La Argentina, cada vez más hostil para los intereses de China

Esto no se daría por una postura deliberada, sino más bien por la deriva en materia de política exterior y las políticas económicas antimercado llevadas a cabo por el gobierno. Un repaso por los puntos de conflicto

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Alberto Fernández, junto a Arken Imirbaki, el enviado de China, durante la asunción del presidente argentino
Alberto Fernández, junto a Arken Imirbaki, el enviado de China, durante la asunción del presidente argentino

Puede resultar paradojal, pero sucede que como nunca antes la Argentina está desplegando políticas contrarias a los intereses de China en nuestro país. El propio presidente Alberto Fernández y los funcionarios vinculados a la relación con China suelen llenarse la boca hablando de la “importancia estratégica” y los “profundos lazos de amistad” de nuestro país con China, entre otras vaguedades que se han convertido en muletillas obligadas del discurso oficial al referirse a la potencia asiática.

No obstante, en la práctica, la Argentina se ha vuelto un país sumamente hostil a los intereses chinos, principalmente en el plano económico. Si bien esto no se daría por una postura deliberada, sino más bien por la deriva en materia de política exterior y las políticas económicas antimercado llevadas a cabo por el gobierno, vale la pena hacer un breve repaso de cómo se a ha visto afectada nuestra relación con China.

El peor de los comienzos: promesas incumplidas

Recordemos cómo se inicia la relación con China bajo el gobierno de Fernández, en diciembre de 2019: grandes promesas, hasta ahora incumplidas, hechas al enviado de Xi Jinping. Tanto el presidente como su vice aseguraron al emisario de Xi cosas tales como la construcción de la demorada cuarta central nuclear, la adhesión formal a la iniciativa de la Belt and Road Initiative (BRI) y un escenario favorable para los grandes proyectos de inversión chinos en Argentina.

Un año y medio después, nada de eso se ha concretado. El proyecto de la cuarta central está totalmente paralizado, no hay novedades sobre la fecha de adhesión de nuestro país a la BRI (con un viaje de Fernández a China que se viene demorando desde 2020), mientras las empresas chinas afrontan un escenario económico, sindical y social caótico, que hace muy difícil avanzar con los planes de inversión.

Las vicisitudes de las empresas chinas en el sector energético

En ese sentido, trascendió que China podría suspender el financiamiento de su obra más importante en el país, las represas de Santa Cruz. De acuerdo al medio especializado del sector energético Econojournal, China pretendería empezar a recobrar unos US$ 1500 millones que ya destinó a la instalación de las represas, en los plazos que estaban previstos en el contrato original. Todo en un contexto de piquetes por conflictos sindicales, que frenó los trabajos en los últimos meses. Cabe recordar que es un contrato que contiene cláusulas cross-default, lo que podría llevar a la parálisis de otros proyectos chinos en el país, si Argentina no cumple lo pactado.

En paralelo, también en la provincia de Santa Cruz, la petrolera Sinopec se cansó de política energética errática y el constante asedio sindical. Terminó vendiendo sus activos a la petrolera CGC, propiedad de la familia Eurnekián, con una despedida a tono con los padecimientos sufridos: protestas y piquetes en las rutas.

Estatización de la Hidrovía y nacionalización del litio

El recorrido de hostilidades y políticas kirchneristas que podrían seguir perjudicando seriamente los planes de China en sectores estratégicos de la Argentina prosigue con la hidrovía y el litio. En el primer caso, bajo el pretexto de la “soberanía nacional”, el gobierno nacional avanza con una estatización parcial de la hidrovía Paraná-Paraguay, buscando que la Administración General de Puertos (léase “La Cámpora”) se quede con la suculenta recaudación de los peajes. Mientras tanto, fue prorrogada de manera precaria la concesión actual, vencida en abril. La empresa china Shanghai Dredging Company tenía serias intenciones de participar de la nueva licitación, pero muy difícil que ahora lo haga en estas nuevas condiciones. Todo indica que el gobierno replicará el modelo de obligar a aceptar un “socio local” en el proceso.

Por otra parte, el Instituto Patria impulsa a través de sus legisladores un proyecto de nacionalización de la industria del litio. Esto generó alarma en las provincias del NOA poseedoras de este mineral estratégico, pero también en China, con varias empresas actualmente operativas en esa región y con planes de seguir ampliando inversiones, vinculados no sólo a la extracción del mineral, sino también a la electromovilidad. Las reminiscencias con la pesadilla venezolana, donde China tiene hundidos más de U$S 70.000 millones (además del costo en términos de imagen internacional), se hace cada vez más patente para Beijing, aunque ahora con aires rioplatenses.

La reestatización de los trenes de carga y el frustrado polo logístico

Otro avance estatista muy preocupante para China en la Argentina ha sido la reciente resolución del Ministerio de Transporte de la Nación para avanzar en la reestatización de los trenes de carga, con el objetivo de generar un modelo “mixto”. El Belgrano Cargas se hará cargo de la gestión integral y supuestamente sería el primer paso para dejar operar después a los privados. Por ahora, nadie en el sector lo cree. Los ferrocarriles han sido uno de los sectores donde China más ha invertido en Argentina.

Asimismo, esta semana hubo otra muy mala noticia para China en nuestro país. El proyecto para construir en Ushuaia un Polo Logístico Antártico con financiamiento de capitales chinos quedó definitivamente frenado, según confirmaron a diversos medios funcionarios de Tierra del Fuego. El gobierno nacional cedió a las presiones de los EEUU, que consideraba inaceptable ese “emprendimiento militar chino” en suelo argentino. Fue otro duro aprendizaje para los chinos: para el kirchnerismo, a veces una presión desde el norte vale más que las supuestas afinidades ideológicas.

