La Legislatura de la Provincia de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur se convirtió hace dos días en noticia ambiental de nivel mundial. Por unanimidad, y en diálogo permanente con ONG´s ambientalistas, sancionó la primera ley que prohíbe expresamente la instalación, cría y explotación de salmones en sus aguas territoriales a escala industrial. Esta medida transforma a mi provincia en pionera en la materia dando un decisivo paso adelante en el cuidado de su ambiente marino y su ecosistema.
La explotación artificial, industrial y a gran escala de salmónidos exóticos, es decir, que no son naturales de las aguas donde se los implanta, apareja grandes negocios para sus explotadores y tremendos quebrantos ambientales.
El nivel de contaminación que producen estas unidades de producción, verdaderas jaulas del tamaño de estadios de fútbol, debido al hacinamiento de los peces, los productos químicos y alimenticios que allí se vierten sumados a los deshechos concentrados que los propios peces generan, producen daños que la naturaleza tarda siglos en reparar. También suelen suceder casos de verdaderas catástrofes ambientales originadas en mortandades masivas que expanden contaminación por vía acuática. Esto sucedió hace muy poco en Chile, en el Fiordo Comau, donde se produjo una mortandad inmensa estimada en 5.000 toneladas de salmones a un costo ambiental todavía no precisado.
Los inmensos criaderos donde los salmónidos engordan tienen una vida útil que, según expertos, no va más allá de los diez años. Las tareas para desmontarlos no son simples y lo que se encuentra en la plataforma marina cuando se los quita sólo es desolación.
Los salmónidos que generalmente se crían en estas condiciones son típicos de los fiordos nórdicos habiéndose registrado casos en la Patagonia chilena donde otros animales rompen las redes que los contienen produciendo fugas de salmones que actúan como depredadores desequilibrantes del ambiente al competir con las especies nativas por el alimento.
Esta decisión de la Legislatura fueguina, tomada por consenso y trabajada con la participación de todos sus bloques durante más de un año y medio, es un ejemplo de cómo cualquier grieta es salvable por la vía del diálogo y la integración de visiones complementarias y superadoras.
Los fueguinos hemos blindado nuestras aguas a las salmoneras industriales. Esta Ley es un ejemplo de cómo se puede preservar el ambiente cuidando al mismo tiempo el recurso turístico distintivo del Canal de Beagle que se hubiera visto seriamente afectado de prosperar la salmonicultura concebida a escala industrial.
Este es un hecho histórico que seguramente indicará el camino, desde el extremo sur de nuestro continente, a otras naciones del mundo que sintonicen con la necesidad de preservar la calidad ambiental de sus aguas marinas. Esta ley está llamada a convertirse un faro para ello; un faro que jamás debe confundir ansia de lucro veloz con depredación masiva del hábitat marino y sus especies nativas.
Desde el Senado de la Nación vamos a acompañar a esta nueva ley manifestando el beneplácito del Cuerpo frente a esta decisión fueguina que, no sólo es un símbolo de que con unidad política básica todo se puede, sino que también demuestra que es posible legislar de manera positiva en favor de la soberanía ambiental.
* El autor es Senador de la Nación por Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur
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