El destino de una nación nunca está escrito de antemano, ya que su fortaleza depende del accionar de su población, de la clarividencia de sus dirigentes y de su diálogo fraterno, que permitiría consensuar objetivos nacionales, tan necesarios para construir su proyección a largo plazo. Cuando predomina, como ahora, un exacerbado tribalismo endogámico, donde cada grupo se habla a sí mismo, en círculos cerrados de ideas, y se cultiva la hostilidad con los restantes grupos exógenos, entonces el destino se encamina hacia el abismo. La clausura intolerante del diálogo lleva a que el “anti” se vuelva el principal criterio político para definir situaciones, lo que produce el actual desorden decadente. Cuando funcionarios híper-ideologizados, de ambos lados, aplican sistemáticamente esa lógica endogámica al plano geopolítico, desconociendo los intereses permanentes del país, sólo pueden esperarse malas decisiones, que afectarán severamente nuestro futuro nacional.
Según Sun Tzu, si no se dispone de una estrategia (proyecto nacional), aunque se apele a múltiples tácticas, la derrota será inevitable. Las relaciones con cada una de las potencias globales son relaciones geopolíticas, lo que implica conocer con absoluta precisión los dinámicos intereses cruzados entre ellas. El máximo grado de libertad al que puede aspirarse será producto de la conciliación entre oportunidades, idealismos propios y un pragmatismo realista, lo que debe realizarse conforme al “proyecto”, cuya estrategia geopolítica sea la más conveniente para la época, administrando correctamente las relaciones de fuerzas que operan sobre la nación y nunca dejándose atrapar por emociones ideológicas personales.
Toda la dirigencia actual pareciera ignorar estas antiguas nociones básicas, preocupándose más en operar con videos, youtubers, twitters o wapps para chicanear en redes sociales a sus adversarios, sin ánimos de construcción de una correcta política nacional. La actual “agenda del futuro” se reduce a encargar encuestas para acomodar discursos y candidatos, en orden a mostrase mejor posicionado ante las crecientes protestas ciudadanas. Mientras tanto, nuestras relaciones internacionales son operadas toscamente, mediante DNUs de urgencia, triquiñuelas de corto alcance, y explicaciones tardías ex-post, que ya nadie toma en serio. Nada de eso es gratis. Todos los países influyen sobre los demás, según sus propias estrategias o intereses. En https://korbel.du.edu/fbic puede verse un mapa de influencias globales. El poder nacional no se mide solo por sus recursos materiales sino por los intangibles de las interacciones entre estados, en las dimensiones económica, política y de seguridad. Esa interdependencia compleja es la inteligencia real de un Estado.
La relación actual de Argentina con China se inicia en 2004 (Néstor Kirchner-Hu Jintao) y se profundiza en el 2014 con la firma de la Asociación Estratégica Integral (CFK-Xi Jinping); épocas donde gobernaban Chávez, Lula, Evo Morales y Correa. Posteriores gobiernos de signo opuesto nunca dejaron de tener buenas relaciones con China, mostrando que el realismo geopolítico se impone más allá de las ideologías. En aquellos tiempos, Obama estaba bastante laxo en su relación con China, que usufructuaba su expansión a costa de la disminución de la calidad de los empleos norteamericanos. Pero al llegar la lógica reacción de EEUU, de la mano de Trump, que Biden parece continuar, la avanzada china comenzó a ser enfrentada políticamente por EEUU y Europa; no en todos los aspectos, pero sí en aquellos más sensibles.
Si bien el saldo comercial externo sigue siendo favorable a China, dichas relaciones nos dieron un swap en yuanes para fortalecer las reservas del BCRA, el financiamiento de varios emprendimientos de infraestructura, energía y logística, además de las compras chinas de importantes empresas relacionadas al agro. Actualmente se mantiene en debate nuestra incorporación a la Nueva Ruta de la Seda china, motorizada principalmente por CFK, pero mantenida en suspenso por Alberto Fernández, para no molestar a Biden, en medio de los obsequios de la vacuna Moderna.
China tiene interés en cinco proyectos en áreas estratégicas, que podrían complicar nuestro posicionamiento inteligente en el mundo, ya que son proyectos muy sensibles para las otras potencias, incluida Rusia.