La locura de cerrar las exportaciones de carne

Pero quizás lo que más ha sacudido la relación bilateral desde que Alberto Fernández llegó al poder fue la intempestiva decisión de cerrar las exportaciones de carne. China ya constituía casi el 75% de nuestros envíos al exterior, algo que en cualquier país normal debiera ser un motivo de festejo y búsqueda de aún mayor expansión. Para los traders chinos fue imposible comprender la medida. Para colmo, la diputada nacional Fernanda Vallejos trató de explicarlo con un hilo de tweets delirantes, en los cuales podía inferirse que la clase media china, ávida consumidora de nuestros alimentos, tendría la culpa de la inflación en el conurbano bonaerense. La diplomacia china optó por el bajo perfil. No así Israel, cuya embajadora criticó en duros términos esta nueva muestra de kirchnerismo explícito hacia nuestros socios comerciales.

Sin avances en materia de compras militares

Las malas noticias para China con el gobierno de Fernández tienen otra ramificación en el plano de la defensa, donde al igual que el caso del frustrado polo logístico fueguino, seguramente la influencia de los EEUU ha tenido mucho que ver. Beijing estaba muy ilusionada con poder avanzar en la venta de aviones, blindados y lanchas de combate a la Argentina. Por ahora, todo eso ha quedado en la nada. No hubo ningún avance concreto en la compra de los aviones de combate J-17 y finalmente se avanzaría en la compra de blindados 8x8 a Brasil. De hecho, en otro gesto favorable al “imperio” (pero el del norte), Argentina decidió concretar la compra de 10 aviones Beechcraft TC-12B Huron a los EEUU. Desde el ministerio de Defensa tuvieron que ensayar volteretas discursivas para explicar la compra en este contexto.

La cuestión de la doble imposición tributaria con China

Podrían destacarse otros ejemplos de frustraciones y hostilidades para los intereses chinos en Argentina. Pero quizás uno que merece no dejar de ser mencionado es la demorada sanción del convenio entre Argentina y China para eliminar la doble imposición tributaria, algo que afecta seriamente a las filiales de empresas chinas que operan en nuestro país. Es importante tener en cuenta que Argentina tiene firmados este tipo de convenios con varios países del mundo. Sin embargo, el convenio suscrito entre Mauricio Macri y Xi Jinping en 2018 está dormido en el Senado Nacional. A criterio del gobierno, no sería momento de bajar impuestos. Ni siquiera para los “amigos” de China. Otro aprendizaje para Beijing: Para el kirchnerismo las cajas son sagradas, sobre todo en años electorales y de crisis económica.

Las relaciones con China durante el gobierno de Macri

Vale la aclaración de que todo lo antedicho no es en favor de la política económica o exterior del gobierno anterior de Mauricio Macri, donde efectivamente se dio un contexto muy favorable para las relaciones con China, con notables avances en materia de comercio en inversiones. Ahora bien, esos avances fueron mayormente por inercia, por el simple hecho de no obstaculizar las inversiones y el comercio, en el marco de una complementariedad económica espectacular que tenemos con China. Pero Cambiemos exhibió siempre posturas encontradas sobre el significado y la importancia de China para nuestro país.

China nunca fue una prioridad para Macri, como sí lo fueron erróneamente, a mí entender, la Unión Europea y los EEUU. De hecho, el ex presidente tuvo un proceso aprendizaje a lo largo de su gobierno acerca de China y de las relaciones internacionales en general. El balance fue más bien positivo, aunque podría haberse logrado mucho más, dado el contexto global altamente favorable para la Argentina.

El rumbo suicida de la política económica de Fernández

Volviendo al gobierno de Fernández, puede concluirse que la torpeza, la falta de estrategia y los desvaríos intervencionistas en política económica son las principales causas de estar actualmente dañando incluso las relaciones que supuestamente se quieren preservar y acrecentar, desde lo discursivo, como es el caso de China.

Este rumbo verdaderamente suicida en lo económico, que ha ido de la mano con una política exterior tan vergonzosa como carente de resultados, puede llevar la situación de aislamiento internacional de nuestro país a un nivel incluso mucho más serio que en el anterior período kirchnerista. Todo agravado, por supuesto, por el desastroso manejo de la pandemia.

La falta de visión, sentido común e inteligencia estratégica de los tomadores de decisión del gobierno asusta, comenzando por el propio presidente. Fernández no ha dejado acumular enemigos, malos amigos, y derrotas en política exterior, contribuyendo con sus desatinos a agravar la crisis económica de la Argentina. Difícil imaginar hasta dónde puede seguir hundiéndose nuestro país, si hasta hacemos todo lo posible para enojar también a un socio fundamental e irremplazable, como lo es esta China superpotencia. Por supuesto, de más está decir que el rumbo actual de Argentina es hostil para cualquier actor económico en general, local o externo.

Mientras tanto, Fernández asistió de manera virtual a los festejos por el centenario del Partido Comunista Chino. Está claro que el presidente Xi no deja de emitir gestos amistosos hacia la Argentina, exhibiendo una capacidad de tolerancia que sorprende. Esto se vio bien reflejado en el fuerte apoyo sanitario que recibimos para combatir la pandemia. ¿Sabrá Fernández que hasta la famosa paciencia oriental tiene un límite?

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