La carta de intelectuales sobre el riesgo que corre la democracia en Argentina marca una frontera sin antecedentes por su gravedad. Seguramente ni Beatriz Sarlo, ni Juan José Sebreli, ni Santiago Kovadloff, entre otros intelectuales, imaginaron que iban a advertir alguna vez sobre la agonía de la democracia en Argentina. “Si el kirchnerismo suma nuevas bancas vaciará hasta la última gota de esa democracia que trabajosamente construimos con el pacto del ‘Nunca Más’ de 1983″ firmaron.
Cuando la voz de los sabios hace escuchar el clamor debe acontecer la reflexión. ¿No hubiera sido normal que, ante tamaño pronunciamiento, el Presidente se hubiera expresado en sentido de asegurar su compromiso con la República? Eso no ocurrió.
Ante un gobierno que persiste en divorciarse de la sociedad con su aislamiento ideológico, de la institucionalidad con su persistencia en menoscabarla y del mundo con un corrimiento en sus posiciones que se aleja de Occidente y se encarama con las autocracias, es primordial que se hagan escuchar las voces fuertes y claras de quienes defienden la democracia. Venezuela, Nicaragua y Cuba quedan demasiado cerca.
Y no es sólo un llamado interno y acuciante en Argentina, donde este tiempo de pestilencia también muestra una democracia condenada a languidecer si no tiene equilibrio político y si se profundiza la hegemonía.
Esta semana, en una inédita manifestación diplomática, el embajador alemán en Argentina hizo en un artículo periodístico un contundente llamado que evidencia la tensión mundial entre las democracias y el avance de regímenes autócratas. “Si nuestro objetivo es que el derecho prevalezca por sobre el poder, si nos interesa más el bienestar del individuo que la acumulación de poder estatal o la prevalencia de una ideología, entonces debemos unirnos”, afirmó Ukrich Sante.
La grieta en el mundo es entre demócratas y autócratas. ¿Dónde está parada Argentina?
“Un trágico síntoma de la descomposición democrática fueron las severas restricciones de las libertades fundamentales durante la cuarentena, picos de violencia estatal nunca vistos en democracia y, muy especialmente, la clausura de la escolaridad “, indicaron los intelectuales.
En estas horas vimos una mujer arrodillada ante un auto oficial en Cordoba rogando por la vuelta de las clases presenciales porque “los niños necesitan volver a la escuela”, afirmó casi llorando. Aprender y enseñar son derechos garantizados en la Constitución en su articulo 14. ¿Por qué esa madre debió arrodillarse? No puede ser la democracia la que esté de rodillas. Porque esa madre es la democracia peticionando por sus derechos.
El mismo artículo 14 garantiza el derecho a trabajar, comerciar, y ejercer toda industria lícita, pero la economía se ha convertido en un territorio de cepos e impedimentos. Al respecto, el economista Fausto Spotorno me respondió : “Cuando se reemplazan las ideas por ideología, el planeamiento por improvisación y la humildad por soberbia, los problemas se multiplican y seguramente la respuesta va a ser prohibir más y tapar los problemas.”
Por dar otro ejemplo, sólo en estas horas las posiciones más duras del kirchnerismo en el gobierno buscaron restringir totalmente la salida de argentinos del país, que también está garantizada por la Constitución, con el argumento de las nuevas variantes del virus que, como las anteriores, se controlan con una sola cosa: vacunas. Pero la tendencia es siempre prohibir y atropellar derechos. Dime cómo gestionas la pandemia y te diré quien eres.
Las encuestas recientes en trabajos diversos registran una desesperanza ante el futuro generalizada y también una desconfianza creciente en el gobierno que ya supera los peores indicadores que tuvo Mauricio Macri. Hoy el gobierno se sustenta en sus fanáticos y busca usar a los desesperados. No tiene ya a los jóvenes que perciben que les ha robado el progreso y que buscan irse. Y No tiene a las clases medias a las que dejó colgadas del precipicio y castiga permanentemente con sus politicas. Intentarán enmascararse en la campaña que comienza. Pero son y han sido claros en sus objetivos. Y, aunque el truco esté gastado, el riesgo esta vez es demasiado grande. Nunca existió el “volvimos mejores”. Siempre fue “vamos por todo”.
Lo dicen y lo firman grandes intelectuales del país: “Hay un plan autoritario”.