Tan sólo un par de días atrás, los presidentes de Rusia, Vladimir Putin, y de Estados Unidos, Joe Biden, tuvieron su primera reunión en la ciudad de Ginebra. La atención que despertó este encuentro marca la importancia de Rusia en el sistema internacional. ¿A qué se debe esta importancia?
Para comenzar, tratemos de evaluar el poder real de Rusia. Entre sus principales activos se encuentran su influencia diplomática y militar. En este sentido, recordemos que, junto a Washington, Moscú posee el mayor arsenal nuclear del mundo y que tiene una industria militar sumamente sofisticada. A esto debemos sumarle una capacidad diplomática que se ve reflejada en su activa participación en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Estas capacidades le han sido de utilidad a Rusia en el Medio Oriente, región en donde sus recientes intervenciones militares y diplomáticas le han permitido ganar influencia.
Entre las principales debilidades de Rusia se encuentran el tamaño relativamente pequeño de su economía, al menos si lo comparamos con el de las grandes potencias, y lo poco diversificada que es su matriz económica. Ya que, si bien su comunidad científica fue capaz de desarrollar la vacuna Sputnik, la distancia tecnológica que la separa a esta nación de los países más desarrollados, especialmente en el sector privado, es enorme. A esto debemos sumarle una serie de problemas demográficos, como son su baja tasa de natalidad, que ponen en riesgo el futuro de Rusia.
Por otra parte, los cambios que se están dando en el sistema internacional parecerían estar favoreciendo la posición de Rusia. ¿Cómo se explica esto? Porque lo están transformando en un socio sumamente atractivo para las grandes potencias. En efecto, Rusia es una de las pocas naciones que puede optar entre formar una alianza con China o Estados Unidos o, por lo contrario, mantenerse neutral. Esto la diferencia de otros poderes medios que no tienen el poder o el margen de maniobra necesario para jugar este juego.
Este es el caso de la mayoría de las naciones asiáticas. Ante el crecimiento de China, resulta lógico que las naciones geográficamente más cercanas a la nueva potencia decidan acercarse a Estados Unidos. Al fin y al cabo, además de la cercanía con China -lo cual las lleva a sentirse más amenazadas por sus acciones- no cuentan con los instrumentos militares necesarios para mantener un alto grado de autonomía. Es por este motivo que han optado por seguir formando parte o sumarse al sistema de alianzas militares que Washington mantiene en la región.
La formación de estas alianzas no representa un escenario favorable para los intereses de China, razón por la cual sus autoridades buscan nuevos socios. Y quizás el candidato más atractivo en este sentido sea Rusia. No sólo porque una alianza con esta nación incrementaría su seguridad, sino porque también le permitiría asegurarse la provisión de importantes recursos naturales -recursos que China necesita para mantener sus altas tasas de crecimiento.
Desde la perspectiva de Rusia, un acercamiento a China tiene sentido debido a las oportunidades económicas que este genera. Pero también es consecuencia de su necesidad de recostarse sobre nuevos aliados debido al conflicto que mantiene con Occidente. No debe por lo tanto extrañarnos que en los últimos años se haya producido un acercamiento entre Rusia y China.
¿Se consolidará este acercamiento? Existen motivos para ser escépticos. En primer lugar, porque al igual que sucede con los otros vecinos de China, Rusia también desconfía de las intenciones chinas. De hecho, a fines de los 1960 se produjo un conflicto entre ambas naciones por cuestiones limítrofes y actualmente existe un marcado desbalance demográfico entre las dos. Por mencionar un caso, los espacios vacíos del extremo oriente ruso, fronterizos a la más poblada China, generan preocupación en Moscú. Por último, podemos asumir que, a pesar de la oposición que muchas de las acciones de Putin generan en Estados Unidos, la Casa Blanca comenzará a adoptar una posición más amistosa con Moscú. Al fin de cuentas, Rusia es un actor clave para los intereses estadounidenses.
Efectivamente, la decisión que tome Rusia respecto a la disputa entre China y Estados Unidos afectará el desarrollo del conflicto. En este sentido, existe un precedente histórico que merece ser mencionado. Durante la Guerra Fría, la salida de China del bloque soviético y su acercamiento a Estados Unidos, debido a las políticas de Richard Nixon y Mao Zedong, significó un duro golpe para la Unión Soviética. Un golpe del que nunca se pudo recuperar.
¿Qué podemos aprender los argentinos de todo esto? En principio, que los márgenes de maniobra con los que cuenta una nación, especialmente en un escenario de creciente conflictividad como el actual, dependen de su poder. Rusia es un actor clave porque tiene poder. Rusia tiene la capacidad de preservar un alto grado de autonomía porque tiene poder. La idea de que vamos a tener la posibilidad de mantener una cómoda equidistancia entre China y Estados Unidos resulta, si esta estrategia no es acompañada por los recursos necesarios para respaldarla, poco realista. En los próximos años tendremos que crecer y, como consecuencia de esto, ganar influencia.
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