Cuando te preguntás, aprendés

Los primeros años de escolaridad deben conformar un ambiente que genere en los chicos curiosidad, ganas de experimentar, de explorar, que sea inclusivo a realidades diversas y, por sobre todo, que genere valores sociales y comunitarios

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 FOTO NA: MARCELO CAPECE
FOTO NA: MARCELO CAPECE

¡Que importante es la educación inicial! Es obvio, evidente. Los primeros años de escolaridad deben conformar un ambiente que genere en los chicos curiosidad, ganas de experimentar, de explorar, que sea inclusivo a realidades diversas y, por sobre todo, que genere valores sociales y comunitarios.

Hace poco se publicó “When you Wonder, You´re Learning”, de Gregg Behr y Ryan Rydzewski, un libro que refuerza magistralmente estos conceptos. Para los que no crecimos en Estados Unidos, tal vez no nos sea conocido Fred Rogers, pero tanto este libro -como otros- y la reciente película de Tom Hanks “A Beautiful Day in the Neighborhood”, han vuelto a traer al debate la persona de Rogers y los valores que ha promovido en su programa de televisión que estuvo más de tres décadas al aire.

El libro deja muy claro que “el propósito de aprender es que los chicos descubran su potencial y el sentido de su vida, alcanzando plenitud en su desarrollo, se trata de educar niños curiosos, creativos, que se preocupen por los vecinos y por otros ciudadanos, chicos que puedan ayudar a construir comunidades sólidas”. Y en ese sentido, la escuela tiene un rol fundamental en fomentar la curiosidad, pero también la tenemos los adultos, específicamente las madres, los padres y las familias. Se puede enseñar y definitivamente promover, motivando a los chicos a preguntar, una y otra vez. Y la curiosidad está basada en el amor, en el cariño, la confianza y la estima que las familias y los docentes le dan a los niños.

La evidencia muestra que cuanto más cariño, más se anima el bebé a “aventurarse”, a “explorar’', a tomar el riesgo de “curiosear” otros lugares, otros juguetes, otros juegos en la plaza, otras personas. Entonces, cuando los niños están en ese estado de curiosidad, es fundamental que los adultos le demos importancia a esas preguntas, aún cuando no sepamos las respuestas. El proceso de descubrir y de explorar es tan importante como la respuesta a la que se llegue. Y como siempre, el ejemplo es clave. Que los padres tengan curiosidad e interés por aprender se transmite a los hijos.

También estos primeros años son fundamentales para desarrollar la creatividad. Si bien cuando somos niños casi no tenemos experiencias ni vivencias, tampoco tenemos ninguna autocensura; podemos imaginar cualquier cosa, sin importar si tiene alguna racionalidad. Pero a medida que vamos creciendo esto se va perdiendo, porque no queremos hacer el ridículo con las ideas que tenemos, porque nos preocupa lo que piensan los demás, porque queremos evitar las humillaciones o el fracaso.

A veces la escuela también anula la creatividad, desalentando la imaginación, lo ridículo, lo que no se acerca a la realidad. Si bien la creatividad no puede ser impuesta, si se puede estimular en el ambiente correcto, haciendo sentir a los niños seguros de sí mismos, para que digan o hagan lo que quieran, para que se sientan relajados y libres a seguir sus instintos.

Rogers decía que una buena forma de enseñar es a través de historias de personas con valores, con capacidades y habilidades, a través de otros que hayan desempeñado en sus vidas estas virtudes. Esto contribuye a generar empatía, a ponerse en la situación del otro, algo tan importante para aprender en los primeros años, y esto probadamente, se convierte en una habilidad fundamental para ser una buena persona; pero también un buen profesional, un buen negociador, un buen generador de relaciones.

Al final del camino, toda la evidencia muestra, que aquello que más cuenta para el desarrollo de un joven es el cariño que le ha dado su familia, y luego la escuela. Lo que genera la autoestima, la seguridad en sí mismo, la sensación de pertenecer y el ser queridos, lo que estimula el animarse a probar, a equivocarse. Por lo tanto, todos los adultos en contacto con niños tenemos una responsabilidad y rol clave para generar y fomentar ese ambiente tan importante para su desarrollo.

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