Monotributistas y el sueño perdido de la clase media en Argentina

Desde 1998 el régimen tuvo 8 modificaciones por ley, una por decreto y más de 100 resoluciones de la AFIP y de la Superintendencia de Servicios de Salud. Sin embargo, el resultado fue agrandar la enorme brecha existente entre trabajo asalariado y trabajo independiente

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(Foto: AFIP)
(Foto: AFIP)

La Cámara de Diputados de la Nación dio media sanción al así llamado “Programa de Fortalecimiento y Alivio Fiscal para Pequeños Contribuyentes”. Y lo que pudo haber sido un giro en el trayecto descendente, sin pausa pero con ritmo, de miles de personas que se autoperciben como parte de la amplia clase media argentina fue en cambio, otra vez, un capítulo más de la lenta regresión estratégica de una dirigencia que no puede acordar más allá de la emergencia. Hablemos en serio de los Monotributistas en Argentina y de por qué en lugar de festejar se quedaron, nuevamente, con el sabor amargo de no terminar nunca de pertenecer, como debiera ser, al mundo del trabajo formal en Argentina.

La historia de los regímenes simplificados para pequeños contribuyentes inicia en los `90 y fue una estrategia para minimizar el impacto de las reformas del Estado en América Latina. Países emergentes caracterizados por la “informalidad y asimetrías internas de sus economías”. Argentina no fue la excepción. Este sistema de inclusión de trabajadores/as independientes -desde la informalidad hacia la formalidad- se implementó en 14 países de la región.

En estos 23 años, sin embargo, mientras en la mayoría de los países se generaron los incentivos correctos, inclusión con una estrategia dirigida a la integración -disminuir la asimetría entre trabajo asalariado y trabajo independiente- aquí el derrotero fue distinto, es decir, opuesto. En efecto, desde 1998 el régimen tuvo 8 modificaciones por ley, una por decreto y más de 100 resoluciones de la AFIP y de la Superintendencia de Servicios de Salud. En promedio una reforma cada dos años. ¿Cuál fue el resultado? Agrandar en lugar de achicar la enorme brecha existente entre trabajo asalariado y trabajo independiente. ¿Cuál fue la estrategia? Statuquista en lugar de desarrollista. Veamos por qué, analizando lo que se conoce como la regla del 3 x1.

Cuando uno es monotributista y forma parte de los 4.080.151 de personas que en Argentina transitan sus categorías, tiene dos destinos aspiracionales: formar parte del trabajo asalariado de calidad o consolidarse como trabajador/a autónomo. No obstante, tal como está regulada en el país esa famosa regla del 3 x 1 para la mayoría de los y las monotributistas ese trayecto evoca la leyenda de Sísifo: esfuerzo sin premio o mérito sin reconocimiento. Es decir, no genera un sistema de incentivos positivos para cumplir y seguir en carrera sino un sistema que desalienta el cumplimiento y pone al desnudo las paradojas con que el Estado Argentino espera adhesión, inclusión o cumplimiento.

El sistema del 3 x 1 funciona como sigue. Un/a monotributista hace un sólo pago según su categoría y en ese pago incluye tres cosas: un aporte tributario, un aporte a la obra social y un aporte al sistema previsional. Veamos, sin embargo, las brechas que se generan en dos de esos factores en relación al trabajo asalariado o autónomo y que terminan distorsionando esa “simplificación”, especialmente en las categorías más bajas que concentran el mayor número de monotributistas, transformando lo simple en penalización y ésta en exclusión.

La asimetría impositiva: los monotributistas de las categorías A y B pagan impuesto a las ganancias cuando en promedio facturan montos próximos a un salario mínimo vital y móvil, es decir, entre 23.537 pesos como mínimo y 35.305 pesos como máximo. Mientras en Diputados le seguimos exigiendo lo mismo a esta categoría de trabajadores/ras, este año el Congreso sancionó un alivio fiscal para los/as trabajadores/as en relación de dependencia cuya remuneración bruta es menor a 150.000 pesos. En estas categorías de monotributo el 53% no ha podido cumplir con sus obligaciones en tiempo y forma. ¿Es razonable pensar que está bien exigir más a los más débiles y menos a los más fuertes de la cadena del mercado laboral en Argentina? ¿Pertenecer es legitimar esa asimetría? Para quienes son monotributistas es contraintuitivo, para quienes somos legisladores una injusticia.

La protección coactiva: es sabido que cuando un/a monotributista se atrasa con las cuotas pierde al tercer mes la cobertura de la obra social. Dado que los retrasos ocurren con frecuencia, el 40% de los/as monotributistas utiliza el servicio público de salud. En la mayoría de los países de la región el pago de la cobertura de salud es optativo, en Argentina una obligación ¿Cuál es la razón? Coincido con la Vicepresidenta de la Nación; hay que revisar el sistema de salud en Argentina, porque en el caso de los/as monotributistas de las categorías más bajas se crea una cobertura coactiva no electiva que termina aumentando el valor del monotributo sin que la contraprestación sea efectiva. ¿Pertenecer es obligar a no elegir? Para los monotributistas es arbitrario, para quienes somos legisladores un costo asociado a la estabilidad política.

Finalmente, las mujeres. Sí, las más afectadas. Ellas son mayormente monotributistas. Representan el 40% del total, mientras sólo el 22% de los asalariados que pagan impuesto a las ganancias y el 27,9% de los autónomos. Justo por eso, el Consejo Profesional de Ciencias Económicas de la Ciudad de Buenos Aires sugirió generar incentivos que achiquen la brecha entre los asalariados en general y las mujeres trabajadoras en particular. Deducción de gastos de cuidado y/o educación en niñas/os y adolescentes y/o adultos mayores que incidan en la categorización o abonar un impuesto integrado menor al resto de los contribuyentes. No se debatió.

Ocurre que cuando comenzamos a hablar de avanzar en una equidad inicial pero sustantiva que achique brechas entre varones y mujeres y entre mujeres, el peso del statuquismo vuelve a instalar la fantasía de que lo bueno es que el sistema exista aunque tenga asimetrías, algo así como conformarse con estar en la calesita y apostar a que el privilegio del azar premie la justicia con el poder de la sortija. Contra la lógica de “alguna vez será” es justo sobre lo que debíamos legislar.

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