Aún resuenan las preguntas que hizo al aire Máximo Kirchner en la sesión de la Cámara de Diputados de hace diez días: “¿Cómo vamos a hacer para exportar más? ¿Cómo vamos a hacer para producir más? ¿Qué vamos a hacer con el FMI? ¿Cómo vamos a compatibilizar el desarrollo argentino y las necesidades de inversión que necesita la Argentina…?”
Pero el ruido que produjeron sus interrogantes quedó opacado por el estruendoso silencio que les siguió. Más allá de alguna interpretación discursiva de algunos dichos del Presidente el día después, lo que más resalta es la falta de toda respuesta desde el inicio de la Administración Fernández a esas preguntas –por cierto, cruciales–. Y peor aún, las pocas veces que parece ensayar alguna, impulsa iniciativas que lejos de exportar, producir o invertir más, generan incentivos en la dirección contraria.
La Argentina sigue acumulando tensiones en todos los frentes (salvo en el deportivo)
La Argentina sigue acumulando tensiones en todos los frentes (salvo en el deportivo, mientras dure el dulce sabor del triunfo en el Maracaná). Las promesas del ministro Martín Guzmán de austeridad fiscal, control monetario y tranquilidad cambiaria chocan con la falta de confianza en las autoridades y la volatilidad de las políticas públicas. Aun cuando en los primeros seis meses del año el déficit fiscal convergió hacia niveles compatibles con las metas oficiales y la expansión monetaria con fines fiscales cayó 73,6% respecto de los niveles récord de 2020, las necesidades electorales del oficialismo, el ADN de buena parte de la coalición gobernante y el recrudecimiento de los reclamos sociales abonan las sospechas de que tales progresos no podrán mantenerse en el tiempo.
En el plano cambiario, los ingresos de dólares de las agroexportaciones han sido excepcionales, y ni el más optimista de los ministros de Economía podría haber imaginado semejantes flujos. En efecto, en los seis primeros meses del año, la liquidación de divisas del agro ascendió a los USD 16.660 millones, la cifra más alta para igual período del año de los últimos veinte años y un 70% mayor a lo que había ingresado el año pasado.
Al mismo tiempo que la oferta de dólares se beneficiaba de esta liquidación récord, la demanda de dólares por atesoramiento y la acumulación de activos externos de parte de residentes cayó notablemente (cepo y otras restricciones de por medio), lo que ayudó para que el BCRA incrementara sus reservas internacionales brutas y netas en el orden de los USD 3.400 millones. De todas maneras, no se puede pasar por alto que las reservas netas de libre disponibilidad del BCRA sólo ascienden a USD 5.890 millones, un poco más de la mitad de lo que había cuando asumió Alberto Fernández como presidente de la Nación.
La capitalización del FMI, cuya aprobación por sus países miembro debería estar lista hacia fines de agosto, agregará a las reservas brutas unos USD 4.300 millones, pero no así a las netas y a esta altura es difícil esperar que un acuerdo con el Fondo pueda venir con dinero fresco, algo que lucía mucho más factible de conseguir si dicho acuerdo se hubiera negociado tempranamente.
En este marco, la evolución reciente de la cotización del dólar en los mercados alternativos no debería llamar a sorpresa. Desde la primera semana de abril el tipo de cambio libre aumentó más de 25%, mientras que el oficial subió sólo 3%; la brecha pasó así de 41,6% a casi 75%. El mercado espera que a medida que nos aproximemos a las elecciones de medio término la demanda de divisas para atesoramiento se acelere.
La evolución reciente de la cotización del dólar en los mercados alternativos no debería llamar a sorpresa
Y el BCRA y la CNV, con las medidas que tomaron el fin de semana pasado, no hicieron más que convalidar esas expectativas. Una mayor incertidumbre política impactará sobre la asignación de la liquidez en pesos y, eventualmente, sobre las tasas de interés (tanto las que determina el BCRA como las que convalida el Tesoro). Si bien se trata de elecciones de medio término, en elecciones previas similares hemos visto también esa sustitución a favor de activos dolarizados.
Además, las previsiones inflacionarias y la opinión pública siguen mostrando la falta de confianza en que la política económica actual pueda reducir la inflación; y la confianza es un elemento clave a la hora de determinar lo que sucede con las cotizaciones no oficiales del dólar (y viceversa).
Crítico escenario socioeconómico
En materia de empleo, marginalidad y pobreza, las tensiones son igual de evidentes. Tal como lo muestran los datos del Indec del primer trimestre de 2021, el desaliento a la hora de buscar empleo (ya sea por las dificultades para conseguir una ocupación o porque los planes y las ayudas estatales reducen el incentivo a buscarlo) sigue favoreciendo lecturas bajas de la tasa de desocupación.
