Los memes al ataque

La palabra tiene raíz del griego, algo que se imita y avanza con su mensaje de calidad implacable y relampagueante

Un diluvio de memes ha caído en estos días sobre el Presidente con punto de largada en la frase que rueda por el mundo sobre de dónde “salieron” los mexicanos (de los indios), los brasileños (de la selva), mientras “nosotros”- perdón por tanto comillazo - llegamos con los barcos . Con un entusiasmo como el de quien se siente inspirado y en estado de gracia intelectual, puntualizó que de ese modo el rasgo particular y principal de la Argentina resulta un lugar habitado por europeos en el sur de América Latina. Alberto Fernández lanzó, delante del presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, la boutade del gran poeta, ensayista y premio Nobel mexicano Octavio Paz, en extraña maraña neuronal con una canción de Litto Nebbia . Estupefacto- pienso- el señor Sánchez calló. ¡ Es que aún hoy en día los españoles, tan diversos entre sí, se integran a Europa aunque no de modo inmediato y automático , sobre todo en generaciones tirando a maduras! No sobra poner que un estudio no difundido y sin ninguna duda de gran seriedad y en escala territorial dirigido a prevenir enfermedades con tendencia a adquirirlas por determinación hereditaria, indica que el 70 por ciento de los argentinos tiene algún gen aborigen. Menos barcos. Todo mal.

Memes

Como el Presidente incurrió en un número llamativos de errores y equívocos, y no resultó suficiente como refutación que las críticas eran asuntos de gorilas y la derecha , llegaron los memes. Fue acompañado a menudo por el gobernador Kiciloff, visitante frecuente por sus declaraciones públicas con abundancia de festín de memes como decir docentas a las maestras o el recordado haiga, con el añadido de ciertas lagunas en el discurso. Es el gobernador legítimo de la provincia de Buenos Aires por un margen amplio, formado y se descuenta sólido en materia económica, pero en sus presentaciones y realizaciones los hacedores de memes no pueden parar como quien empieza a comer maníes. Hacedores de memes, porque los hay. No han salido ni de la selva ni de los indios ni de los barcos. Hijos del cómic en el vibrante universo de internet y la tecnología van desde las cargadas de fútbol hasta la publicidad o la batalla política. Hay estupendos autores de memes por libre a entre 20 y 30 dólares cada uno y agencias digitales y de marketing con equipos que a menudo se entrenan para mantenerse veloces y con gracia, los memetones, maratones de práctica.

El meme –se llama igual en todas partes y la palabra tiene raíz del griego, algo que se imita- , avanza con su mensaje de calidad implacable y relampagueante . Desplaza hacia el fondo de la comunicación al mensaje reiterado muchas veces para conseguir resultados de venta . Y se comunica con un gen de unos otros que se ubican de esa manera en un orden de preferencia, como propuso y alcanzó con gran difusión El gen egoísta, de Richard Dawkins. El meme, podríamos decir al teclear esto, es un gen de comunicación.

Arma política

Ningún gobierno, no solo se trata del gobierno elegido hace bien poco en el país ahora en el timón de una crisis enorme, puede combatir un ejército de memes. Un gobierno no produce memes contra sus críticos y adversarios. No puede. A lo sumo, puede, sí , contestar, descalificar , defenderse. Parece un juego débil, una posición en desventaja si se trata de ese terreno: a un gen- meme le sigue otro y así.

Claro que quizás el súper poder del meme tal vez no alcance para alcanzar un triunfo electoral donde juegan factores emocionales, toda la carne en el asador desde el estado, las frases pobres pero a un tiempo poderosos como arietes y eficaces, palabras heroicas: soberanos, defensa , propio, orgullo, nacional , de rodillas y una larga lista detrás. Pero los memes- genes llegan y son muy eficaces: jugosos y críticos sin alcanzar salvo de manera excepcional el bullyng, o la toxicidad, influyen cada vez más . No se puede medir hasta qué punto. Es un arma . El poder , el que fuera, puede herir al responder con aspereza en toda ocasión. Pero el ridículo mata.

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