Las Naciones Unidas dieron a conocer las nuevas cifras de Inversión Extranjera Directa (IED) para Latinoamérica del 2020. Para sorpresa de nadie, Argentina se encuentra entre los países que menos IED recibe en proporción a su PBI anotando apenas un 1,1%. Con este resultado empata con Ecuador y sólo supera a Perú que, al ser uno de los países más golpeados por la pandemia, su IED se redujo de un 3,5% del PBI a un 0,5% del PBI.
Todos los países de la región (con excepción de Uruguay y Ecuador) tuvieron caídas en la IED que recibieron en el 2020. En algunos casos con caídas muy fuertes en comparación con los datos correspondientes al 2019: Chile (de 4,5% a 3,3%), Colombia (de 4,4% a 2,8%) y Brasil (de 3,5% a 1,7%). En tanto, Argentina cayó del 1,5% al 1,1% del PBI. Si bien es cierto que la caída es menor a la observada en otros países, también es cierto que cae desde un piso más bajo. En otras palabras, no hay mucho más por caer y es por eso que en Argentina la IED mermó menos que en otros países. Lo concreto es que, Argentina se encuentra entre los países con menor IED en relación a su PBI con pandemia o sin pandemia.
Argentina empata con Ecuador y sólo supera a Perú que, al ser uno de los países más golpeados por la pandemia, su IED se redujo de un 3,5% del PBI a un 0,5% del PBI
Esto nos lleva a la inevitable pregunta de por qué es que en Argentina la inversión es tan baja. La respuesta puede abarcar varias aristas, pero una de las más importantes es que Argentina es un país poco competitivo y, por lo tanto, ahuyenta inversiones en lugar de atraerlas. La competitividad de un país no depende del tipo de cambio como usualmente se cree, sino que el tipo de cambio es tan sólo una variable más de la competitividad. Hay muchos otros factores en juego a la hora de evaluar la competitividad: presión tributaria, nivel de gasto público, litigiosidad laboral, burocracia, corrupción, entre otras.
El problema radica en que Argentina no se encuentra bien posicionado en la mayoría de estas variables. El gasto público consolidado se ubica en torno al 45% del PBI. Esto lleva a que la presión tributaria sea récord, especialmente la que recae sobre las empresas. La litigiosidad laboral hace años viene siendo un problema, aunque en los últimos dos o tres años ha mostrado mejoras significativas a pesar de mantenerse aún en niveles elevados. Por otro lado, emprender un negocio en Argentina es cada vez más difícil. Según el informe Doing Business que publica el Banco Mundial, Argentina se encuentra en la posición 126 de 190 países a la hora de evaluar la facilidad para hacer negocios. ¿Qué quiere decir esto? Que existen 125 países donde es más fácil hacer negocios antes que en Argentina. Al tener en cuenta todas estas variables juntas, comienza a asomar el por qué Argentina posee serios problemas de competitividad. La consecuencia de un bajo nivel de competitividad es la baja IED que llega al país.
La competitividad de un país no depende del tipo de cambio como usualmente se cree, sino que el tipo de cambio es tan sólo una variable más de la competitividad
Para que la IED vuelva a crecer en Argentina es necesario recuperar la competitividad. Y para que esto último ocurra, se deben encarar las reformas estructurales que el país necesita para retornar a las sendas del crecimiento. No nos olvidemos que Argentina se encontraba estancada desde el 2011. Lamentablemente, la tarea a realizar es muy grande, porque los desequilibrios macroeconómicos vienen desde hace 60 años. Argentina no tiene otra opción que discutir de forma madura cómo llevar adelante las reformas estructurales. Que la economía se encuentre estancada desde el 2011 nos muestra que las reformas son necesarias, el debate es cómo y ahí hay mucho por hacer.
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