Estas elecciones encuentran a la Argentina sumergida en una crisis sistémica. Los ejemplos de ello son abrumadores. Se puede citar la inflación que no cesa, el estancamiento económico que supera una década, la dependencia al FMI, las tendencias devaluatorias que en el mejor de los casos serán contenidas hasta el proceso electoral de noviembre. Pero ningún ejemplo es tan lacerante como el 60% de las pibas y los pibes pobres.
Por este motivo, es saludable la bronca que se expresa en sectores crecientes de la juventud, que no compran ya los relatos gastados. Si en el pasado el kirchnerismo se jactaba de tener los votos de las generaciones más jóvenes, y destacaba que ello era una señal de su vitalidad, hoy los sucesos parecen ser muy distintos. La mayoría de las encuestas destacan que la mayoría de la juventud ya no quiere votar por el oficialismo.
Sucede que las permanentes invocaciones al “estado presente” no han servido para modificar la difícil vida que enfrenta nuestro pueblo, pero sí ha sido el sambenito para justificar la cooptación de una camarilla de advenedizos que lucran con el presupuesto público accediendo a puestos en el aparato estatal. La defensa de la “política” ha surtido el mismo efecto, porque en vez de la reivindicación de la acción desinteresada de las y los militantes, terminó siendo el relato auto- justificatorio de los que responsables de la crisis nacional que nos atraviesa. Algo aun peor sucedió con los derechos humanos, porque la cooptación estatal de muchos de sus referentes llegó a que se conviertan en cómplices de los atropellos de los Berni y cia., abriendo el peligro simbólico de manchar la causa de toda lucha emprendida por la defensa de las libertades democráticas.
Los discursos de la vicepresidenta citando raperos famosos no alcanzarán para revertir esta tendencia. La desocupación masiva, la precarización laboral generalizada, los 6 millones de estudiantes que sufrieron graves problemas de conectividad con el sistema educativo es una realidad mucho más fuerte que un discurso de campaña.
Este retroceso de la influencia del kirchnerismo en la juventud no puede ser canalizado por el macrismo, ya que en la memoria de todo el pueblo está muy fresco el fracaso de su gobierno y de su política de ajustes sistemáticos, endeudamiento serial y corruptela de sus funcionarios, incluyendo el capitalismo de amigos que también caracterizó al kirchnerismo. Lo único que la derecha de Cambiemos le ofreció a la juventud fueron puestos de trabajo descalificados en grandes empresas, que a la vez beneficiaba con subsidios del estado.
El fracaso del macrismo generó las condiciones para levanten cabeza candidatos ultraderechistas, que postulan un programa capitalista rabioso contra las conquistas populares. El exponente más característico de este fenómeno es el mediático Javier Milei. Para canalizar el descontento social, pretenden ocultar el sentido conservador de sus planteos detrás de la etiqueta atractiva de “libertario”. El sentido histórico de este término remite al anarquismo y su programa de emancipación de toda forma de opresión social, sea tanto por el capital como por su Estado. En Milei y los distintos grupos que orbitan a su alrededor el sentido es el opuesto. Su invocación a lo “libertario” es para defender que la explotación capitalista puede hacerse “libremente” sin ningún tipo de limitación, sea de leyes laborales que protegen parcialmente al trabajador o del pago de impuestos, aunque éstos solo reducen muy parcialmente la plusvalía extraída sobre la fuerza de trabajo. La definición de libertario capitalista es un oxímoron, porque un régimen basado en la explotación del trabajo ajeno y en la propiedad privada de los medios de producción nunca puede alumbrar una sociedad libre.