El Observatorio Espacial de Neuquén, manejada por el Ejército Liberación chino, por los próximos 50 años; si bien está amparada en el “uso pacífico”, siendo una tecnología dual, podría servir para interceptar satélites y captar información sensible de otras potencias; el Observatorio Lunar (radiotelescopio CART), complementario del proyecto anterior, a ser instalado en la actual Estación Cesco, San Juan; la provisión de la cuarta central nuclear en base a su reactor Hualong, que sería la primera venta fuera de China provista por China National Nuclear Corp (CNNC), quien financiará el 85% del total y cuyas partes claves serán provisto por ellos, excepto la obra civil, sin demasiada transferencia de tecnología. Se trataría de una contratación directa, sin licitación; caso extraño ya que Argentina nunca compró centrales nucleares, llave en mano, porque siempre se buscó el desarrollo de su sector nuclear. Como se trata de una central con Uranio enriquecido, sin antecedentes nacionales, sería más lógico, por transparencia y neutralidad geopolítica, hacerlo por medio de una licitación internacional, invitando a Francia (AREVA), a Rusia (ROSATOM) y a EEUU (Westinghouse, Bechtel, General Dynamics) y a los chinos; el Polo Logístico Antártico en Ushuaia, para el abastecimiento de las bases de diversos países, y cercano al Atlántico Sur, donde opera la enorme flota pesquera china. Este Polo debería ser competitivo con sus pares de Punta Arenas, Chile y el de Malvinas, operado actualmente por Gran Bretaña, que ha instalado una importante base militar misilística. Ushuaia es una posición geopolítico estratégica importante, que se potenciará a futuro ante el debate mundial sobre la explotación de recursos en la Antártida. Las dudas geopolíticas se basan en quienes operarán la base; y finalmente, la gestión de la Hidrovía; para China tomar el control de la misma significaría obtener enormes ventajas, al potenciar toda la cadena de provisión de soja, desde la producción, que ya manejan a través de Nidera y Noble, sus firmas exportadoras locales (la estatal Cofco), fletes marítimos, hasta el desembarco en sus puertos. El 90 % de sus importaciones de soja provienen de EEUU, Brasil y Argentina. (Más detalles: aquí)
Por supuesto los planes chinos también abarcan otras esferas puramente comerciales, que no deberían ser consideradas conflictivas desde el punto de vista geopolítico, aunque sean de alta competencia comercial con otros países, como la importación de insumos hospitalarios y de vacunas, así como las negociaciones para la producción de carne de cerdo para su exportación a China, siempre que se prevea los cuidados ambientales y humanos (zoonosis) necesarios para su producción. Este proyecto sigue en discusión y los chinos están molestos por la demora argentina en su implementación; también lo están por las trabas a la exportación de carne vacuna. Asimismo hay ciertos problemas con la continuación de la financiación china a las represas hidroeléctricas Cóndor Cliff-N.Kirchner y Barrancosa- J.Cepernic, ubicadas en Santa Cruz, ya que por las demoras en su construcción por parte de la contraparte argentina, China quiere ir cobrando ahora, según contrato, las primera cuotas del empréstito ya desembolsado de 1500 M USD, que iban a provenir de la generación eléctrica producida en las represas, que nunca fueron terminadas.
Tal vez la visión china sobre Argentina esté cambiando ya que también suspendieron fuertes financiamientos en el área de ferrocarriles (reactivación del Belgrano Cargas, el San Martín y el tren Norpatagónico), que contemplaba la provisión de material rodante y equipamiento chino. Podría ser una reformulación realista por parte de China, visto los problemas políticos internos, como la bifrontalidad conductiva, que genera cierta incertidumbre, un realismo geopolítico de no enfrentar demasiado a EEUU y sus aliados, o una combinación de todos esos factores. Conocida es su estrategia sin tiempos, que caracteriza los movimientos tradicionales chinos.
Debido a nuestra permanente debilidad financiera, desde hace décadas siempre nos movemos en situaciones de dependencia externa. Pedir continuamente ayuda financiera no es gratis, porque afecta nuestra soberanía y los necesarios grados de libertad geopolítica. Hoy tenemos el 42% de nuestras reservas del BCRA en yuanes, que solo pueden utilizarse comercialmente para comprar productos chinos. Mientras tanto la negociación con el FMI prosigue en stand by y por suerte hubo un aumento del precio de las commodities agrícolas para atemperar la presente crisis.
Sería innecesario y hasta absurdo ser “anti” alguna nación, en un mundo tan interconectado, si supiésemos tener un rumbo propio bien definido, porque nuestros eternos vaivenes e incertidumbres dañan todas las relaciones. Sería importante afirmarnos en un “nosotros” claro y transparente, que, sin ser “todos”, no produzca “cambios” continuos; previsibilidad que beneficiaría las relaciones con toda la comunidad internacional. Con coherencia interna podríamos demandar apoyos en el largo plazo, que favorezcan el desarrollo nacional. Eso nos obliga a poner sobre la mesa un rumbo, un planificación seria y realista, un proyecto, una estrategia de desarrollo, que debería compatibilizarse preventivamente con nuestros vecinos, en orden a evitar conflictos innecesarios (o motorizados por terceros). Con esa base se tratará de negociar inteligentemente con el resto del mundo, conociendo con el mayor detalle posible, las complejidades geopolíticas del cambiante mundo actual.
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