Golpes bajos en el barro opositor: Larreta vs Manes a matar o morir

La sucesión anticipada de Mauricio Macri está dejando de lado la caballerosidad que puede tener la disputa interna entre sectores del mismo espacio político

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Facundo Manes es un recién
Facundo Manes es un recién llegado, pero detrás tiene un partido centenario que conoce de golpes bajos y que no le hace asco al barro de la política

La batalla bonaerense es un verdadero lodazal que preocupa a todos pero donde nadie afloja. Mientras tanto el oficialismo unificó tropa en todos lados menos en Santa Fe. Juan Zavaleta asume el miércoles en Desarrollo Social. Alberto busca opciones para Defensa.

“Quien esté libre de pecado que tire la primera piedra…” La frase bíblica recuerda el momento en que Jesús salva de morir apedreada a una mujer adúltera. Con solo releer ese capítulo de la Biblia según San Juan alcanzaría, posiblemente, para que la oposición calmara el frenesí sanguinoliento con el que empezó la batalla electoral en la provincia de Buenos Aires. Pero esta veta redentora del cristianismo parece haber sido dejada de lado hasta por la mismísima Elisa Carrió. Juntos (por el Cambio) se convirtió en los últimos siete días en un lodazal del que nadie, a simple vista, puede salir indemne.

Si bien las gigantografías y lunetas de colectivos desplegadas en todo el conurbano muestran el rostro de Diego Santilli como candidato a diputado 2021, está claro que la batalla contra Facundo Manes no tiene como objeto la obtención de una banca sino clausurar la posibilidad de que el neurocientífico se convierta en un competidor serio de Horacio Rodríguez Larreta en el 2023.

Con Mauricio Macri varado (o ¿autoexilado?) en Europa y Patricia Bullrich sedada con cargos y contratos, Manes irrumpió en el universo de la coalición opositora como una piedra en el zapato que nadie esperaba. Acostumbrado a tener todos los hilos bajo su control, el Jefe de Gobierno está dispuesto a jugarse al todo o nada con tal de matar el yuyo que le empezó a crecer en el jardín. Y si bien Manes es un recién llegado con la fuerza de lo nuevo, detrás hay un partido centenario que conoce de golpes bajos y que no le hace asco al barro.

Un ejemplo alcanza. El viernes por la noche uno de los canales de noticias dedicó cuarenta minutos centrales a darle voz a la historia de Natalia Cohan de Kohen, la pintora mendocina que acusa a Manes de haberse complotado con sus hijas para quitarle sus derechos civiles y encerrarla en un psiquiátrico. Una historia longeva en la Justicia que reflotó Carrió en estos días.

“Estamos acostumbrados a la doble vara de Lilita. Cuando almorzamos con ella e intentó que Facundo aceptara ir detrás de su candidatura fue muy clara: te conviene venir conmigo así no te reflotan esa causa…”, dijo, revela uno de los asesores de la campaña radical.

Los manesitos no se quedaron atrás. Después de advertirle a Rodríguez Larreta que no se gaste el presupuesto de la ciudad en la Provincia, Manes lanzó ayer su spot de campaña: “Quise ser médico como el gran René Favaloro”, relata él mismo en off como al pasar. Está claro que en el imaginario de cualquier avezado en política el suicidio de Favaloro denunciando corrupción, remite instantáneamente al paso de Horacio RL por el PAMI y la deuda con la Fundación del cardiólogo.

En el medio, el Gobierno mira el duelo y aplaude desde la primera fila. A días de reconocer que la cepa Delta del Covid ya tiene circulación comunitaria en medio de un relax absoluto de las medidas sanitarias, no hay nada que le venga mejor al oficialismo que el chiquero opositor.

Hubo un intento de mediación entre las partes. El miércoles María Eugenia Vidal intentó desplegar bandera blanca ante Gerardo Morales. Pero el radicalismo está que trina por los misiles de Carrió. “Si Horacio quiere ser Jefe que la pare a Lilita. Escudándose atrás de ella es fácil tirar la piedra y esconder la mano”, contestó el gobernador.

Pero la tirria radical oculta también otros orígenes. Morales, Ernesto Sanz, Mario Negri y Alfredo Cornejo están convencidos de que Larreta utilizó a su aliado en la ciudad Martín Lousteau para dividir al radicalismo en varios distritos del interior.

La principal prueba la tuvieron en Córdoba. Cuando la lista de unidad estaba acordada para que todos estuvieran adentro, un llamado nocturno de Lousteau a Rodrigo De Loredo rompió en pedazos el equilibrio partidario. Los radicales no están dispuestos a perdonar tan fácil y si bien lo metieron adentro en el acuerdo en Buenos Aires (donde se supone que Lousteau juega en contra de Larreta) recelan del senador a quien casi lo consideran un caballo de Troya.

En rigor, en los alrededores de Manes las teorías paranoicas surgen por doquier. Hasta se siente infiltrados. Del equipo de publicistas surgió la idea de que la coalición opositora usara el rojo como color para las Paso y los radicales lo propusieron en la mesa de trabajo conjunta con el PRO ¿sin darse cuenta de que la principal característica estética del candidato que enfrentaban era su color de pelo? 🤣 🤣

Pero en el comité de campaña de Manes no son todas pálidas. Desde la época de Leopoldo Moreau y Raúl Alfonsín que no se veía al partido tan movilizado. Si bien al pasar la gorra por el establishment no tuvieron tanto éxito como esperaban (“Horacio los apretó y eso no se hace”, alegan) el bloque de legisladores provinciales recaudó en solo una charla con Facundo la friolera de cien millones de pesos. Nada despreciable para una campaña que demandará muchos más.

En el otro rincón del ring político, el oficialismo tuvo una semana no menos crítica. Si bien logró apaciguar los ruidos de la mayoría de los distritos en la provincia, el Chivo Rossi en Santa Fe despertó todo tipo de alertas. Atrás de la interna en esa provincia hay razones personales (la muerte de Miguel Lifschitz envalentonó a todos para buscar ese espacio de líder perdido) y también palaciegas.

Rossi no solo era el ministro de Defensa. Era el hombre en el que descansaba Alberto Fernández cuando las misiones le podían quedar grandes a Santiago Cafiero por falta de expertise. A él lo sentó el presidente en su nombre para negociar con el kirchnerismo la lista de unidad del PJ, por ejemplo. Con él hablaba muchas veces de situaciones mucho más complejas que el despliegue militar en el país.

Rossi cedió a todos los planteos que le hizo el gobernador Perotti a través de Cafiero. Primero cedió los dos lugares en el Senado. Después se bajo él mismo de la lista y por ultimo accedió a que el gobernador pusiera también el primer candidato en Diputados. Su paciencia se terminó cuando Perotti además de los dos candidatos a senadores se plantó en pedir los dos primeros lugares en Diputados (de un total de tres o cuatro diputaciones posibles). “La verdad es que tenés razón, no te deja salida”, concluyó el Jefe de Gabinete dandole vía libre al Chivo para que buscara su propio camino.

El miércoles Rossi se enteró yendo a un canal de televisión de que su salida del ministerio era inminente. Lejos de sangrar por la herida, aseguró que nadie en Santa Fe le puede ganar en su lealtad a Cristina y a Alberto.

Hay quienes ven detrás de su aventura un guiño de La Cámpora que, en rigor quedó del otro lado en la interna, es decir, junto a Perotti. Pero lejos de eso, las voces autocríticas que se sumaron el oficialismo no tuvieron solo a Cafiero como objetivo sino a la impasividad del ministro del Interior Wado de Pedro en este entuerto.

Llegado al gabinete con los oropeles de armador de la alianza opositora, Wado empieza a recibir los reclamos de quienes sienten que “nunca paga el precio de nada y que está más atento a su propia imagen (que incluye masajes capilares) que a trabajar por todos”(sic).

Está claro que si bien con herramientas más estalinistas que la oposición para cerrar internas, el gobierno no deja de ser una olla a presión que se mantendrá cerrada posiblemente hasta las elecciones.

En el mientras tanto, el miercoles asumirá Juanchi Zavaleta en el ministerio de Desarrollo Social. Hasta anoche ni Alberto Fernandez sabía aún a quien poner en Defensa.

Bonus Track Uno

La difusión de los ingresos a la residencia de Olivos en el último año no sólo desató la grieta política furibunda en las redes sino que reavivó las peores características de algunas figuras del espectáculo. “Buen día #yonoestuveenOlivos” disparó envenenado Angel De Brito el viernes en un comentario que podría haber pasado como una ironía más de no ser por la contestación a un seguidor: “Flor de Gaterío”, insistió en obvia alusión a la operación desatada en las redes contra su competidora en el rating televisivo, Florencia Peña.

Ensuciar a una colega con treinta años de trayectoria con tanta liviandad y utilizar el poder de las redes de manera tan nauseabunda logró la reacción de todo el ámbito artístico que se solidarizó con Florencia.

De Brito no fue el único en dar información absolutamente parcial. Peña estuvo en Olivos en el inicio de las restricciones de circulación para intentar encontrar una salida a los cientos de colegas que quedaban sin trabajo. Pero no fue la única. Aunque De Brito omitió el dato, sus propios jefes Adrian Suar (27/4) y Marcelo Tinelli también pasaron por Olivos en esos mismos días, así como Alejandra Darín y Susana Rinaldi.

Claro que ninguno le compite ni puede ganarle en el rating. El barro no es solo de la política.

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