A su vez, los datos muestran que 31,8% de los desocupados (que buscan trabajo) han permanecido en dicha condición por más de un año. Una cifra superior a los tres trimestres previos, pero que no difiere significativamente de lo registrado en el primer trimestre de 2019. Si se toman a quienes informan que han permanecido desocupados de 6 a 12 meses, la cifra se eleva a 56,5% del total.
Al mismo tiempo, un 22% de los desocupados informa que nunca tuvo un empleo formal anterior, un registro que es el más alto de los últimos 3 años para un primer trimestre. Ambos indicadores dan cuenta de un mercado laboral caracterizado por la persistencia del desempleo y de las dificultades para acceder a un primer empleo. Ambas dinámicas ejercen su influencia en el comportamiento negativo de la oferta laboral, la cual muy probablemente continúe deprimida por bastante tiempo más.
El 31,8% de los desocupados (que buscan trabajo) han permanecido en dicha condición por más de un año. Una cifra superior a los tres trimestres previos; y 22% nunca trabajó en un puesto registrado
Otro dato interesante resulta de observar la desocupación según su nivel educativo. Si dividimos los desocupados en 3 grupos, los que no llegaron a completar su educación secundaria (incluyendo los que no terminaron la primaria), los que tienen el secundario completo, y los que recibieron alguna educación superior o universitaria, se observa que en el pool de desocupados los 3 grupos participan prácticamente en proporciones similares (35,2%, 32,9% y 31,8% respectivamente).
Es probable que el último grupo se encuentre en mejores condiciones de conseguir empleo si se iniciara una dinámica favorable de aumento de la demanda de trabajo. Pero no hay que perder de vista el hecho de que ni el secundario completo ni la educación superior han servido para evitar el riesgo de quedar desempleado, lo cual puede ayudar a comprender parte de la fatiga y frustración que hoy muestran las clases medias urbanas de la Argentina.
Sector externo conflictivo
La política exterior es otra fuente de desaguisados y tensiones. Tampoco hay señales claras de hacia dónde vamos en el ámbito de la educación, la seguridad, la salud y la justicia. La Argentina es un laboratorio que abre todos los días del año para demostrar que cuando no hay un plan o no existe un rumbo o una hoja de ruta predeterminada, absolutamente cualquier iniciativa o propuesta por más inverosímil o inapropiada que sea forma parte de lo posible (como lo fue la idea, por suerte descartada, de gravar las colocaciones de pesos a plazo fijo).
Y todo esto ocurre con un contexto internacional que, aún con pandemia, viene siendo muy favorable tanto en lo que hace a las condiciones financieras (abundante liquidez y bajas tasas de interés) como a la evolución de los precios de nuestros productos de exportación. Y si bien hacia adelante la volatilidad promete ser elevada (en tanto queda por ver qué puede pasar con el dólar, si la política monetaria norteamericana será suficiente o llegará tarde para contener las expectativas y reducir las incipientes presiones inflacionarias y si hay alguna posibilidad de que el crecimiento y el comercio global vuelvan a desacelerarse en un contexto de eventual retracción fiscal y monetaria global o, alternativamente, como consecuencia de una nueva ola o variante de la pandemia de Covid-19), lo más probable es que el viento de cola no vire 180 grados.
Historia repetida
A decir verdad, la falta de respuestas que planteamos en esta nota no es sólo privativa de esta Administración, sino que ha sido y es una característica de todos los gobiernos que ha tenido la Argentina en este siglo. Esconder los problemas debajo de la alfombra y esperar que el tiempo los resuelva, dejar todo librado a que el contexto internacional acompañe, o apelar al gradualismo o al vamos viendo para “solucionarlos”, son distintas caras de lo mismo.
Ni los gobiernos kirchneristas ni el de Mauricio Macri supieron aprovechar condiciones y circunstancias externas excepcionalmente favorables para resolver de raíz los problemas macro y estructurales que empobrecen a la mayoría de los argentinos.
Ni los gobiernos kirchneristas ni el de Mauricio Macri supieron aprovechar condiciones y circunstancias externas excepcionalmente favorables para resolver de raíz los problemas macro y estructurales
Hace más de veinte años que ni la macro, ni los problemas estructurales, ni las debilidades institucionales son encaradas en profundidad y con una visión integral. Y así, mientras sigue ganando el status quo, salimos perdiendo todos los argentinos. La inflación crónica y creciente, la falta de dinamismo del empleo y de la inversión, y un potencial de crecimiento cada vez más bajo, son los emergentes de una dinámica de crisis de larga duración que luce abandonada a su propia suerte.
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