Los outsiders se definen como personas que vienen de afuera del ámbito político, se presentan como nuevos y habitualmente con un mensaje de “cambio” ante la ciudadanía. Nunca fueron candidatos, jamás transitaron la esfera pública, ni ocuparon un cargo.
Los outsiders pueden ser humoristas, cantantes, actores, científicos, periodistas, conductores, modelos, etc. Lo que es claro es que son ajenos a la política hasta el momento en que deciden ocupar o disputar un cargo.
Algunos los llaman intrusos, aunque ya no son una novedad. El fenómeno tiene pasado, presente y todo hace prever que un enorme futuro por una serie de condimentos especiales: la desconfianza y el descrédito del “adentro” de la política, que hace más permeables sus fronteras.
Adicionalmente, hay dirigentes o “espacios” que promueven la llegada de las nuevas figuras para que aporten cierto “aire fresco”, como a la vez, existen elites, partidos tradicionales, círculos rojos, castas o simplemente la clase dirigente que se espantan ante estos inesperados arribos.
La personalización (la persona por sobre los partidos), la mediatización (la creciente relevancia de los medios de comunicación masiva) y la videopolítica (el predominio de la imagen) son algunas de las características del escenario político actual, que, sumado a los magros desempeños de la dirigencia tradicional y el hartazgo social por la falta de resultados prometidos, se traducen en la proliferación del fenómeno outsider.
Lo cierto es que se pueden determinar 7 ventajas comparativas muy significativas de los outsiders:
1) Son conocidos
No se puede elegir a quien no se conoce, por lo que es la condición primordial para ser votado, aunque no sea suficiente. Cuando llegan las elecciones el primer escollo en un dirigente es ampliar el nivel de visibilidad para lograr conocimiento y a partir de allí exponer sus ideas, en ese punto radica la primera de las grandes ventajas del outsider.
2) Poseen un prestigio anterior
Traen desde su ambiente un caudal de reconocimiento de su actuación, éxito en su desempeño o prestigio general que influye en los ciudadanos al momento de evaluar opciones y que ponderan positivamente la trayectoria previa de la nueva figura.
3) Generan mayor confianza
En un contexto en que la política es frecuentemente asociada con la deshonestidad y la corrupción, estas “personalidades” poseen un crédito mayor por no haber sido antes “salpicados” con las dificultades típicas de cualquier gestión o campaña. Y, además, como consecuencia de su conocimiento público y reconocimiento social, los outsiders reciben mayor confianza ya que se les atribuye que pondrían en juego algo de su reputación y prestigio personal. La frase que podría decir cualquier ciudadano sería algo como: “¡No se va a jugar su autoridad moral por entrar a la política, lo va a hacer bien y con honestidad!”
4) Están habituados a los medios de comunicación
Adicionalmente cuando se trata de personalidades que poseen o tuvieron contacto con los medios de comunicación tienen una cuarta ventaja que es la habilidad para conducirse en el escenario de los medios; están acostumbrados a las cámaras y conocen los “trucos” para que sus mensajes sean más eficientes.
5) Producen una sensación esperanzadora
Producen la sensación de que algo podría cambiar con el “aire fresco” traído desde afuera, simplemente por un pensamiento lateral, creativo o diferente a lo habitual o por aplicar su expertise, habilidad o capacidad en el terreno político. Es parte de la ilusión de ciudadanos desencantados con la política tradicional.
6) Alcanzan a un segmento complicado
Llegan con su mensaje con mayores posibilidades a un segmento por demás complicado: los desencantados, independientes, insatisfechos e indecisos.
7) Reciben mayor cobertura mediática
La séptima de las ventajas se podría resumir con que la novedad es noticia.
A su vez, existen, también, algunas tradicionales críticas hacia ellos:
- Falta de capacidad para la articulación política
- Ausencia de experiencia
- Bajo nivel de conocimiento del funcionamiento del Estado
- Moderadas habilidades de manejo político
- Liderazgo demasiado concentrado en su figura e imagen
- Incapacidad para delegar
- Desmesurada autopromoción por sobre la gestión real
- Banalización acciones menores por sobre programas y planes que llevan años de instrumentación
Los ejemplos argentinos
En Argentina tenemos un trío asiduamente nombrado: Daniel Scioli, a partir del éxito deportivo en la motonáutica, “Palito” Ortega, cantante y actor muy famoso, dotado de un enorme carisma popular, y Carlos Reutemann, a partir de la admiración por ser un gran piloto de Fórmula 1
Se suman a la lista Mauricio Macri, Nacha Guevara, De Narváez Luis Brandoni, Nito Artaza, Amalia Granata, Miguel del Sel, Carolina Píparo, Diego Valenzuela, Waldo Wolf, Héctor Baldassi, Débora Pérez Volpin, Gisella Marziota y Carolina Losada.
Los ejemplos en el mundo
Ronald Reagan utilizó sus dotes actorales en beneficio de la campaña electoral. Fox en México fue presidente trayendo consigo parte de su prestigio corporativo. Trump se presentó como un millonario rebelde antisistema.
Pero la lista es realmente larga: actores como Arnold Schwarzenegger, Clint Eastwood y Gina Lollobrigida. Los premios Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa y José Saramago. Los futbolistas Cuauhtémoc Blanco, George Weah, Bebeto o Shevchenko. Los boxeadores Vitali Klitschko y Manny Pacquiao y el tenista Marat Safin
El ejemplo final: Ucrania
El caso más paradigmático de este tiempo es el del actual presidente de Ucrania, el comediante Volodimir Zelenski, quien encarnaba en una serie al presidente de su país, en el que se convirtió pocos años después, ganándole por amplio margen a Petro Poroshenko
Conclusiones
Los outsiders son intrusos que llegaron para quedarse. Tienen el desafío complejo que es el de empezar de cero, en un ambiente que no manejan, que tiene sus reglas y grandes complicaciones. El voluntarismo no les será suficiente, necesitarán empeño, entrega, compromiso y mucho conocimiento la nueva responsabilidad asumida.
Recibirán la oportunidad de ciudadanos desencantados con la política tradicional en la que perdieron la fe en base a promesas incumplidas que hicieron estragos en la propia credibilidad dirigencial y ha sido precisamente en este escenario de desafección, desinterés y antipatía en el que los outsiders han tenido la chance de ingreso.
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