Los planes asistenciales son como un arma de doble filo

Pueden paliar una situación crítica, o constituirse en una herramienta política. Reseña de los programas sociales, sus motivaciones y estado actual

Si bien no hay una definición precisa y universal de plan social, se estima que más de cinco millones de argentinos reciben algún tipo de subsidio

La palabra Phármakon, de origen griego, tiene varios significados, alguno de ellos, en apariencia opuestos, pues si bien representa a una sustancia que puede prevenir o curar una enfermedad también se emplea al tratarse de drogas o veneno. Es decir que en virtud a la cantidad y periodicidad con que se suministre, en los extremos, podría curar o matar.

Si bien las primeras experiencias sobre los subsidios al empleo se iniciaron en 1996 con los levantamientos de Cutral-Có y Plaza Huincul, en Neuquén, tras la privatización de YPF, con los Planes Trabajar I durante el gobierno de Carlos Menem los programas llegaban a pocas personas para resolver cuestiones transitorias y específicas.

Un año después, Eduardo Duhalde, lanzó en la Provincia de Buenos Aires el plan Barrios Bonaerenses que distribuía fondos a través de intendentes y punteros políticos, varios gobernadores siguieron el ejemplo implementando sus propios planes.

Para tener una dimensión del alcance de estos planes vale recordar que mientras que habían más de dos millones de desocupados se entregaban sólo 118.000 subsidios. Obviamente que los criterios de reparto eran discrecionales y con intencionalidad política.

A comienzos de este siglo mientras que habían más de dos millones de desocupados se entregaban sólo 118.000 subsidios

Esta situación ofició de caldo de cultivo para que quienes quedaban afuera se agrupen para reclamar su parte, siendo este el origen de muchas de las organizaciones piqueteras que existen hoy en día.

Más adelante, los ajustes presupuestarios efectuados durante el gobierno de Fernando de la Rúa dejaron sin recursos distribuibles, tanto a las organizaciones piqueteras como a los intendentes y punteros políticos.

Sin embargo, luego de una serie de movilizaciones que culminaron con los estallidos sociales del 19 y 20 de diciembre de 2001, se dio el marco propicio que culminó en el Frente Nacional contra la Pobreza creando un seguro de empleo y formación para todos los desocupados. Se podría marcar este como hito en un cambio de modelo, universalizando a los subsidios.

Luego de una serie de movilizaciones que culminaron con los estallidos sociales del 19 y 20 de diciembre de 2001, se dio el marco propicio que culminó en el Frente Nacional contra la Pobreza creando un seguro de empleo y formación para todos los desocupados (EFE)

De esta forma, el novedoso Plan Jefas y Jefes de Hogar, alcanzó a más de dos millones de beneficiarios con un criterio de asignación universal. Para conseguirlo, ya no era necesario pertenecer a determinado partido u organización, al menos en teoría, sino reunir tres condiciones: no tener trabajo, ser jefe de hogar y tener chicos en edad escolar.

20 años de planes sociales

Es muy fácil opinar sobre una situación con los hechos consumados, sin embargo, resulta muy útil analizar lo que pasó para aprender sobre la experiencia y, si resulta conveniente, hacer cambios para mejorar los resultados.

La crisis del 2001 demandó para su transición herramientas extraordinarias. La pesificación asimétrica, el esfuerzo compartido, o el Boden 2012, fueron algunas de las utilizadas para resolver las cuestiones entre ahorristas, inversores, deudores y acreedores. Todas ellas medidas circunstanciales y extraordinarias que buscaron resolver una situación puntual. Más allá, de si una parte salió beneficiada o perjudicada el procedimiento permitió sortear la situación. El resultado de estas acciones fue la resolución de los conflictos entre las partes luego de una brutal devaluación y ruptura de contratos.

Para el caso de los trabajadores que habían perdido sus empleos los planes sociales sirvieron de paliativo para enfrentar un mercado laboral sin demanda.

El programa de mayor envergadura es la Asignación Universal por Hijo alcanza a más de 3,8 millones de personas

Si bien no hay una definición precisa y universal de plan social, se estima que más de cinco millones de argentinos reciben algún tipo de subsidio. El programa de mayor envergadura es la Asignación Universal por Hijo alcanza a más de 3,8 millones de personas.

Si a esto se incorporan otros tipos de subsidios como han sido el congelamiento de tarifas o al transporte público de pasajeros, se llega a la conclusión que todos somos asistidos.

En perspectiva, luego de 20 años de planes sociales se ve a los políticos más preocupados en cómo aumentar y distribuir mejor los fondos destinados a la asistencia social que a cómo resolver el problema.

Se ve a los políticos más preocupados en cómo aumentar y distribuir mejor los fondos destinados a la asistencia social que a cómo resolver el problema de fondo (EFE)

Presión tributaria insostenible, deuda pública en pesos, en moneda extranjera y emisión de pesos son las típicas herramientas con las que han contado los dirigentes. En pos de tapar un agujero negro, imposible de llenar, muchos dirigentes políticos son capaces de comerse a la gallina de los huevos de oro en lugar de aprovechar la potencialidad que ofrecen los recursos naturales, humanos y de infraestructura que tiene nuestro país y ponerlos a producir para generar empleo y riqueza distribuible.

Los programas asistenciales y los artilugios contables pueden servir para sobrellevar una circunstancia temporal, pero cuando el tratamiento se vuelve crónico la medicina pierde efecto, lo extraordinario se convierte en habitual y lo temporal se vuelve eterno.

Círculo vicioso

A la vista de la evolución durante estos años, solo se ve el aumento de la población que merece ayuda, y es obvio. Tanto la presión tributaria como el impuesto inflacionario constituyen fuentes de ingreso para que el Estado pueda financiar un modelo de subsidios crecientes, el problema es que todos ellos desalientan la inversión y el trabajo, retroalimentando un círculo vicioso y tramposo.

Al igual que con el Pharmakon griego, los subsidios en general son medicinas para atacar síntomas, como la desocupación o el hambre, que no resuelven el tema de fondo que es la falta de trabajo digno y bien remunerado.

Los subsidios en general son medicinas para atacar síntomas, como la desocupación o el hambre, que no resuelven el tema de fondo que es la falta de trabajo digno y bien remunerado

Cuando el remedio se vuelve permanente y se da en altas dosis corre el riesgo de volverse veneno, enfermando a quien lo toma, llevándolo quizás hasta la muerte. Atacar al tema de fondo no demandará mayores recursos ni dejar al amparo de la buena de Dios a las personas que más necesitan.

Diseñar planes de asistencia y desarrollo basados en el fomento de ecosistemas de producción, comercialización y consumo servirán de puntapié inicial para dar origen a nuevas oportunidades de negocio y de empleo.

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