Será Feroz (capítulo 5)

La rebelión de las masas

Guardar
Será feroz (capítulo 5)
Será feroz (capítulo 5)

Si Ud. me ha seguido con esta saga de “Será feroz” que hoy finalizo, vengo a decirle que no solo “Será feroz”, sino que también “Será doloroso”. Tengo esperanzas ciertas que en el largo plazo, no menos de 20 años, Argentina pueda ser un país como el que hoy solo una minoría aspira. Hablo de justicia, respeto al trabajo y pasión por la educación. Se necesitarán muchos años para volver a levantar las bases de lo que se ha destruido tan artera pero a la vez tan estúpidamente. No se haga ilusiones que en las próximas dos a tres elecciones se resolverá todo, ni que las legislativas del 2021 marcarán un cambio. No se crea tampoco el canto desesperado “estamos a 5 votos de ser Venezuela”, barato argumento usado por los que hoy no gobiernan, con el único objetivo buscado de seguir siendo parte de la rosca y de su reparto. Mientras el vodevil de la oposición se pelea por la marquesina, para ver quién figura en el elenco como protagonista de esta tragedia (sin estar disparando una sola idea y solo balbuceando conceptos elementales), los oficialistas amontonados y con algún que otro chisporroteo de nuestro dúo Pimpinela parecieran tener un cuadro orgánico mucho más armado para la destrucción final. Aducen que es la reconstrucción, pero en verdad es la empujada última hacia el barranco, para lograr tener así un país de indigentes que solo puedan vivir de la mano del papá Estado. La figurita de sonrisa Kolynos que aparece por allí de la mano de la historia radical no es más que consecuencia de un gigante casting donde solo importan las formas y no los fondos. Se mandan a hacer encuestas con posibles “candidatos” a las que no se le conoce más que la cara mediática y en función de eso votaríamos. Es un Bailando donde el jurado somos millones. Silvio Soldán con sus preguntas de los programas de estudiantes era mucho más profundo que esta degradación que estamos viviendo. Sabiendo que este es el escenario donde estamos, con una edad suficiente como para tener la experiencia de lo que viviremos y, si se me permite, con un camino profesional y empresario recorrido que entiendo que me otorga cierta mínima entidad, es que le daré algunos ejes que debiéramos tener para que el país cambie.

1- Reconocer la realidad y compararla con otros países. Si seguimos con la eterna estupidez que “Argentina es un país distinto”, nunca podremos salir del pozo ciego. Si los funcionarios que “no funcionan” solo salen de paseo para congresos menores, paseos por la Gran Vía, seminarios de la gran perinola o se inventan (muy de moda) un encuentro de “igualdad de género”, seguiremos por siempre estando en el mismo lugar. Adoraría que todos estos vagabundos pagos vayan de inmersión a fábricas chinas y que hagan pasantías de reales trabajos por varios meses. Ver para aprender. Aprender para trabajar. En la gira, que no dejen de visitar aulas japonesas, noruegas y muchas de Estados Unidos para que se den cuenta de que los sindicalistas de pelos largos, desalineados y de camisa bien abierta no son los que mandan, sin significar esto un desdeñe hacia ellos. Pero solo Dios sabrá qué entienden estos “líderes de la nada” sobre educación moderna. Cerrando este punto, enclaustraría a diez máximos profesionales para que hagan análisis estadísticos de países exitosos y que los correlacionen con los formatos políticos que tuvieron. ¿Los que triunfaron son comunistas, de izquierda o socialistas? ¿O son liberales?

2- Al pobre, piedad, ayuda y trabajo. Reconstruir un país con la zoncera “tenemos que sacar a los vagos” es generar odio, resentimiento y, si se me disculpa, es ser bruto. Así nomás se lo digo. No podrá jamás nacer una nueva república si no se engloba a los cuarenta y cinco millones de habitantes. Aquí no hay descastados y privilegiados. Aquí no hay ciudadanos de cuarta y ciudadanos de primera. Aquí hay simplemente argentinos. El plan que se elabore deberá contemplar cómo sacar de la pobreza a los 25 millones que están en esa situación. Será lento y paulatino, pero un buen camino sería que las dádivas que hoy reciben sean una parte del sueldo de un empleo privado para que luego, lentamente, ir retirando ese aporte y dejar que el sector privado se encargue de esa persona. Eso llevará no menos de diez años. Pero siempre debe haber un primer paso. Desde mi muy humilde posición, mi empresa está dispuesta a tomar ya mismo 20 personas que hoy reciban planes. Nosotros pagamos la diferencia para que su sueldo sea un ingreso digno de mercado y que el Estado vaya reduciendo su aporte para que en un plazo de dos a tres años dicho aporte sea cero, y la persona ya sea de plantilla plena de nuestra empresa. Si todos los empresarios hiciéramos lo mismo y los poderes políticos estuvieran dispuestos a entregar a sus “bases votantes” y no seguir teniéndolos como “clientela cautiva”, el país arrancaría en una década. No hay mayor acto de generosidad que el de abrigar con trabajo y enseñanza a un caído del sistema.

3- El estudio debe ser reestructurado. No iré contra la gratuidad de la universidad, sin embargo ataco el libre ingreso y por sobre todo agredo con fiereza la no imposición de cupos para las carreras universitarias. Cada una de ellas debiera tener una cuota en función de la demanda laboral existente. Por Dios, ¡seguiremos generando profesionales de carreras de las humanidades, cuando el mundo está explotando en demanda de jóvenes de la tecnología! Cupo apretado a las carreras no demandadas y generosa apertura a lo que el mundo exige (Ciencias Exactas, Ingeniería, Robótica, Big Data, etc.). De la mano de este cambio, antipático por cierto, debiéramos imponer un test de evaluación de nuestros maestros y profesores. A los que no les da la talla que vayan a hacer estudios paralelos y de apoyo. A los que están en la media o la superan, generosos aumentos de sueldos. ¿O vamos a creer que debe ganar más sueldo simplemente porque tiene más antigüedad? Debe ganar más sueldo el maestro que sabe más. Meritocracia pura, bienvenida.

4- El Estado solo en su rol. Si nos sobran diez millones de funcionarios públicos, los mismos debieran ser absorbidos en un plan de diez años por el sector privado. ¿Nos estamos dando cuenta de que por fuera de los funcionarios públicos y el sector privado ha nacido (de 30 años para acá) una casta cada vez más grande de “pseudo” políticos que en realidad solo viven de nosotros? Los que antes eran unos pocos miles ahora ocupan cual planta permanente. Cientos de miles de cargos que se van intercambiando como un calzón en función de la suerte de las elecciones, pero siempre están allí. Ora son diputados, ora al perder se la rebuscan en alguna Dirección o Secretaría, ora se hacen nombrar Embajador de la Plutocracia y Afines. La cuestión es que estos pibes hace décadas que tienen un palenque donde rascarse. Nunca en el llano. Nunca mandaron un currículo postulándose para una empresa o para abrir un estudio de abogados o de contadores. No se confunda, hay de estos vivarachos en todos los partidos, incluso están los que andan jugando entre equipos y según la conveniencia se untan de supuestos “mediadores equilibristas” y pueden jugar tanto como para Boca o River sin ningún aspaviento ni remordimiento. ¿Estamos ciegos que no nos damos cuenta?

Cierro mi pensamiento de la saga “Será feroz” con una súplica: jamás tenga miedo. No se deje acobardar por pusilánimes profesionales “mete miedos”. Cuando se vea acorralado por los espantos, que su cabeza arroje ideas en forma de cuchillos y que sus manos sangren por trabajar más. El terror es una forma de dominancia sobre una sociedad, quizás la forma más antigua y eficiente. No sea parte de la campaña del temor. Saque pecho y llévese puesto a ese funcionario que con su dinero viaja en primeras clases de súper aviones “a chorro”. El pavor es el camino a la servidumbre, a la esclavitud y a la obediencia ciega. Antes de eso, prefiero morir en la batalla de las ideas y del trabajo.

Tributo a mi viejo, Horacio Gennari (1929-1998).

SEGUIR LEYENDO:

Guardar