Hace más de 15 meses vivimos en condiciones de pandemia. Y ya tenemos una evidencia más que importante para saber cómo convivir con el virus, sin la necesidad de elegir entre la salud o la economía. Quedó claro que ambas son importantes y si la economía está débil, nuestro sistema sanitario terminará sufriendo más.
Llama la atención que muchos no lo han entendido. Quizás queden atrapados en la retórica de un discurso político-ideológico que poco valor aporta a la construcción de una Argentina próspera y con esperanza hacia al futuro. No asigno lo anterior a ningún gobierno de turno, ni siquiera a ninguna personalidad política. Sino a la sociedad en su conjunto.
Si Estados Unidos es uno de los países más prósperos del mundo y salió de la crisis a una velocidad sin precedentes en 40 años fue gracias al capitalismo. En los últimos doce meses, la economía de ese país creó 7,8 millones de puestos laborales. Esto fue, en gran medida, gracias a los incentivos que genera un sistema capitalista que tiene a las políticas públicas como aliadas y complementarias, no como sustitutas.
Si Estados Unidos es uno de los países más prósperos del mundo y salió de la crisis a una velocidad sin precedentes en 40 años fue gracias al capitalismo.
Por estas latitudes, cuesta entender esa lógica. Se confunde el rol del Estado y se lo pone en el centro de la escena como el gran actor omnipresente que “brega por los intereses de la sociedad”, tanto en materia de creación de empleo, de control de precios, de asistencialismo infinito y demás.
Los resultados están a la vista: 50,2% interanual fue la inflación anual de junio. En los seis primeros meses del año fue de 25,3%, casi la totalidad de lo que el Presupuesto 2021 estimaba para todo el año.
De esta manera, no hay economía que aguante. Ni mercado de capitales que pueda desarrollarse plenamente.
Con lo anterior a cuestas, se cumplió el undécimo mes consecutivo en donde la tasa de interés en pesos pierde contra la inflación. Bajo estas condiciones, parece tarea imposible recomponer la confianza en el peso argentino.
De corto plazo, nada creo que pueda cambiar. El dólar y las tarifas seguirían siendo el anclaje para llegar con el actual “statu quo” a las elecciones de medio término.
Bajo estas premisas hay una probabilidad elevada de que prevalezca el siguiente escenario:
1 - La inflación continuará ganándole al dólar oficial y a la tasa de interés en pesos (favorecemos seguir exposición en CER de baja duration 2022 y 2023).
2 - La dolarización no se detendrá, como ocurre con todos los años electorales. A pesar del poder de fuego del BCRA, es interesante exponer parte de la cartera a cedears de baja volatilidad (KO, WMT, JNJ, PFE, LMT) debido a las exigentes valuaciones en Wall Street o FCIs con aplicación MEP como los de Galileo disponibilizados recientemente.
3 - El rebote económico con alta inflación en Argentina podría continuar favoreciendo al equity industrial y de la construcción por sobre utilities y bancos.
4 - Las expectativas de un salto devaluatorio se trasladarán para 2022 y allí el timing será bastante difícil de anticipar (¿TV22?).
Con todos estos condimentos, el panorama es extremadamente desafiante. Lo que sí nos queda claro es una cosa: en vez de replantear el capitalismo, es momento de replantear el rumbo de fondo de la Argentina para salir de la actual mediocridad.
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