El planteo más proselitista de estos ´libertarios capitalistas´ es la eliminación de impuestos, algo que tiene impacto ya que la población está harta de pagarlos para sostener un Estado que se apropia de una parte de la renta nacional mientras no garantiza las condiciones mínimas de vida de la población. Sin embargo, los autodenominados “libertarios” se cuidan muy bien de explicar cómo piensan financiar ciertas funciones básicas, como la salud y la educación pública. El silencio no es casual, ya que quieren ocultar su verdadera intención de privatizarlos y/o arancelarlos. Omiten, además, que la mayor parte de los impuestos recaen sobre el consumo, es decir que los pagan los trabajadores, y no sobre el capital, que además consigue en las leyes de Presupuesto todo tipo de beneficios impositivos especiales. Nótese además la contradicción flagrante que prometen bajar impuestos y pagar al mismo tiempo la deuda pública, lo que dejar ver que tal rebaja impositiva es solo una promesa de campaña.
La aplicación del programa de estos “libertarios capitalistas” solo puede aplicarse con una represión estatal, o hablando de un modo más llano, con los tanques en la calle. Hace a la naturaleza de las cosas, por lo tanto, que las listas de Milei estén pobladas de defensores de genocidas y de negacionistas del terrorismo de Estado. Si este hecho no alcanzara para ridiculizar la apropiación indebida del término “libertario”, agreguemos que rechazan también el derecho al aborto conseguido por la gran lucha del movimiento de mujeres en la Argentina. Como bien lo marcó Pablo Stefanoni es un libro “¿La rebeldía se volvió de derecha?”, estos “libertarios capitalistas” son también una reacción machista contra la lucha emancipatoria de la mujer.
Una cuestión de fondo que debe refutarse es que los representantes de este movimiento presentan la crisis de nuestro país fuera del contexto de la crisis capitalista mundial. Para ellos el mundo va bien, pero Argentina es la que se jodió –Vargas Llosa pensaba que era solo Perú–. Estamos ante una gran vulgaridad. Los crecimientos de las deudas estatales y corporativas, la manipulación de los sistemas monetarios y de tasas de interés, el intervencionismo estatal para apuntalar determinados intereses empresariales, la huelga de inversiones, la caída de la productividad son todos fenómenos internacionales del capital, a los que debe agregarse la destrucción del ambiente como lo prueba, ahora, la pandemia.
Los países que citan como modelo los “libertarios capitalistas” en América Latina están siendo sacudidos por grandes rebeliones populares, empezando por Chile y Colombia. ¿Será por eso que los capitalistas de carne y hueso les encanta escucharlo a Milei, Espert o López Murphy pero prefieren al final los gobiernos peronistas?
En la historia del siglo XX ha sido un fenómeno recurrente que las crisis del capital terminen pariendo movimientos reaccionarios, que buscaron atraer a las masas presentando banderas prestadas. Hitler, por ejemplo, llamó a su movimiento “nacional socialista” para confundir a los obreros que seguían al Partido Socialista y Comunista. Como se ve, nuestros “libertarios capitalistas” no son tampoco originales.
Las elecciones que tenemos por delante plantean un gran desafío político: cómo procesar la experiencia crítica con los partidos responsables de la decadencia nacional, sea el peronismo o el macrismo, sin terminar fortaleciendo a esta derecha reaccionaria encubierta detrás de los “libertarios capitalistas”. Este desafío se concentra sobre todo en la juventud, que siempre está dispuesta dar el primer paso en las verdaderas transformaciones políticas y sociales.
La crisis que enfrentamos es una manifestación del agotamiento sistémico del capitalismo. En nuestro país y en el mundo, que la pandemia ha expuesto de un modo universal. La única rebeldía posible contra esta realidad indeseable puede provenir de la izquierda, que es la que levanta un programa socialista de transformación social y la abolición de toda forma de opresión y explotación, y que participa activamente de todas las luchas que nuestro pueblo libra contra tantos atropellos y por los derechos que se les niega. Así fue en el pasado y así lo sigue siendo ahora. América Latina muestra que esa rebeldía de izquierda viene creciendo, en la calle y también en las urnas. Argentina no debe quedarse atrás.
* Gabriel Solano, 1° candidato a legislador del Frente de Izquierda-Unidad en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires