DNI para personas no binarias: el después de la ley y el sostén colectivo que garantiza nuestros derechos

Esta nueva expansión de derechos nos invita a preguntarnos y re-preguntarnos quiénes queremos ser. Tal vez no lo sepamos aún, pero esa decisión, sea cual sea, no puede (no debe) estar regida por el discurso público

Hace exactamente diez días ocurrió algo muy especial para todes nosotres. Después de años (y siglos) de lucha por los derechos de la identidad de género, hemos sido escuchades. Cada terreno que ganamos es un merecido reconocimiento por tanto esfuerzo.

¡Qué ilusión! Nos llena de alegría saber que las nuevas generaciones crecerán con un poco más de justicia social, con un poco más de posibilidades, con más apertura.

Todo la militancia fue (y es) para eso; ¡para ustedes! Para que sean quienes elijan ser y no quienes le impongan, para que les guste quien ustedes quieran y no quienes deban, para que les llamen con el nombre y pronombre que les identifica y no el que otre piensa que es el correcto. Sí, el veintiuno de julio de 2021 nos hemos convertido en el primer país de Latinoamérica en autorizar el Documento Nacional de Identidad (DNI) para personas no binarias. Y sí, también en el primer país de Latinoamérica en poder garantizar el derecho a la identidad de género de todas, TODAS, las personas que no se perciben a sí mismas con los géneros masculino o femenino.

De solo pensarlo se me pone la piel de gallina y lo primero que me sale es agradecer a todes les que se animaron a defender sus derechos, sus lugares y sus deseos. Pero ojo, esta sensación de triunfo puede ser engañosa. Sabemos que las cosas tienen su proceso largo, muchas veces tan largo que pensamos que ya nada tiene sentido. Solo que sí lo tiene, porque esa perseverancia es la que nos hizo conseguir la ley de matrimonio igualitario, la ley de la legalización del aborto seguro y gratuito y tantos otros derechos bien ganados que hemos ido adquiriendo.

Eso, chiques, es la movilización; nosotres en manada alzando nuestras voces hambrientas de una justicia que poco nos da para comer. Es el terreno allanado que nos han dejado las viejas generaciones y el cual queremos dejarles a ustedes.

Como le dije a mi amiga Maui hace poco: mi generación se empapó del rock de la tuya. Si no hubieran habido mujeres como ella, personas como ella, revolucionarias, nosotres no estaríamos tan avanzades en la lucha. Ese rock lo venimos arrastrando y engordando cada día más y son ustedes les responsables de seguir llenándolo con música, con todos los géneros posibles y con los que parecen imposibles también.

Hace unos años vi una película, mejor dicho, un peliculón. Girl es una película belga dirigida por Lukas Dhont que cuenta la historia de Nora Monsecour (Lara en el film), una chica transexual de 16 años, que quiere ser bailarina de ballet. A lo largo de la película, el bullying comienza a crecer cada vez más. Al principio nos distrae la sensación de que ella está integrada entre sus compañeras y casi por un segundo creemos que tiene una vida normal como las demás, pero todo eso se desvanece hacia el final cuando, en una escena, después de que Lara se resista a algunos golpes, las compañeras de la clase empiezan a hacerle preguntas sobre sus genitales: “¿Cómo haces en la clase de ballet? ¿Te lo plegás?”, hasta hablan de sus genitales como si fueran una “tercera pierna”. Y, como si esto fuera poco, todas le insisten, al punto de obligarla, para que muestre su pene. Pero no termina ahí… Luego de esto una chica le pregunta: “¿Debemos verte como chica o chico?”.

Girl, de Lukas Dhont

Por eso, este documento es tan importante, porque determina que el derecho a la identidad es el derecho a no sufrir discriminación ni invasión a la intimidad y la elección más allá de la genitalidad de las personas.

Say no more a las etiquetas violentas en los espacios públicos y privados: el gay, la torta, el trava, la gorda… Say no more a los personajes sin nombre.

Este documento quiere decir que cada cual será quién elija ser más allá de la opinión ajena, más allá de la observación panóptica de la sociedad acusadora. Quiere decir que se borran los límites impuestos para respetar los personales. Que se abandonan los márgenes sexuales cuadrados, binarios y preestablecidos para crear una nueva serie de márgenes sexuales que incluyan a las travestis, a los travestis, a les queer, a las trans, a los trans, a les no binaries, a les gender fluid, a les pansexuales, bisexuales, gays, lesbianas y a aquelles cuyas formas íntimas de autopercibirse siguen siendo incomprensibles para el discurso público.

Para que la música y los géneros sean tan infinitos como nuestros deseos, debemos enfrentarnos a ese discurso público porque es ese “deber ser” el que nos obliga a asumir una posición, muchas veces cuando ni nosotres la hemos tomado aún.

Esta nueva expansión de derechos nos invita a preguntarnos y re-preguntarnos quiénes queremos ser. Tal vez no lo sepamos aún, pero esa decisión, sea cual sea, no puede (no debe) estar regida por el discurso público, más bien todo lo contrario.

Vivimos en una sociedad en donde, por las situaciones de injusticia y violencia que nos acontecen, lo personal es político. Y lo seguirá siendo hasta el día en el que dejemos de criticar la vida del otre como si tuviéramos la varita mágica.

Llegando al final de la película, Lara ya cuenta con un gran deterioro de su salud y es entonces que nos encontramos con un trágico desenlace: (SPOILER ALERT) Lara se corta el pene. ¿Por qué Lara debe llegar a esto para “sentirse una verdadera mujer”?

En este caso no se trata de una persona con falta de acceso al sistema de salud, más bien todo lo contrario, ella no solo cuenta con la posibilidad de un tratamiento sino que lo está haciendo, además, la acompañan muy amorosamente su hermanito menor y su padre. ¿Entonces? Lara, con o sin pene, es una chica porque así lo decidió ella. Sin embargo, la sociedad, con una fuerza avasallante e injusta, impone su decisión por sobre la de ella.

El DNI para personas no binarias es solo el comienzo de un proceso de cambio que llevará mucho trabajo y dedicación. Es el rock del que hablaba con Maui, para que después venga el Blues, el Folk, el Country, el Jazz, Lara o Mongo Aurelie.

El día que dejemos de juzgar desde nuestro ombligo lo que no conocemos, el mundo va a ser mejor y solo entonces podremos ser libres de verdad. Pero hasta que llegue ese momento, no vamos a parar de hacer historia ni un solo día.

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