Suspender las pruebas Aprender es hacer invisibles a los chicos porque es perder información vital sobre lo que les pasó a ellos y sobre el daño ocasionado por la clases que perdieron. Es tomar la decisión de no saber lo que no saben, de no saber lo que no aprendieron. Y ocurre por segundo año consecutivo.
Es un intento de tapar el fracaso bajo premisas ya conocidas: lo que no se mide, no existe. Como cuando se había intervenido el INDEC, ¿se acuerdan? Se subestimaba la inflación y a la gente, que era la que la medía con el bolsillo. Insisto, actúan con un principio tan básico como estúpido. Creen que lo que no se mide, no existe.
Lamentablemente, en este caso tiene una dimensión dramáticamente cierta. Ya ocurre en la vida de millones de chicos y es a ellos a quienes vuelven a dañar porque no van a existir parámetros para trazar un plan. Ningún médico cura sin diagnóstico, sin análisis.
En estas pruebas llamadas Aprender se miden los contenidos que aprendieron los chicos de la primaria y la segundaria. Concretamente, de sexto grado y del final del secundario. Y se hace un año el primario y al siguiente el secundario como examen. Se realizan al mismo tiempo en todo el país.
En las últimas evaluaciones, que fueron en 2019 antes de la pandemia, los resultados ya eran muy preocupantes. Solo por tomar matemáticas, había 3 de cada 10 chicos del secundario con nivel satisfactorio. Y 4 de cada 10 debajo de los conocimientos matemáticos básicos.
Imagínense ahora. Pero claro, el gobierno que defendió que no hubiera clases presenciales quizás cree que así puede zafar de su responsabilidad. ¿Saben qué? En el fondo, las pruebas Aprender los evaluarían a ellos.
Ayer el ministro de Educación Nicolás Trotta salió al cruce de las críticas, replicando que en realidad no se suspenden las pruebas sino que se van a realizar “como parte de un conjunto más completo de herramientas para evaluar al sistema educativo”. Pero, ¿saben cuándo se van a realizar? En 2022. O sea que se suspenden.
Este año, que tocaría el nivel primario, van a hacer una prueba piloto en 120 escuelas contra las más de 11.000 que participaron de las pruebas Aprender. ¿Qué puede surgir de 120 escuelas cuando son más de 20.000 las primarias en todo el país?
En un punto, todo esto tristemente es coherente con un gobierno que militó y milita contra el mérito, que cree que anular los aplazos iguala, como si negar que un chico no aprendió lo suficiente pudiera suplantar lo que no aprendió. Básicamente, lo que esto demuestra es qué poco les importa lo que los chicos aprendan.
Ayer el propio ministro de Educación admitió que un millón de chicos dejó de estudiar el año pasado. Ministro Trotta, en esta tragedia educativa el que hace rato está aplazado es usted.
* Editorial de Cristina Pérez en Confesiones en la noche por radio Mitre
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