Llevamos 16 meses de pandemia y la incertidumbre por el futuro se combina con la angustia y el agotamiento por el encierro. Ese diagnostico vienen advirtiéndolo cientos de estudios y profesionales alrededor del planeta, expresando que al calor del coronavirus se generó la nueva pandemia, “la pandemia psicológica”.
Me dediqué especialmente a seguir esta nueva problemática desde el año pasado, cuando advertí que tantos meses de encierro, clases virtuales y falta de sociabilización estaban afectando a mis hijos y a los hijos de mi entorno. Comencé a debatir el tema con legisladores colegas y, leyendo experiencias y papers científicos, llegamos a la conclusión de que los chicos sufrían enormemente la falta de presencialidad y las consecuencias en su conducta y relacionamiento puede tener efectos difíciles de resolver en el corto plazo.
Un reciente estudio de Unicef para Latinoamérica y el Caribe, advierte que más del 40% de los chicos alcanzados por la muestra sufre ansiedad y depresión debido al encierro y el avance del COVID-19.
Con este escenario, desde Juntos por el Cambio comenzamos a pedir insistentemente la vuelta de la presencialidad, sumado a la evidencia científica que las escuelas no son foco de contagios, ya que en promedio menos del 1% de la comunidad educativa en todo el país se contagió desde el inicio de clases en febrero de este año 2021.
El año pasado presenté un pedido de informes ante el ejecutivo provincial para conocer los aspectos vinculados con el funcionamiento del acompañamiento, asistencia y orientación en salud mental que brinda la provincia a través de sus canales de difusión. Desde el 19 de septiembre del 2020, mi pedido duerme el sueño de los justos en la comisión de Salud porque los senadores del Frente de Todos se niegan a tratarlo.
La pandemia está haciendo estragos en la salud mental de las personas, desde el comienzo de este año, el área de Salud Mental del gobierno de la Ciudad atendió mas de 15 mil consultas y en varias oportunidades tuvo que articular el SAME para trasladar a los vecinos.
Pero a esta problemática, se le suma el cansancio y la carga emocional que viven los que nos cuidan, ahí radica un nuevo problema que debemos atender como dirigentes. Tenemos que cuidar a los que nos cuidan, médicos, enfermeros, trabajadores de salud en general, psicólogos, terapeutas y todos aquellos encargados de hacer un seguimiento de la salud de los pacientes y familiares afectados por el COVID-19, que viven un estado de angustia, estrés y fatiga difícil de sostener en el tiempo.
Esta pandemia no la ve el gobernador, no sabemos qué plan tiene para acompañar la angustia e incertidumbre que viven los bonaerenses, no conocemos qué tareas realiza el área de Salud Mental de la provincia, no perdamos ni un solo minuto mas y abordemos de manera integral “La pandemia psicológica”.
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