Generación Z y política

Las nuevas maneras de hacer y comunicar la política vienen acompañadas de la incorporación de una nueva generación de ciudadanos móviles. Son aquellas personas que han nacido en el siglo XXI en un mundo con internet, donde la manera de vincularse ya no puede ser pensada sin las mediaciones de las redes sociales

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Política y comunicación política están en constante movimiento, evolución y transformación, al igual que los cambios sociales, culturales y económicos. En un mundo completamente revolucionado y decepcionado por los políticos y el ejercicio de la política, debido a múltiples casos de corrupción, engaño, abusos de poder, etcétera, la sociedad se vuelve más demandante y controladora de la praxis en la gestión política e institucional. Sin embargo, en lo que respecta al ejercicio y la praxis política estamos atravesando un momento de crisis global. No sólo de las representaciones políticas, de alta volatilidad electoral y resultados impredecibles, de una economía siempre inestable, de una sociedad cada vez más empobrecida y ahora de un mundo golpeado por la pandemia del COVID-19, que puso en vilo a los países de la región que tienen estructuras sociales muy débiles y sistemas de salud frágiles, sino también por el enorme desafío que se les presente a los representantes políticos llevar el ejercicio de la política a un nuevo territorio de debate político y de disputa de sentido y agenda que se da en el territorio digital.

Ante la pregunta de si la generación Z, es una generación desencantada con la política, Ariel Perticaro, presidente de la JCI Buenos Aires, expresó que los y las jóvenes se encuentran con cierto dilema dentro de la política que tiene que ver con la participación, el compromiso y los caminos que empiezan a tomar la política y la propia juventud para su desarrollo. “Los jóvenes tenemos un porcentaje mínimo de participación dentro de la política y los espacios de poder donde no tienen en su gran mayoría a la juventud. Es por eso, que la juventud empieza a encontrar espacio de transformación y desarrollo en espacio como ONG´s y es una población ciento por ciento comprometida que apoya e impulsa a la política pero por lugares totalmente diferentes”, concluyó.

Las nuevas maneras de hacer y comunicar la política vienen acompañadas de la incorporación de una nueva generación de ciudadanos móviles, donde el sentido de pertenencia es mucho más líquido, dinámico y con bordes más difusos. Además, surgen nuevos lenguajes y narrativas a la hora de comunicar y de hacer política para incidir sobre el imaginario colectivo a partir de la utilización de las herramientas digitales que buscan a través de ideas innovadoras quebrar con la mecánica tradicional. Pero en la lógica de inversión donde la comunicación predomina por sobre la política, es necesario volver a revisar las bases para entender que la política, no puede reducirse a los tiempos y espacios de la lógica de los medios ni de las redes sociales. “Las redes sociales son una forma de acercar la participación política de muchos jóvenes. Hoy en día muchos jóvenes manifiestan sus posiciones y su accionar y sentimiento de la política en las redes sociales. Quizás el Estado puede empezar a interpretar todo lo que se habla en las redes sociales, fijémonos que el mismo estado actualiza sus actividades constantemente, lo que antes lo que hacía en los medios tradicionales, hoy lo hacen en las redes sociales”, expresó Perticaro.

Hoy, según estudios del Latinobarómetro, el 78% de los latinoamericanos y el 89% de los argentinos utilizan tecnología móvil. Por lo tanto, la clave hoy de la comunicación no es la masividad, sino la cercanía y el impacto que se genera en la comunidad, pero a esto hay que sumarle la politización de los medios que tienen influencia en los procesos políticos. Sin embargo, la generación Z no le atribuye el mismo valor a los medios tradicionales.

Por su parte, Rodrigo Karasik, abogado y docente de la Universidad de Buenos Aires que preside la asociación civil Tejiendo el Barrio, expresó que la generación Z agarró el final de una era y de su forma de hacer política. En la primera década del 2000 se quemaron los últimos cartuchos de una tradición heredada desde mediados del siglo pasado. En el medio el mundo cambió. Hoy se respira más mística en la lucha frente al cambio climático que por la justa distribución de la riqueza. Pero también hay otro problema y sí tiene que ver con la comunicación. La generación política anterior, de aquellos nacidos a fines de los 80´ o principios de los 90´ se crío consumiendo un relato político donde las generaciones anteriores tenían una basta y admirable experiencia y, además, manejando medios similares de transmisión de esa información y experiencia. Hoy en la era de la producción casi infinita de contenidos existe un grave problema de oferta. El problema no son necesariamente las y los políticos o sus ideas. El problema es su contenido.

A partir de este nuevo contexto, la vieja y nueva praxis política, y las estrategias de participación y visibilización de los jóvenes en la política ya no pueden actuar por sí solas y con las estrategias políticas y de comunicación tradicional, sino que necesitan ser pensadas e implementadas también con un enfoque digital, que ayudará a tomar determinadas decisiones que les permitan hacerles la vida un poco más fácil a quienes interactúan con las instituciones públicas y a los funcionarios en ejercicio.

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