El salario ya no es mínimo, ni vital, ni móvil

Argentina pospone su plan macroeconómico para después de las elecciones, cuando se cree que retomará las negociaciones con el FMI y Club de París, pero la previsibilidad micro es imposible sin equilibrios macro

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Una fila de jubilados prepandemia
Una fila de jubilados prepandemia

¿Para qué existe el salario mínimo vital y móvil? ¿A qué nos debería permitir acceder? ¿Cuándo se creó? ¿Cumple su función originaria hoy?

La Ley 16.459 fue sancionada en junio de 1964 durante la presidencia de Arturo Illia. Según la ley de contrato de trabajo es “la menor remuneración que debe percibir en efectivo el trabajador sin cargas de familia, en su jornada legal de trabajo, de modo que le asegure alimentación adecuada, vivienda digna, educación, vestuario, asistencia sanitaria, transporte y esparcimiento, vacaciones y previsión”.

Con los últimos ajustes del 9% en abril, 4% en mayo y 4% en junio, ese mínimo es de 25.572 pesos. La canasta básica alimentaria que mide el Indec para una familia tipo es de 27423 pesos.

El salario mínimo no cubre vivienda digna, educación, asistencia sanitaria, transporte y esparcimiento, vacaciones ni previsión. Está un 6% por debajo de lo que necesita una familia como mínimo para cubrir su canasta básica alimentaria.

Fuente: Focus Market a través de Indec
Fuente: Focus Market a través de Indec

Cuando se creó equivalía a 14.000 pesos Moneda Nacional, el papel moneda vigente en Argentina entre 1881 y 1969. Hasta ese momento no habíamos cambiado la denominación de nuestra moneda, Argentina era estable, pujante y creciente. A partir de la década del 40 el peso comenzó a perder valor. En la presidencia de Arturo Frondizi, previo a Illia, la inflación comenzó a acelerarse a tres dígitos. Mientras durante la presidencia de Juan Domingo Perón hubo una inflación de 13,6%, ya en 1953 la inflación era del 38,8 por ciento. Casi lo que el actual gobierno de Alberto Fernández considero razonable y en desaceleración.

El salario mínimo inicial equivalía a 386,15 dólares; 57 años después equivale 161 dólares. El resultado de la decadencia argentina está representado en esa persona que nació en 1964, hoy tiene 57 años, y pasó el 38% de su vida recesión.

Inflación y déficit fiscal crónico financiados con emisión monetaria sin respaldo ni credibilidad es la gran trampa del deterioro macroeconómico argentino

En años eleccionarios se intenta impulsar la demanda agregada vía incremento de la inversión en el sector público y mejora del poder adquisitivo del ingreso de las familias. Sin embargo, esta intención se está convirtiendo en un desafío muy difícil de solucionar en 6 meses porque el término “salario” ya no es representativo del universo que trabaja o tiene un empleo. En relación de dependencia hay unos 5,6 millones de trabajadores. También hay 4 millones de monotributistas, 377.000 autónomos y otras 5 millones de personas que viven de la changa o la informalidad. Ya no solo el “salario” mínimo vital y móvil perdió su objetivo originario, sino que el salario privado del trabajador en relación de dependencia fue en el mismo aciago destino.

En estos últimos 57 años la inflación deterioró el poder adquisitivo del ingreso de la población y las malas decisiones económicas destruyeron el ingreso, con el resultado de que hay más pobres y más indigentes. A su vez, en los últimos 10 años el sector privado perdió protagonismo en la generación de empleo y ganó terreno el sector público. Según Invecq, desde 2012 a 2021, mientras la evolución de trabajadores registrados en el sector público avanzó 28%, en el sector privado cayó 4 por ciento. Por su parte, ese sector privado atado para su crecimiento y desarrollo tiene mayor peso impositivo financiando las arcas del Estado. Siempre hay más egresos que ingresos. Inflación y déficit fiscal crónico financiados con emisión monetaria sin respaldo ni credibilidad es la gran trampa del deterioro macroeconómico argentino.

Fuente: Focus Market a través de Indec
Fuente: Focus Market a través de Indec

Si de incrementar el consumo se trata, siempre en años eleccionarios se logra el cometido y este quizás no sea la excepción. Pero comparado con un 2020 con una caída del PBI del 9,9 % y baja del consumo y las ventas minoristas.

El costo de vida en Argentina evoluciona en lo más básico, como alimentos, bebidas, artículos de limpieza, cuidado personal, indumentaria y calzado. El Gobierno intenta contener el contexto con la implementación de 18 programas en forma simultánea para regular como se comercializa y se distribuye. El resultado no es bueno. Las expectativas de producción industrial están por debajo de la emisión de monetaria que exige el déficit fiscal para financiarlo. La moneda pierde cada vez más poder adquisitivo frente a la góndola. Lo que contiene en el corto plazo genera mayor inconveniente en el mediano plazo. Todas las familias de productos presentan caídas en el acumulado del año: alimentos (-19,6%), limpieza (-12%), bebidas (-8,2%), y cuidado personal (-12%).

Fuente: Focus Market - Scanntech
Fuente: Focus Market - Scanntech

El Salario Mínimo vital y móvil de cada país es tomado como parámetro para evaluar la paridad de poder adquisitivo. Según un estudio de Focus Market, tomando en consideración las horas de trabajo necesarias de un salario mínimo vital y móvil medido en dólares para comprar diferentes productos en países de América Latina, Argentina es cara para los argentinos y muy barata para los extranjeros. O también los extranjeros deben trabajar menos horas para comprar los mismos productos en sus países.

Para comprar una gaseosa cola en Venezuela se requieren 549 horas y 36 minutos, en Argentina 1 hora 29 minutos, en Perú 37 minutos y en Ecuador 29 minutos.

Fuente: Focus Market
Fuente: Focus Market

El salario mínimo vital y móvil en Argentina perdió un 240% en 57 años. Y no asegura nada de lo que iba a asegurar. Argentina pospone su plan macroeconómico para después de las elecciones, cuando se cree que retomará las negociaciones con el FMI y Club de París. La previsibilidad micro es imposible sin equilibrios macro. Se retrasan variables para acumular mayores distorsiones, se postergan decisiones profundas y se genera incertidumbre sobre qué sucederá en el corto y mediano plazo. No hay pequeños números “sanos” si los grandes sufren de una enfermedad crónica con desequilibrios y distorsiones.

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