El 8 de diciembre de 2017, a las 8.15, Frank Joseph Wolek, un turista norteamericano de 50 años, estaba sacando fotos a un mural en la calle Garibaldi, entre Olavarría y Suárez, en el barrio de La Boca, cuando fue sorprendido de atrás por dos sujetos jóvenes, de 18 y 17 años, quienes le propinaron 12 puñaladas en el pecho y le robaron de ese modo una cámara de fotos.
El hecho fue observado por Luis Oscar Chocobar, policía de la provincia de Buenos Aires franco de servicio y vestido de civil, quien pegó un grito de “alto” y en ese momento los agresores se dieron a la fuga por Olavarría. Chocobar los persiguió a pie, perdió de vista a uno de ellos que se fue por una calle transversal y el otro, Juan Pablo Kukoc fue seguido por tres personas que estaban en las inmediaciones, que lo conocían, dos de ellas en moto y otra a pie.
Luego de perder de vista al otro agresor, Luis Oscar Chocobar siguió a tales vecinos a quienes vio doblar por la calle Irala. Estos, en esa arteria entre Olavarría y Suarez, habían detenido la marcha de Juan Pablo Kukoc y forcejeaban con él para recuperar la cámara robada. Este último hacía ademanes con una mano envuelta en una campera como tirando estocadas, por lo que Luis Oscar Chocobar se identificó como policía y efectuó tres disparos al aire.
En ese momento Juan Pablo Kukoc soltó la cámara y continuó hacia Suarez seguido por Luis Oscar Chocobar a quien “medía” girando su cuerpo. En la intersección de Suarez e Irala, Juan Pablo Kukoc giró y dio dos pasos hacia Luis Oscar Chocobar, con el cuchillo envuelto en su campera y entonces este último tomó la posición de defensa entrenada para una agresión con arma blanca, levantando su mano izquierda a modo de contención y disparando desde la cintura 4 tiros, hacia zonas no letales.
Dos proyectiles rebotaron en el piso e impactaron en una ochava y otros dos, también previo rebote en el asfalto, ingresaron en el cuerpo de Kukoc cuando giraba para huir nuevamente, uno en la zona lumbar derecha, de abajo hacia arriba, atravesando órganos blandos, y otro en el muslo trasero izquierdo, fracturando parcialmente el fémur, que se terminó de romper cuando el herido continuó su carrera por Suarez y cayó por ello al piso unos 25 metros más adelante.
Todo, desde el robo hasta los disparos, transcurrió en tres minutos y en trescientos metros.
La expuesta es la versión de Luis Oscar Chocobar, prestada en la causa desde el primer momento y sostenida a lo largo del proceso, que fue confirmada con la prueba desarrollada en el juicio oral que, lamentablemente, no fue público porque por imposición de la Cámara Nacional de Casación Penal se hizo conjuntamente con el otro autor del robo, detenido, que era menor del edad al momento del hecho.
Los hechos relatados muestran que Luis Oscar Chocobar nunca disparó a Juan Pablo Kukoc mientras corría y no lo hizo para detenerlo, sino en circunstancias de legítima defensa.
El caso llegó a juicio con la hipótesis de los disparos por la espalda por graves errores de la instrucción, comenzando por la autopsia que sostuvo que el proyectil del muslo lo atravesó, con orificio de entrada y salida, cuando desde la historia clínica constaba que fue extraído de la pierna con seguimiento radiológico. Ese informe de autopsia fue tomado por cierto por los peritos balísticos para calcular la trayectoria de los disparos y los llevó a conclusiones erróneas, como reconocieron en el debate. Por otra parte, en la instrucción luego del auto de procesamiento se peritó el proyectil que ingresó por la zona lumbar derecha y se determinó que había rebotado en el pavimento, pero no se hizo lo mismo con el de la pierna, cuyo rebote previo en el piso se estableció con un peritaje dispuesto durante el juicio oral.
Tampoco fue adecuado el análisis de los videos recolectados por la policía, porque en uno de ellos, donde se ve a Juan Pablo Kukoc corriendo hasta caer, no se analizó que no había rebotes de proyectiles en el piso, cosa que se ve siempre por el polvillo que levantan los proyectiles ante el impacto en el pavimento. Y no se advirtió que en otro video, donde aparece la secuencia del forcejeo con los vecinos, se ve finalmente a Juan Pablo Kukoc luego de alejarse de ellos como giraba hacia el medio de la calle, por donde iba Luis Oscar Chocobar. Esto coincide además con la versión inicial de los vecinos que persiguieron al ladrón.
Y, diga lo que diga la sentencia que lo condenó por homicidio en exceso del cumplimiento del deber, cuyos fundamentos se conocerán recién el 10 de agosto, no hay absolutamente ninguna prueba, directa o indirecta, que desmienta la versión de Chocobar sobre el enfrentamiento y el momento de los disparos, con lo que es imposible sostener que le disparó cuando huía. Es decir, el llamado “caso Chocobar” no es un caso de gatillo fácil, sino un caso de legítima defensa, amparado por el art. 34 inc. 6 del Código Penal que excluye la pena.
La injerencia de la política en el tema lo involucró en una discusión ajena a la realidad de los hechos - mano dura vs. garantismo- y una instrucción mal enfocada profundizó el mito sobre un policía justiciero, que no es el caso. Luis Oscar Chocobar actuó correctamente, no evadió su responsabilidad policial y su compromiso de servicio, pidió ayuda para el herido y apoyo policial por la línea 911, continuó la persecución, intervino en defensa de los vecinos que fueron a recuperar el bien robado y ante el peligro de verse agredido por quien era un peligroso delincuente, a quien había visto herir gravemente a un desprevenido turista con el cuchillo, optó por disparar hacia abajo, a zonas no letales. La muerte de Juan Pablo Kukoc fue consecuencia de la fatalidad porque los disparos que lo hirieron rebotaron en el piso.
Reconocer tal actuación de Luis Oscar Chocobar, despojada de matices políticos y de hechos inexistentes, es esencial para motivar la actuación legal y comprometida de la policía ante hechos graves, sin que surja en sus agentes el temor de afrontar consecuencias judiciales impertinentes cuando el devenir de la violencia que deban enfrentar los coloque en situación de defenderse.
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