María Eugenia Vidal hizo mutis por el foro de la provincia que gobernó hasta hace menos de dos años y de un salto aterrizó en la mullida zona de confort de CABA. Borró el “orgullosamente bonaerense” de su cuenta de Twitter y a otra cosa. Los bonaerenses que confiaban en ella quedaron tan huérfanos de representación como los porteños que querían votar a Bullrich. Vidal no quiso medirse con la ex Ministro de Seguridad y las altas cumbres del aparato decidieron a espaldas de la sociedad lo que deberían haber dirimido los votantes del JxC.
Hoy no son pocos los ciudadanos que se sienten decepcionados, frustrados e, incluso, enojados. No luce muy inteligente ni muy justo haber sacado del menú el único plato fuerte, dejando solo opciones de bajas calorías mientras que se le dice a la sociedad que se conforme con eso o vaya a votar kirchnerismo. El mundo nos muestra que las demandas sociales, cada vez más dinámicas y difíciles, cuando no encuentran un canal de representación institucional desbordan el sistema democrático.
Que Juntos por el Cambio haya bajado la candidatura de una persona que había logrado encadenar y encauzar una serie de demandas políticas concretas sobre seguridad, economía, lucha contra la corrupción y necesidad de dar la batalla cultural resulta muy preocupante. No será fácil movilizar a la sociedad civil adherente a esas ideas y valores a fiscalizar y cuidar los votos luego de que el aparato político de JxC haya decidido apagar el fuego ciudadano que comenzó a formarse en aquellas marchas del 41%.
Personalmente, cuando quise ser candidato a Jefe de Gobierno, sufrí en carne propia este conocido problema de que el aparato político cierra la puerta a competir por la representación ciudadana. Hoy, en la ciudad de Buenos Aires, JxC debe honrar la voluntad de competir en primarias y complementar la oferta política que representa su lista con la opción de la lista que encabeza Ricardo López Murphy que encarna, con su propia impronta, esa representación que dejó vacante Patricia con su decisión. Lo mismo se debe hacer en todo el país. No poner el aparato político por sobre la voluntad de los votantes.
La coalición opositora tiene que mostrar que su compromiso con la democracia empieza por casa y habilitar una opción que permita la participación ciudadana de muchos argentinos, que a la vez consideran que la coalición es el vehículo adecuado tanto como creen que dentro de ella es necesaria una expresión más firme y concreta sobre varios temas cruciales para el país. La política es servicio público. Cuando los políticos actúan solo por conveniencia personal, privilegiando sus ambiciones personales por sobre las necesidades ciudadanas, causan un daño enorme a la calidad democrática del país. El peronismo es especialista en manipular el sistema para lograr beneficios personales. Es lógico que uno espere mejores artes de la oposición.
Disminuir la importancia de las PASO sería un gran error que enfrentaría a mucha gente ávida de representación contra un aparato político que por momentos parece cerrarse sobre sí mismo. Luego de más de un año de un increíble estrés ciudadano, con niveles intolerables de pobreza y desempleo, con irrecuperable pérdida de días de clase y con casi cien mil muertos a causa de la pandemia, es necesario que la política deje de mirarse en el espejo y busque representar soluciones concretas a los problemas reales. El proyecto autoritario del kirchnerismo está planteado hace rato y no se detendrá con palabras bonitas ni simulaciones de diálogo. Una coalición fuerte que represente cabalmente a la ciudadanía es la mejor herramienta para hacerle frente. Nuestro sistema democrático depende de que no sigamos perdiendo el tiempo y de que los ciudadanos tengan la libertad de elegir a sus representantes.
El kirchnerismo es la combinación nefasta de espíritu totalitario y de indigencia intelectual en la gestión. La oposición debe vencerlos y mostrar ejemplaridad. De nada sirve tener poder si no se lucha contra la decadencia brutal de la Argentina.
Se necesitan gladiadores democráticos frente a los populismos totalitarios.
SEGUIR LEYENDO: