Breve guía de supervivencia laboral para jóvenes profesionales

Un profesor universitario y una asesora en desarrollo profesional se juntaron para pensar sugerencias que les sean de utilidad a jóvenes que están iniciando su vida laboral

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Más que a una línea divisoria, la separación entre la universidad y la vida laboral remite a un muro. ¿Ansiedad por saber qué hay del otro lado? Con ese fin preparamos esta breve guía, intercambiando sobre nuestras experiencias de acompañamiento a jóvenes, tanto en su formación universitaria como en su desarrollo profesional. El conocimiento sobre uno mismo, la planificación a futuro, la interacción con otras personas y la actitud de aprendizaje continuo son algunos de los ejes que subyacen a estos consejos.

Buscá orientación

¿Te interesó una materia? Contactá al docente a cargo, o a un ayudante con buena onda y contales de tu interés. Preguntales cómo se puede hacer un recorrido en esa disciplina; mostrá entusiasmo. Si conocés a un graduado que tiene un trabajo que te gustaría tener a vos, animate, escribile, buscalo en Linkedin o en Instagram, pedile que te aconseje sobre “cómo lo hizo”. ¿Crees que se va ofender? Pensá si vos te ofenderías si alguien de tu colegio secundario te escribe pidiéndote consejos sobre cómo seguir tu carrera; es lo mismo. Convertite en un “molesto profesional”: con altura y respeto, animate a preguntar, a mostrar interés y pasión por lo que te interesa.

Creá vínculos más que contactos

Aunque parezca una sugerencia de la salita de cuatro, pedí por favor y agradece explícitamente. ¿Te pasaron un contacto? Escribí un email de agradecimiento, sin importar si el contacto sirvió o no. Mantené una sólida red de vínculos con tus propios compañeros. Muchas personas consiguen su primer trabajo por recomendaciones de pares. Cuando te vayas de tu primer trabajo, si lo hiciste muy bien, posiblemente tu jefa te pregunte a quién recomendarías para tu reemplazo. Tenés que estar atento y mantener alerta a tus compañeras/os. Argentina es un país pequeño, somos pocos y nos conocemos mucho, aunque no parezca. Cultivá buenas redes profesionales y expandilas al mundo. Nunca se sabe a dónde podemos terminar viviendo.

Ejercitá la mirada de mediano plazo

Planificá a mediano plazo (en el largo, como decía Keynes, estamos todos muertos). Evaluá tu trabajo a la luz de cómo encaja en tu carrera. Tal vez algo que no te satisface al principio es una gran inversión de acá a un par de años. Casi nadie se dedica a lo que pensaba en la época de la facultad. No es frustración sino aprendizaje; te tomará tiempo encontrar qué te gusta y para qué tenés talento. No le tengas miedo al cambio, es muy raro que tu primer trabajo sea el definitivo (¡y ojalá no lo sea!); muy posiblemente cambies varias veces de empleo durante los primeros diez años y tal vez después también, la vida laboral es larguísima.

Tené en cuenta las distintas modalidades de trabajo

Diferenciá entre los contenidos de tu formación y la dinámica profesional de tu disciplina. Puede ser que, por ejemplo, te guste la formación que da la ingeniería y que luego quieras hacer un recorrido gerencial. No perdiste el tiempo estudiando ingeniería; tu formación te acompañará en cualquier cosa que hagas, y seguramente será tu as de espadas. No hay una única modalidad de trabajo. Lleva tiempo encontrar la propia y seguramente tus gustos sobre distintos tipos irán cambiando a lo largo de tu vida.

Aprendé, permanentemente

No te asustes si fuiste un buen/a estudiante pero en tus primeros trabajos te desconcierta no entender los códigos, las maneras de relacionarse en el ámbito profesional, qué importa y qué no. A ser profesional se aprende, no te lo enseña la facultad, haberte recibido es solo el inicio. Tenés mucho para aprender aun después de graduado, abrí los ojos, sintonizá los oídos y absorbé todo lo que puedas. Un buen trabajo debería enseñarte acerca de vos mismo/a, de tus posibilidades, gustos y pretensiones. Ademas de tu profesión, tenés que aprender de vos. De poder elegir, fijate bien no solo dónde y en qué temas trabajarás sino con quiénes (superiores y colegas). ¿Son personas desafiantes? ¿Las admirás? ¿Tienen buen trato? Si la respuesta es no, procedé con cautela. Si tu jefa/jefe además es un referente en cuanto a su forma de trabajar (estratega, eficaz, de buen trato), es una gran noticia. Tal vez no lo sea en todos estos aspectos, tomá los que sí y adaptalos a vos. No pienses que tu jefe/a es malo/a porque no sabe hacer tu trabajo -para eso estás vos- lo importante es que sepa hacer el suyo.

Valorá saber hablar y escribir profesionalmente

Es fundamental hablar con soltura y escribir eficazmente, en todas las disciplinas. Hay buenas y malas noticias. Empezamos por las malas: es difícil hablar y escribir correctamente, y casi nadie te va a decir que lo hacés mal. Tenes que prestar mucha atención a que se te entienda y a que tu discurso y escritos tengan solidez. La buena noticia es que se aprende. Sé consciente de tus escritos (desde informes profesionales a emails o mensajes de whatsapp). En el ámbito profesional, leelos con cuidado y busca a alguien de confianza que te ayude a mejorar. Misma cosa con la oralidad. Hay cursos y talleres, no te vas a volver García Márquez o Borges, pero vas a ser una versión muy mejorada de quien ya sos.

Poné claridad en lo que tenés para ofrecer y para pedir

Aprendé a expresar con precisión tus inquietudes y preferencias y lo que tenés para brindar, a tus amigos, colegas, profesores y personas de tu trabajo. Mantené un CV prolijo, moderno, honesto, corto y actualizado. Fijate en otros CVs: qué formatos usan, qué tipo de información incluyen y cómo la expresan. Nunca, jamás, bajo ninguna circunstancia mientas en tu CV. No te quedes bajo la sombra de tu jefe/a. Que otras personas te vean en acción.

No tengas miedo a hablar de dinero

Tenés que tener una idea clara de cuánto podés pedir por tu trabajo. Respetando la privacidad, es bueno hablar con tu red de vínculos acerca de cuánto se les está pagando a profesionales de tu nivel. No improvises. Si considerás que es tiempo de un aumento, más que argumentar que es “porque te lo merecés”, enumerá indicadores claros sobre la calidad de tus tareas y los resultados de tu desempeño.

Identificá tu diferencial y buscá posicionarte

¿Qué te distingue del resto? ¿Algún aspecto de tu formación, de tu manera de hacer las cosas, de tu experiencia? Intentá que otras personas más allá de tu entorno laboral cercano sepan qué tenés para ofrecer; que te vean en acción. El posicionamiento no es solo consecuencia del trabajo: también es parte de él.

Nunca te la creas

No solo porque no corresponde sino porque en algunos momentos te va a tocar estar arriba y y en otros, abajo. Así es la vida. Si al estar arriba te la creíste, fuiste. Lo mejor que te puede pasar es que tengas talento para lo que te guste. Es muy raro. Te va a tocar moverte inteligentemente. Tal vez te salga cómodo algo que no te gusta tanto. No tengas posturas firmes en relación a esto.

No toleres el maltrato

Jamás está justificado. Si te están maltratando, pedí ayuda.

Y finalmente… ¡divertite!

Porque si tu trabajo te gusta corrés con una ventaja enorme en relación a quien simplemente lo soporta.

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