a los requisitos de reingreso a nuestro país, a quizás sufrir algunas demoras o reprogramaciones, a permanecer en hoteles a la llegada y a costearlo de nuestros bolsillos, a encuarentenarnos el tiempo que haga falta, a abonar los PCR que se establezcan pero nadie, nadie razonablemente pudo imaginarse cuando firmó aquella escueta declaración jurada que esto podía suceder, que íbamos a quedar totalmente desamparados en el exterior durante quién sabe cuántos meses, sin la cooperación, la información ni la presencia siquiera de alguna de las manifestaciones del Estado de nuestro propio país.
Antes de salir del país nuestro vuelo de vuelta se encontraba aprobado para el día 30 de junio, Level nos lo reprogramó para el 11 de agosto desde Barcelona, a días de que llegue la fecha aún no sabemos si podremos volver en ese vuelo. Esta situación nos ha llevado a contactarnos con muchas personas en nuestra situación y recibimos testimonios de argentinos que afirman que dicha compañía fue cancelando todos los vuelos que vendieron para este mes. Hemos tratado de conseguir un vuelo operado por Iberia que salga desde Madrid (el único destino desde el cual están saliendo vuelos) y la fecha más próxima que nos han ofrecido es para finales de septiembre. Los vuelos que ofrece Aerolíneas para este mes, y que aún no se encuentran aprobados, van desde 215.000 a más de 500.000 pesos por pasaje. Llevamos viviendo más de un mes forzosamente en el exterior pero teniendo que vivir abonando el tipo de cambio de un dólar como si fuésemos turistas ¿no podrían exceptuarnos de ello? Se comenta que van a autorizar los ingresos al país por reunificación familiar, ¿aumentarán considerablemente los cupos para poder repatriar a los varados de forma simultánea? Todas son dudas, nadie nos regala ni media certeza.
Hablamos con familias varadas integradas por mujeres que están embarazadas, por personas enfermas, a nuestra familia nos tocó pasar el COVID-19 en soledad en el extranjero, ante la incertidumbre de la vuelta tuvimos que cancelar nuestro casamiento, no pudimos colaborar con familiares cercanos que en Argentina tuvieron que someterse a intervenciones quirúrgicas y no podemos estar presentes con nuestro tío, que se encuentra luchando por su vida en terapia. No es nuestra intención victimizarnos solamente poner cara a nuestra historia, para mostrar que los varados argentinos no estamos prolongando nuestras vacaciones, que aunque cada uno de nosotros tiene distintas situaciones más o menos trágicas, distintos recursos y posibilidades, todos nos encontramos ante la misma incertidumbre de no saber cuándo vamos a poder volver a nuestro hogar, a nuestras familias, sin poder siquiera planificar cómo administrarnos ni organizarnos a nivel económico, laboral, etc.
Lamentablemente nos duele en el corazón ver cómo el ser argentino ha ido perdiendo empatía, cómo ante las tragedias, dificultades y miserias humanas prevalece el dedo acusador, la deshumanización del otro, cómo se han politizado nuestras situaciones.
En la otra vereda, no queremos perder la oportunidad de agradecer a los argentinos que residen voluntariamente en España que nos han brindado todo su apoyo y a los españoles que nos han ayudado y conocido en este contexto. Todos ellos se han solidarizado con nosotros, nadie nos cuestionó. Por el contrario, ninguno de ellos pudo comprender el trato que nos está brindando nuestro estado y el desprecio que hemos recibido de algunos de nuestros congéneres.
Todo ello nos ha llevado a reflexionar sobre las dinámicas que vivimos en nuestra Argentina, ojalá que alguna vez superemos socialmente este momento, ojalá nuestros gobernantes le diesen a la vida del ciudadano argentino un poco más de valor, ojalá llegue el día en el que prevalezca la condición humana frente a cualquier situación y logremos extinguir esa práctica mezquina y lastimosamente habitual en nuestra sociedad de juzgar y desearle el mal al prójimo.
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