Nos gobierna la insensatez

Estamos en una nueva etapa donde la innovación en el discurso intenta persuadir nuevamente la mente de los argentinos. Las nuevas ideas en acciones políticas y comunicacionales solo intentarán una vez más disimular la negligencia, la idiotez, el prebendarismo y la corrupción

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El Presidente Alberto Fernández está completamente perdido o al menos esa es la sensación que genera en buena parte de la sociedad. Por momentos la confusión es tal que hasta hace pensar que todo es adrede. Al margen de lo que ocurra en realidad, lo cierto es que las medidas, acciones y actitudes que denota a diario el Jefe de Estado están tan alejadas de la realidad que preocupa y mucho.

Mientras la destrucción de capital se gestaba allá por los primeros doce años kirchneristas, nos vendían los derechos humanos y el “Estado presente”. Mientras despilfarraron todo el superávit fiscal obtenido luego de la crisis del 2001 y 2002 (a costa del dinero de los ahorristas, del congelamiento en jubilaciones, del reinicio del proceso inflacionario y de la licuación de los salarios y demás menesteres administrativos que para muchos ya han quedado el olvido), se quedaban con la caja de las jubilaciones privadas (conocidas como las AFJP), estatizaban YPF y Aerolíneas Argentinas (para transformarlas en grandes bolsas de empleo destinada a los militantes más fieles), destruían el sistema energético, dilapidaban las reservas del Banco Central, festejaban el fin del endeudamiento con el FMI para endeudarse con la Venezuela chavista al triple de tasa de interés y por sobre todo, mientras dimensionaban el Estado a niveles astronómicos duplicando el empleo público a costa de los trabajadores, las empresas y las inversiones, nos intentaban convencer que todo sería mejor gracias a la revalorización de las ideas setentistas y la puesta en marcha del asistencialismo extremo.

Al margen de lo que ocurra en realidad, lo cierto es que las medidas, acciones y actitudes que denota a diario el Jefe de Estado están tan alejadas de la realidad que preocupa y mucho

Todo se agotó: la inflación se tornó incontrolable, el cepo y las restricciones paralizaron la economía (al menos desde el año 2011) y las empresas dejaron de nacer. La pobreza se disparó a niveles récord y la indigencia golpea amenazando transformar lo digno en indigno y por sobre todo en miserable. Nos alejan del mundo creyendo que la solución es vivir con lo nuestro mientras el resto de la humanidad busca nuevos horizontes más allá de nuestro planeta. Nos situaron la escasez tan cerca que ya hasta convivimos con ella. Nos contaron que debíamos sentirnos la envidia del mundo y que el capitalismo había fracasado. Nos aniquilaron el poder adquisitivo y nos plagaron de inseguridad y falta de justicia.

Para practicar el ocultismo con todo esto los derechos humanos y el asistencialismo han quedado obsoletos: los primeros han quedado pasados de moda y completamente agotados políticamente. El asistencialismo tiene cooptado gran parte del discurso, pero ya no alcanza y no se puede hacer mucho más con él. El tiempo se agota y no hay más alternativas que las obvias: comenzar a transitar un camino hacia la normalidad o simplemente terminar de convertirnos en un país que se explica cada vez más con la estupidez y la irracionalidad.

Fernández junto a otras autoridades y miembros de organismos sociales posar emulando una "x", el pasado miércoles en el Museo del Bicentenario de la Casa Rosada (EFE/ Maria Eugenia Cerutti/Presidencia de Argentina)

Estamos en una nueva etapa donde la innovación en el discurso intenta persuadir nuevamente la mente de los argentinos. Las nuevas ideas en acciones políticas y comunicacionales solo intentarán una vez más disimular la negligencia, la idiotez, el prebendarismo y la corrupción. La ideología de género que hoy se expresa no es más que un cúmulo de intentos por esconder detrás de las banderas militantes el desastre al cual nos están llevando con mayor velocidad cada día. El documento nacional de identidad con la nueva opción de “Sexo X”, un Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad que no sirve para otra cosa que no sea la de destinar 6.400 millones de pesos que tienen de presupuesto anual a la nada misma o incluso hablar con la letra E (reemplazando la A o la O) entendiendo esta estupidez militante como parte de una insensatez que pretenden tornar obligatoria, hacen de esto un nuevo intento por distraer con la incultura para seguir haciendo todo lo que no hay que hacer. Todo esto en el marco de un país con más chicos pobres que chicos que no lo son.

Al margen de lo que ocurra en realidad, lo cierto es que las medidas, acciones y actitudes que denota a diario el Jefe de Estado están tan alejadas de la realidad que preocupa y mucho

Deben terminar con la degradación permanente a la que nos someten. El pobrismo no puede ser un medio para perpetuarse en el poder. Tienen la obligación de permitir que nos eduquemos en libertad, en un país más razonable para todos, donde los que inviertan lo hagan sin tener terror a que los confisquen, los castiguen con impuestos y regulaciones o los traten de miserables, donde los trabajadores consigan mejores empleos, donde el sistema jubilatorio no sea una caja de subsidios manejadas bajo el antojo político de turno, donde la justicia funcione y sea la misma para todos y donde no existan más aplausos por el otorgamiento récord de planes sociales. El país sufre lo que ustedes festejan cada día: la miseria en la que estamos sumergidos y la inexistencia de futuro, ese futuro que hoy solo los incluye a ustedes.