La sociedad argentina le pregunta al presidente lo mismo que le pregunta el Fondo Monetario Internacional (FMI): ¿dónde va? ¿Cuál es el plan? Lo mismo que le deslizaron en cada país que visitó, instándolo a un acuerdo. Pero la gran pregunta es si el Gobierno más que no tener un rumbo, tiene un rumbo que existe y es innombrable. Imposible de explicitar. Porque no solo es el rumbo de Cristina sino un rumbo que incluye un cambio de sistema.
Se puede suponer dónde va el Gobierno no por lo que dice sino por lo que hace. El país se arroja a los brazos de China y Rusia, aún no sabemos a qué precio. Apoya al grupo terrorista Hamas, ayer se abstuvo de condenar las violaciones a los derechos humanos en Nicaragua ante la OEA y que apoya a Maduro ya lo sabemos.
Argentina cumple en tiempo y forma con la deuda que tiene con China pero está al borde del default con la del Club de París. Y esto en el mundo es visto como cancha inclinada o mala fe. Las ideas económicas de Cristina se agotan en generar demanda en una economía anémica, vampirizar más al sector privado, convertir al Estado en un pulpo y multiplicar el asistencialismo que llega hoy a medio país.
Nada de eso significa progreso. Ni hablan de progreso. No entienden el sentir de la gente desesperada por tener un trabajo. Si el peronismo era el partido de los trabajadores, el kirchnerismo lo llevó a ser el partido de los destituidos del trabajo y sin pasaje de vuelta. El progreso no le importa al Gobierno. Le importa otra palabra con pe. Poder. Y el poder se retiene jugando en el corto plazo. No vaya a ser que en largo plazo la gente levante cabeza.
Otra cosa que muestra el Gobierno en cuanto a su desinterés por el progreso es la tragedia educativa que provocó. Ayer el ministro de Educación, que increíblemente todavía no renunció, admitió que casi un millón de chicos dejó de estudiar en 2020. Total normalidad. Hoy, más que nunca en este mundo, el capital de los países no son sus commodities, son sus ciudadanos y su preparación. Hoy es urgente un shock educativo con salida laboral en la Argentina.
Solo un par de ejemplos. Esta semana me pude adentrar en un proyecto que Alemania le está proponiendo desarrollar a Argentina, que todavía no contesta. Consiste en un sistema llamado dual que ya se está implementando en algunos jóvenes aquí pero que podría profundizarse.
Este proyecto hace que Alemania tenga el desempleo juvenil más bajo de la Unión Europea. Aquí implicaría que a lo largo de dos años los jóvenes cursen sus carreras combinando bloques prácticos (rotación por sectores dentro de la empresa capacitadora) con bloques teóricos (asistencia a clases en el instituto de capacitación).
Aprobando los exámenes bianuales, al cabo de dos años reciben un titulo terciario reconocido por la Unión Europea. Además de generarles un vínculo con el empleador, la idea del proyecto es hacerlos capaces de responder a las demandas de una empresa en el presente.
Hace poco tiempo en Confesiones en la noche supimos cómo por ejemplo faltan programadores en el país, pudiendo ser esa una salida de la pobreza para miles de chicos o cuántas empresas tienen dificultades para cubrir puestos de especialidades. Por dar un ejemplo, como ingeniería.
O sea, hoy en día no solo hace falta tener reglas claras y jugar de buena fe con el mundo. Si vienen inversores, también tienen que poder contratar a argentinos formados y listos. Entonces uno se pregunta si hay algo más importante que esto. ¿De qué habla el Gobierno? ¿A qué se dedica? ¿No se dan cuenta de que la gente ya se dio cuenta?
Seleccioné un ejemplo muy interesante en este sentido de la encuesta nacional de Management & Fit en la que le preguntan a los entrevistados cuál es la prioridad del gobierno nacional y cuál debería ser. De acuerdo a lo que mayormente contestaron, la opción más mencionada fue conseguir las vacunas.
Para un 34,2%, conseguir las vacunas es la prioridad del Gobierno. Pero para un 48,3% debería ser la prioridad. Es decir, para ellos no lo es. Era obvio que iba a salir arriba de todo porque las vacunas son el pasaporte para que todo lo demás funcione en este momento. El segundo ítem más elegido no es ni la economía ni la inflación ni la educación. Para el 22,5% de la gente, la segunda prioridad del Gobierno es la reforma de la Justicia o del Ministerio Público Fiscal. ¿Y saben para cuántos reformar la Justicia debería ser prioridad? Solo para el 4,9%.
Es decir, la sociedad nota que la prioridad del Gobierno son las causas de Cristina Kirchner y que eso no es una prioridad de la población en general. Bajar la pobreza y generar trabajo aparece como la tercera prioridad del Gobierno para un (11,9%). Pero los que dicen que esto debería ser la prioridad son un 22,1%.
Luego viene la inflación. Para un 6,4% es la prioridad del Gobierno. Pero para un 16,5% debería ser la prioridad del Gobierno. Recordemos que aquí la división es dentro de un 100%. Con lo cual, ocupando la vacuna un gran porcentaje, lo otro se va reduciendo.
En esta misma encuesta, el 56,7% está más preocupado por las consecuencias económicas de la crisis sanitaria contra un 32,2% al que le preocupa más contagiarse. Es decir, casi 6 de cada 10 argentinos está más preocupado por las consecuencias económicas.
Y acá viene un dato fundamental: la evolución de los precios considerando la política del control de precios y de exportaciones. ¿Saben cuántos argentinos piensan que los precios van a aumentar en los próximos meses? El 68%. Es tremendo este número porque el Gobierno rompió la grieta.
Si 7 de cada 10 argentinos creen que el control de precios y los cepos a las exportaciones no tienen ningún efecto para parar la inflación, es que hay muchos de sus votantes que están incluidos. Rompieron la grieta, muchachos. Por ahí algún día les tenemos que agradecer, quién sabe.
Estos números, que vienen con un desplome de la imagen del Gobierno, de Cristina Kirchner, de Axel Kicillof y de Alberto Fernández incluso en la provincia de Buenos Aires, son los que hicieron que anteayer el Frente de Todos moviera a la reina. Tan evidente es lo que no hacen para la gente que el propio Gobierno está cerrando la grieta.
*Editorial de Cristina Pérez en “Confesiones en la noche” - Radio Mitre